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Políticos belicosos: Disputa Yunes y AMLO, peleadores callejeros

El Piñero

 

Luis Velázquez Barandal

12 de febrero de 2018

ESCALERAS: Miguel Ángel Yunes Linares (MA) y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) son iguales. Belicosos. Peleadores callejeros. Fajadores de cantina. De mecha corta. Genes son genes y vísceras son vísceras. Tropicales, ambos.

Por eso llevan vidas paralelas. Y sin punto de quiebre. Su regla universal es la misma de Ronald Reagan cuando era presidente de Estados Unidos. “Estás conmigo o contra mí”.

Si estás contra mí, eres pillo, ladrón y corrupto.

Pero si te vienes conmigo, entonces, te vuelves un ángel de la pureza.

Por ejemplo:

El gobernador Yunes abrió las puertas del PAN a los actores políticos que en la víspera estaban en la cancha priista, y desde luego, bajo sospecha. Caciques y cacicas. Camaleones que, incluso, brincaron de un partido a otro. Dueños de un feudo, un imperio y un emporio local o regional.

Entre ellos, los siguientes:

A: Ricardo García Guzmán. El cacique huasteco que durante los casi seis años de Javier Duarte, el enemigo público número uno de MA, desayunaba, comía o cenaba una vez más a la semana según él mismo lo contara.

Sus hijos, reproduciendo el mismo esquema político. Presidentes municipales y diputados locales.

Igual, también, del PRI al PAN. Uno, diputado local. El otro, ex alcalde de Pánuco, listo para la candidatura a diputado federal y el otro para la reelección.

 

PASAMANOS: B: Renato Tronco Gómez. Cacique priista en el sur de Veracruz. Su feudo en Las Choapas, donde con su hermano han sido alcaldes. Durante mucho tiempo estuvo acusado del homicidio intelectual de un regidor y luego su abogado lo exoneró.

Solía llegara al Palacio Legislativo trepado, unas veces, en su caballo. Y otras, en un automóvil lujoso, alardeando su riqueza y despapaye.

De pronto, zas, buscó de nuevo la candidatura a diputado local y en el PRI se la negaron. Y tan simple como cambiarse de ropa interior voló al Partido Acción Nacional, y en donde fue declarado héroe cívico.

Tanto que, por ejemplo, le dieron la candidatura a una curul local, y otra a su hermano, y otra a una sobrina.

C: Eduardo Sánchez Macías. Primo hermano de Karime Macías, Javier Duarte lo bendijo con cantidades millonarias para su holding periodístico.

Incluso, hacia el principio de la yunacidad, el gobernador anunció que le expropiarían un terreno donado por Duarte en Martínez de la Torre.

En el camino mudó del PRI al PVEM y ahora, de pronto, camino a Damasco, tuvo una revelación y apareció en la cancha aliancista del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, ungido como candidato a legislador federal.

La yunicidad lo declaró otro héroe cívico del proyecto político familiar.

 

CASCAJO: D: En el mismo tenor otros diputados locales, entre ellos, los priistas Regina Vázquez Saut, cacica de Acayucan, y Basilio Picazo, cacique de la sierra de Papantla, con sede en Coyutla.

Y, claro, a partir de que desertaron del tricolor, todos se volvieron merecedores del cielo azul.

Tal cual, AMLO con su partido MORENA.

A: Alejandro Vázquez Cuevas, “El pipo”, quien ene número de veces se ha arrepentido, dice, de abrir las puertas del PAN a Miguel Ángel Yunes Linares y quien hacia el final del camino provocara la renuncia al partido azul de “El pipo”, su hermano Alfonso, Gerardo Buganza Salmerón y Juan Bueno Torio, entre otras figuras.

Ahora Vázquez Cuevas milita en el PES, Partido de Encuentro Social, que le sirviera de puente para declararse un izquierdista delirante luego de militar y soñar tantos sueños en la derecha delirante.

B: Rafael Hernández Villalpando. Subsecretario General de Gobierno y rector de la Universidad Veracruzana en el tiempo priista de Dante Delgado. Presidente municipal de Xalapa bajo las siglas del PRD. Luego, cabildero y operador político de Convergencia por la Democracia y después, por el Movimiento Ciudadano.

Ahora, en MORENA, donde fue elegido candidato a diputado federal por el distrito de Xalapa.

C: Otra conversión de un priista al mejor estilo de la yunicidad, pero en el partido de AMLO. Ricardo Ahued Bardahuil. Diputado local y federal y presidente municipal de Xalapa bajo las siglas del PRI. Y cuando en el tricolor le cerraron las puertas para seguir creciendo en política, simple y llanamente, se quitó la camiseta ideológica y se puso el sello de la izquierda delirante.

Ahora, candidato de AMLO al Senado de la República.

 

RODAPIÉ: D: Miriam Ferráez Centeno. Desde el carril panista fue candidata a presidenta municipal de Xalapa enfrentando en las urnas al maestro Hipólito Rodríguez, de MORENA, y quien la derrotara.

Luego, de pronto, fue convencida de que la vida presente y futura está con AMLO y ahora es candidata a diputada por el partido de “El peje”.

Un día, se unió al gobernador Yunes, y otro día, a AMLO.

Unos, entonces, purificados por la iglesia azul. Y otros, por la iglesia café.

Giovanni Sartori llamaba a tal proceso kafkiano transfuguismo que aun cuando suele encumbrar a un político empobrece y arruina por completo la vida democrática… y que, claro, a pocos importa.

En contraparte, AMLO ha acuñado una frasecita bíblica:

En MORENA, dice, las puertas están cerradas para aquellos que buscan puestos, pues en su partido sólo se dan, quizá, puestos de picadas y gordas. Fritangas les ha llamado.

Pero si se miran las razones o pretextos de cada uno de los suyos para desertar del partido político anterior y transfigurarse en MORENA, los hechos contradicen por completo a “El peje”.

Sin contar, claro, al trío de diputados locales migrantes de MORENA (Sebastián Reyes, Eva Felícitas Cadena y Míriam Judith González Sheridan) denunciando la rasurada de la dieta legislativa para, les dijeron, crear las universidades de AMLO en Coatzacoalcos, Minatitlán, Poza Rica y Río Blanco, cuando en realidad, acotaron, es para el acarreo de gente a los mítines del tabasqueño.

MA y AMLO son vidas paralelas, cada uno jugando en su cancha, pero con la misma estrategia. Tal cual. Por eso, polos opuestos que al mismo tiempo se atraen y rechazan, pero entre más lejos, mejor.

Los dos fueron priistas y los dos presidentes de comités directivos estatales, uno en Veracruz y el otro en Tabasco. Y como se intitula un libro de María Scherer Ibarra, todos los mexicanos traemos adentro un PRI chiquito.

El PRI de la cultura autoritaria.

 

 

 

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