“El sistema de producción de carne y sus derivados es insostenible como lo es en estos tiempos la indiferencia de los candidatos presidenciales, federales, estatales y municipales para abordar estos temas en sus agendas de trabajo”, escribe Dulce Ramírez de la organización Igualdad Animal.
Dulce Ramírez
Ciudad de México (SinEmbargo).– En tiempos electorales es común ver nula intención de los candidatos para incluir en sus agendas tres grandes temas que requieren acciones reales y políticas públicas eficientes: la salud humana, el medio ambiente y la violencia sistematizada contra los animales. Al parecer, esta exclusión tienen un solo responsable que colabora con los sectores públicos y privados, lo que lo hace poderoso e intocable: la ganadería industrial mexicana.
La industria ganadera controla el sector alimenticio de nuestro país poniendo en riesgo la salud y la vida de humanos y animales, ejerciendo las más crueles prácticas sobre los animales de granja; y la utilización de los recursos naturales sin ningún escrúpulo.
Posicionarse ante esos tres temas es “políticamente incorrecto”, es evidenciar lo que ya se sabe pero que conviene redirigir desde la distracción. El primero de ellos es el alto costo de la ganadería industrial para la salud humana. Hemos repasado y denunciado constantemente el uso de clembuterol en la producción de carne del país, el incumplimiento a las normas mexicanas con las que operan los rastros, el trato que se le da a los animales y las crueles prácticas de la industria para eliminar costos sin importar el aumento en las toxinas nocivas en la carne; es así como animales enfermos, con hematomas y heridos terminan en los platos de los mexicanos.
Nadie quiere hablar de la urgente necesidad que existe de reducir el consumo de carne para no enemistarse con las empresas de la industria cárnica. Obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares están relacionadas con la ingesta de carne de los mexicanos, pero implementar políticas reales para reducir el consumo supone una gran desventaja para quien busca financiar su campaña política.
El segundo tema es el impacto medio ambiental que tiene la ganadería industrial. Grandes corporaciones de producción de carne son hoy las dueñas de la mayoría de los mantos acuíferos del país. Son dueñas de nuestros ríos y lagos. Según el Instituto Mundial WorldWatch, el 51 por ciento de los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global provienen de esta industria sin que pague por ello.
“Nadie quiere hablar de la urgente necesidad que existe de reducir el consumo de carne para no enemistarse con las empresas de la industria cárnica”. Foto: Shutterstock
Al año se pescan tantos peces como galaxias se cree que hay en el universo, arrasando así con los océanos. La pesca deja zonas muertas a su paso, pues las redes no discriminan, matan todo lo que atrapan y los cuerpos de los animales que no podrán ser utilizados para consumo, simplemente son tirados como basura al mar. Nuestros océanos están en peligro debido al alto consumo de los humanos y lo permisivas que son las autoridades que se supone existen para protegerlos.
El tercero es la necesidad de asegurar el cumplimiento de las leyes y reglamentos que actualmente existen en materia de Bienestar Animal, así como la generación de mecanismos que aseguren transparencia en la denuncia contra quienes las incumplan y la verificación de los hechos.
Las pocas leyes de protección animal que existen en nuestro país son tan regulatorias que están articuladas para que el lector crea que México no es un país barbárico, pero en la aplicación terminan beneficiando los intereses económicos y permitiendo la tortura sistemática de millones de animales. Ningún incumplimiento se castiga.
El sistema de producción de carne y sus derivados es insostenible como lo es en estos tiempos la indiferencia de los candidatos presidenciales, federales y estatales para abordar estos temas en sus agendas de trabajo. Es el elefante blanco en cada proceso electoral: Intereses privados vs el bien común.
En Igualdad Animal nos aseguraremos de visibilizar estas tres grandes problemáticas al trabajar con la sociedad, los gobiernos y las empresas, generando propuestas positivas y alcanzables.
Este año inauguramos nuestro departamento de Políticas Alimentarias con el que incidiremos en la industria alimentaria del país. Desde este departamento, mostraremos por qué y cómo la proteína vegetal es la mejor opción, aunque no sea conveniente para el monstruo de la ganadería industrial; la apertura de los mercados y el impulso ante la demanda de productos basados en proteína vegetal también puede ser una gran fuente de ingresos en un país con una riqueza alimentaria en cereales, frutas, legumbres y verduras, con un clima y un territorio como el nuestro.
Porque si algo hemos aprendido en el camino es que no son las promesas electorales lo que va a cambiar al país, es el esfuerzo y el compromiso de la sociedad civil. Trabajar por el bien común y ser solidarios para parar la destrucción global que afrontamos.
En tiempos electorales resulta más sencillo omitir que asumir. Se requiere un planteamiento político para una Política Alimentaria Sostenible. Los ciudadanos tenemos el poder de elección: elijamos a quienes estén dispuestos a asumir y actuar.
http://www.sinembargo.mx/13-05-2018/3417330