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Políticos presos, todos se enferman; pillos y llorones como el caso Veracruz

El Piñero


Luis Velázquez Escenarios

Veracruz, 28 de julio de 2017 Uno. La cárcel siempre marca…  Ahora cuando varios políticos, la mayoría ex gobernadores, son encarcelados acusados de corrupción, resulta que la mayoría, de pronto, enferman, mañosos y marrulleros para librar la cárcel y en todo caso, enfrentar el proceso penal en arraigo domiciliario.
Por ejemplo:
Flavino Ríos Alvarado, el gobernador de 48 días, se declaró enfermo, fue enviado al hospital y luego, dado de alta, y trasladado a su casita en Xalapa para desde ahí llevar en paz, rodeado por los suyos, las feroces acusaciones de Miguel Ángel Yunes Linares y la Fiscalía del resentimiento, el odio y la venganza.
Javier Duarte, en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, declaró, a través de su abogado, que padece de hígado graso, ansiedad e hipertensión, y mejor se quedaría en tal reclusorio en vez de ser enviado a una cárcel de alta seguridad como lo exigía la Procuraduría General de la República.
El líder de los 400 Pueblos, César del Ángel, también se declaró enfermo y enviado al hospital, por ahí se pierde su destino actual.
La profe Elba Esther Gordillo, quien fue del SNTE en aquel tiempo cuando a su alrededor gravitaban Yunes Linares, Rafael Moreno Valle, Roberto Campa Cifrián y Tomás Ruiz González, entre otros, se declaró enferma, está en el área de un hospital en el penal y sigue cabildeando para llevar el proceso en arraigo domiciliaro.
El ex gobernador de Tabasco, el priista Andrés Granier, también se declaró enfermo y desde su captura está en el hospital del penal correspondiente, llevando su proceso en pañales de seda.
En contraparte, el ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, toca puertas para llevar el juicio penal en libertad bajo fianza, consciente y seguro de que en caso de fracasar, también se declare enfermo, con todo y la ostentosa buena salud que usufructúa.
Nada fácil sería que “antes de que el gallo cante tres veces”, la ex vocera duartista, María Georgina Domínguez Colio, revele que padece una grave enfermedad, y ni modo, habrá de ser trasladada a su residencia en un fraccionamiento residencial de Coatepec.
Y es que, como dice un litigante, la cárcel marca y marca para siempre… así seas privado de tu libertad una noche, un mes, un semestre, un año, varios años.
Y más, como en el caso, en que las fotos de los políticos presos en el penal de Pacho Viejo, y los otros (caso Elba Esther y Granier) fueron publicitadas en los medios.
Peor, quizá, les estaría yendo a Carlos Aguirre Morales, ex subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación en el duartazgo, y a Leonel Bustos, ex director del Seguro Popular, declarados prófugos de la justicia, con todo y que en el carril político aseguran que Yunilandia favoreció su huida a Carlos Aguirre.

Dos. Perdón, amnistía y justicia

Otros exgobernadores estarían alistando su expediente médico para declarar enfermos de gravedad.
En Italia, por ejemplo, el ex de Tamaulipas, Tomás Yarrington, espera el desenlace del cabildeo de los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Donald Trump sobre si es extraditado a México o a Estados Unidos, pues ambos países lo reclaman para ser juzgado por delincuencia organizada y lavado de dinero.
Y en Panamá, el ex de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, se entrena todos los días para bajar de peso lavando pisos, pero como ya vio que declararse enfermo rinde frutos para evitar la cárcel tradicional y convivir con reos de alta peligrosidad, espera el momento.
Mal le estaría yendo a César Duarte, el otro ex gobernador prófugo de la justicia, y quien igual que Duarte también le entró al negocito de las empresas fantasmas.
Sin embargo, el politólogo Ramón Benítez recuerda que al momento hay diecisiete ex gobernadores en la mira, digamos, del Sistema Nacional Anticorrupción, la mayoría de los cuales siguen libres, sin que la guillotina federal les caiga encima, no obstante las denuncias penales de la Auditoría Superior de la Federación.
Todos ellos, pendientes, en todo caso, del perdón superior y de la absolución, y lo que estarán deseando se consuma lo más pronto posible, antes, mucho antes de que Andrés Manuel López Obrador, “El peje”, gane la presidencia de la república el año entrante y por aquí tome posesión envíe a la cárcel a todos ellos, pues el rollito religioso del perdón y la amnistía que ha predicado nada tiene que ver con la justicia, la justicia a secas de que hablaba Benito Juárez.

Tres. Políticos desprestigiados

Nunca como ahora tan desprestigiada la política. Y los políticos.
Nadie duda de que otros tiempos fueron iguales de sórdidos y siniestros.
Antonio López de Santa Anna, tres veces gobernador de Veracruz y once ocasiones presidente de la república, fue apodado “El Quince Uñas”.
Miguel Alemán Valdés y Álvaro Obregón han sido señalados como los ex presidentes más corruptos en la historia nacional.
Ahora, en el México de Enrique Peña Nieto, diecisiete ex gobernadores están en la picota.
Los abusos y excesos del poder fueron demasiados y por eso mismo, la mitad de la población y la otra mitad se hartó y la deshonestidad permeó en una parte de los medios.
Y de todos, Javier Duarte ha sido acusado, incluso, por el mismo CEN del PRI, del político más corrupto de la historia.
Peor tantito, el presidente del CEN, Enrique Ochoa Reza, también ha asegurado que Duarte es un asesino.
Por fortuna, la imaginación es tan prolífica que muchos de ellos descubrieron una salida benigna y generosa como es declararse enfermos y llevar el proceso… desde un hospital y, si fuera posible, en el arraigo domiciliario.
Grave, sin embargo, que cuando se cacarea el Sistema Nacional Anticorrupción en el penúltimo año del Peñismo, existan tantos ex gobernadores pillos y ladrones que desviaron el dinero público con sentido patrimonialista.
Sólo falta que Arturo Bermúdez Zurita, Mauricio Audirac Murillo, Francisco Valencia, Gina Domínguez, Isaías Alonso Salas y César Augusto Morando, enfermen de un terrible mal y por el más elemental humanismo sean condenados por el juez a la prisión domiciliaria.
La táctica, dice el politólogo Ramón Benítez, está visto con Flavino Ríos, Elba Esther Gordillo y Andrés Granier, funciona de maravilla para arriba.

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