•Empresario y aspirante a la alcaldía de Tlapacoyan por el PRI en 2013 es localizado entre los cientos de restos humanos lanzados en fosa clandestina
•Se trata de Toño Díaz, popular y amiguero empresario que era prestamista y deseaba gobernar su pueblo, Tlapacoyan
•Sujetos que lo tenían a cuota para que trabajara sin ser molestado en Veracruz puerto se lo llevaron de Plaza Las Brisas
•Le pidieron a la familia 5 millones de pesos y otros bienes con tal de dejarlo ir; se pagaron, pero los secuestradores jamás cumplieron
Por Ignacio Carvajal
José Antonio Diez Alarcón contaba con todo el respaldo de su partido, el PRI, para cumplir su sueño, ser alcalde de su pueblo, en Tlapacoyan.
Ya lo había intentado en 2007, pero fue derrotado.
Con todo se aferró y cuando era dirigente estatal Erick Lagos, recibió la venia desde lo más alto para enfilarse a la candidatura para las elecciones municipales del 2013.
Sólo pasaría un proceso interno con otros aspirantes, mera formalidad, el dedazo ya estaba dado desde la oficina de Lagos Hernández. Se lo informaron el 2 de octubre, en Xalapa, de parte del mismo secretario particular del hoy diputado federal.
Contento, se regresó a Tlapacoyan y dio la noticia a sus seres queridos.
Se fue a la cama soñando en la anhelada candidatura, y la victoria. Quizá, hasta delineando la estrategia de campaña para enfrentar a los opositores.
Sin embargo, sería la última noche que pasaría en la tierra amada, la última que le vieron con vida.
Al día siguiente, 3 de octubre de 2012, en un viaje relámpago de Tlapacoyan al puerto de Veracruz, para atender sus negocios, cayó en manos de un grupo de secuestradores.
Los agresores, presuntos delincuentes que lo tenían a cuota desde hace varios meses, secuestraron al precandidato del PRI y le exigieron cinco millones de pesos a la familia por su libertad.
Los familiares pidieron favores, vendieron propiedades, echaron mano de los ahorros y pagaron.
Primero 3 millones, los delincuentes vieron dinero fácil y pidieron otros dos. También se los pagaron pero el empresario nunca volvió.
Ahora sus restos fueron identificados en días pasados entre los cadáveres que han sido localizados en la fosa colectiva de Colinas de Santa Fe, en la zona norte del puerto de Veracruz.
Se pudo saber, por medio de fuentes allegadas al caso, que las pruebas de ADN tomadas a la familia del empresario, dieron positivo en uno de los cráneos localizados entre los casi 300 que han sido rescatados desde mediados de 2016, cuando colectivo Solecito de Veracruz inició esa búsqueda.
Desde entonces, han sido identificadas unas 17 personas cuyos familiares han sido notificados.
Sus seres queridos ya recibieron la noticia, saben que el popular Toño Diez ha muerto, y con ello sus aspiraciones de gobernar su pueblo y de participar en la política local.
Toño Diez se dedicó durante más de 20 años a ser prestamista, su área de influencia era el puerto jarocho. Conocía toda la zona y gozaba de buena reputación.
Por su caso, hubo tres detenidos, ex empleados de él que le acompañaban el día de los hechos, y al menos dos de ellos también resultaron secuestrados. Cuando se pagó el rescate, los soltaron, menos al patrón.
Son Andrés Hernández Hernández, José Alberto Villa Aquino y Juan Antonio García Herrera. Resultaron detenidos por la denuncia puesta por la familia, pero al paso del tiempo, quedaron en libertad al no haber elementos en su contra.
Toño Díaz resultó secuestrado el 3 de octubre en Plaza Las Brisas, en la zona norte del puerto. Ahí sostendría una reunión con presuntos miembros de la delincuencia que lo tenían a cuota.
Así había aprendido a sobrellevar su riesgosa activad, nunca había tenido problemas, relata en un artículo sobre este caso, el cronista de Tlapacoyan, Alfonso Diez García.
En la parte medular, Alfonso Diez García relata que Toño Diez llevaba bien la negociación con el emisario de la delincuencia con quien se entrevistaba ese día en la plaza citada, pero éste recibió una llamada, y de pronto aparecieron otros sospechosos a bordo de camionetas blancas.
“En un momento dado, el “cobrador”, hizo una llamada telefónica en la que se alcanzó a escuchar que decía: “Yo no quiero problemas”; poco tiempo después llegaron unos sujetos en una camioneta XTrail color blanco y le dijeron a Toño: “Súbete, porque la reunión va a ser en otro lado”. Andrés y Juan intentaron subirse para acompañar a su patrón, pero no los dejaron, los aventaron y les dijeron “ustedes no”. Inmediatamente, sin embargo, llegaron otros individuos a bordo de un Chevy plateado al que subieron a Andrés y a Juan. Les vendaron los ojos y cuando llegaron al lugar en que los encerrarían, encontraron a Toño sentado en una cubeta, vendado de los ojos y amarrado. En ese instante, se percataron de que estaban siendo secuestrados”, relata el cronista de Tlapacoyan, quien afirma haber accedido a declaraciones ministeriales sobre el caso.