Producción: Adriana Toca / Texto: Laura Marcos
Cerca de 920.000 pigmeos viven, amenazados por la deforestación y los desplazamientos forzosos, en comunidades dispersas, -aka, efé, mbuti, batwa, baka-, por nueve países de África central. Se caracterizan por su baja talla –los hombres miden alrededor de 1,5 metros, y las mujeres, 1,45-, su corta esperanza de vida –entre 17 y 24 años-, y su divergencia genética. Estas arcaicas poblaciones, dedicadas a la caza y la recolección, se habrían separado del tronco común africano hace unos 70.000 años y adaptado a unas condiciones de vida extremas.
Una teoría atribuía su pequeño tamaño a una alimentación deficitaria, pero los turkanas y los msáis alcanzan alturas considerables y también están expuestos a una dieta pobre. Hace unos años, un estudio de la Universidad de Pennsylvania, señaló que la altura de los pigmeos tendría una base genética vinculada a su temprana madureza reproductiva y a su resistencia frente a enfermedades infecciosas. La presión genética por dejar descendencia, habría afectado a su talla.
Otro trabajo posterior, también de esta Universidad, defendía que la selección natural habría hecho evolucionar el fenotipo pigmeo para dotar a su portador de ventajas en un medio selvático, calurroso y húmedo, y hacer que su organismo ahorre energía. La corta estatura permite agacharse menos en la espesura del bosque y otorga mayor libertad de movimiento.