Luis Velázquez | El Piñero
EMBARCADERO: “La octava maravilla del mundo, el eslabón perdido, la joya de la corona”, el día más bello de la humanidad será, sería, entre otros, encontrar a un político y funcionario público encaramado en la cresta más alta del poder que sea modesto y sencillo, sin aires de grandeza, sin andar en la nube dueño del mundo y del destino de los demás… Desde luego, y como premisa universal se establece que es “tanto como buscar una aguja en un pajar”… Pero, bueno, si Diógenes buscó con una lámpara al nuevo hombre, los ciudadanos de a pie seríamos felices cuando de pronto conociéramos a un político mesurado, sereno y prudente en el ejercicio del poder…
ROMPEOLAS: Y es que por lo regular, los hombres públicos, igual que las estrellas de cine y televisión, con tanta fama y con tanto presupuesto en el caso de los políticos, caen “en un dos por tres” en la soberbia… Se vuelven como los hacendados porfiristas que en el primer tramo del siglo pasado, dueños de haciendas inmensas, hasta ejercían el llamado “derecho de pernada” y que consistía en apropiarse del servicio sexual de las trabajadoras domésticas, pero también de las hijas y esposas de los campesinos a sus órdenes… Así está retratado en la novela, convertida en película, de Juan Rulfo, intitulada “Pedro Páramo”…
ARRECIFES: Uno es el aspirante a político y a funcionario público, así sea en el cargo más sencillo y modesto, por ejemplo, el regidor de un Ayuntamiento… Y/o el político encaramado en el poder, digamos, presidente municipal, gobernador, secretario de Estado, presidente de la república y/o diputado local y federal y senador de la república… De pronto, ungidos en el trono imperial y faraónico y sentados en la silla embrujada del palacio, la persona dueña del poder pierde el control y los estribos y guarda en el archivo de la historia su modestia y sencillez…
ESCOLLERAS: Sean 3 años como diputado, 4 años como alcalde, 6 años como gobernador, por ejemplo, la sencillez humana de una mujer y un hombre experimenta un revés de más de cien grados para dar paso a la frivolidad del poder… En el siglo anterior, por ejemplo (todavía hoy por desgracia), nadie, absolutamente nadie, decía “No” al jefe máximo, el tlatoani, el gurú, el chamán, el mero mero… Y es que decir “No” significa quedar excluído del primero, segundo y tercer círculo del poder… Nunca, como entonces, tan vigente y pragmática aquella frasecita célebre de “A sus órdenes, Señor”…
PLAZOLETA: Como Diógenes, significa un milagro encontrar, ubicar, a un político encumbrado y que al mismo tiempo sea sencillo, como lo fue antes de tener poder y tanto poder, así sea sexenal… Y sexenal, porque en seis años la miel se acaba y el político vuelve a la nada… Y la nada
es nada… La mayoría de todos ellos van por la vida, caray, como perdona-vidas, creyendo que hacen un favor a los ciudadanos de a pie con un simple y sencillo saludito desde lejos, con la mano, caminando aprisa y con prisa…
PALMERAS: La fama, como alguna vez confesara Laura G., antes conductora de Televisa y ahora en TV Azteca, se sube a la cabeza y la persona se vuelve arrogante y altiva… Por eso, nada más dichoso y feliz como llevar una vida sencilla y modesta, incluso, en el anonimato, pendiente siempre de la familia para tener el itacate y la torta en casa y lo necesario cuando la vida se llene de vacas flacas…