Por ITZEL LORANCA
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La hierba crecía alrededor de la tierra abierta, profanada para crear una sepultura. Era un agujero que no alcanzó a ser utilizado como enterramiento ilegal en el rancho “La Gallera” de Tihuatlán, al norte de Veracruz.
El vacío al descubierto fue atestiguado por los ojos atónitos de los hombres y las mujeres del Colectivo de Familiares en Búsqueda María Herrera de Poza Rica. Habían sido invitados los días primero y dos de febrero por la Fiscalía General del Estado de Veracruz (FGE), como observadores.
Servicios Periciales encontró en el lugar, tres fosas clandestinas con seis cuerpos en su interior. Recogidos los huesos, cerró el predio y dio por concluidas las exhumaciones.
Los padres y madres en búsqueda, sin embargo, no se cruzaron de brazos. En una segunda visita, gestionada por ellos mismos, el trágico rancho les reveló 22 fosas más y múltiples restos humanos.
Y piensan regresar.
Aunque el fiscal Jorge Wínckler Ortiz y el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, han negado de la cuenta oficial los 22 puntos encontrados por las familias en búsqueda.
Pese al par de mensajes de aclaración que la FGE envió a medios nacionales y estatales, donde niegan hallazgos posteriores a la primera jornada del mes de febrero.
“Estamos quedando como mentirosos y eso no es así, tenemos pruebas”, declara una de las mujeres que integra el colectivo, madre de Iván Eduardo Castillo, al que busca desde el 21 de mayo de 2011.
Junto con sus compañeros, afirma que en el rancho “La Gallera” podrían existir muchas más fosas, abiertas tal vez desde el año 2011, cuando el crimen se apropió del lugar.
“¿Usted se imagina? ¿Qué puede uno pensar? Hay varios casos de ese tiempo. Ya viendo la realidad así es ¿Qué tal que están nuestros hijos ahí?”.
PRUEBAS Y TESTIGOS
“Nos dimos cuenta que estaba un horno gigante. Yo en lo personal nunca había visto no así en mi vida”, cuenta la mamá de Iván, sobre la construcción de ladrillos que encerraba montones de ceniza y que ocupaba toda la pared de una de las habitaciones de la casa.
Dos veces la mujer ha ingresado al lugar, caminando por entre maleza y espinos, observando los despojos de ropa y objetos dispersos. Y las dos ocasiones, la boca del horno y su oscuridad polvorienta le causó una fuerte impresión.
Eso y las casi cuatro hectáreas del rancho “La Gallera”, la mayoría de ellas sin explorar, les llevó a comenzar los trámites ante la fiscalía de la zona, para poder entrar una tercera vez.
La integrante del colectivo, quien pide omitir su nombre por seguridad, señala que cambios en los nombramientos de fiscales de la zona han impedido agilizar su solicitud.
Pero continuarán luchando porque exista una búsqueda exhaustiva en ese lugar, “hasta el último pedacito de tierra”.
Cuentan con el apoyo del colectivo Los Otros Desaparecidos de Iguala, Guerrero y Familiares en Búsqueda María Herrera, de la Ciudad de México, integrados en la Brigada Nacional de Búsqueda de Desaparecidos creada en abril de 2016.
La agrupación que el año pasado inició su labor en Amatlán de los Reyes, al centro del estado de Veracruz, visitó el rancho “La Gallera” con las familias en búsqueda de Poza Rica en marzo.
“Vino el gran Simón también de Guerrero, que es un rastreador muy importante junto con Mario Vergara, vino la señora María Herrera, vinieron varias personas a apoyarnos, vinieron periodistas. No entramos solos, tenemos pruebas, tenemos testigos”, expresa la mamá de Iván.
En video y en fotografías, esa segunda incursión en el rancho fue documentada y hecha pública en medios nacionales. Un cráneo exhibido en las imágenes, ha sido motivo de negación para el fiscal Jorge Wínckler.
“Si ustedes analizan el video, el cráneo que aparece ahí es de otros videos, y pareciera que tiene más tiempo, yo les invito a ir a los colectivos para que digan ese cráneo a quién se lo entregaron o qué fue lo que encontraron”, declaró el funcionario mientras le boleaban los zapatos en el parque Juárez de Xalapa.
La madre del colectivo responde “El cráneo, lógico que es viejo, el rancho estaba incautado desde el 2011, lógico que tiene años, nosotros lo encontramos” y añade que todos los restos humanos hallados fueron entregados a las autoridades.
“Nos dijeron que nada más lo que encontráramos. En cuestión de abrir más (puntos) ya se encargaban ellos. Nosotros pensamos que así se iba a hacer y no se hizo”, cuenta, sobre la fiscalía que dejó de buscar en Tihuatlán.
LA ZONA NORTE Y SUS DESAPARECIDOS
La historia de Iván y su desaparición ha sido contada varias veces por su familia. Tantas, que su mamá aguarda un momento antes de iniciar el relato, como preparándose para recordar ese sábado de mayo.
“Mi hijo se llama Iván Eduardo, salió a pasear a la Feria de San Marcos que se celebra en esta ciudad de Poza Rica, con Iván, Jenny, Jaqueline y Pedro. Fueron a cenar a la calle 20 de Noviembre. Su última llamada fue de que ya venían para la casa y ya no supimos de ellos, hasta ahorita”.
Sin demora, pusieron la denuncia ante las autoridades, sin embargo no ha habido avances en la investigación iniciada hace seis años. Además, el crimen fue aprovechado por diversas personas que los engañaron para quitarles gran parte de su patrimonio.
Con todo y la falta de recursos o interés de las autoridades, Iván y sus tres amigos nunca han dejado de ser buscados por su familia.
Sus indagatorias, aun exponiendo sus vidas, las realizan en la zona norte, caracterizada por una industria petrolera decadente y muertes violentas que se han convertido en la cotidianeidad de sus habitantes.
Casa por casa, colonia por colonia, la familia de Iván ha preguntado por él: un chico alto, de un metro con 78 centímetros, cabello negro y ojos café oscuro, que frecuentemente acudía al gimnasio. “Mi hijo no era de andar en la calle, mi hijo era andar en la casa”, cuenta su mamá.
Desde 2011 a la fecha, 23 personas han desaparecido en Poza Rica, según cifras asentadas el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) por la FGE y la Procuraduría General de la República.
No obstante, en la región norte de Veracruz son más los jóvenes en su mayoría que se cuentan como ausentes para varias familias, que por temor omiten poner una denuncia.
La madre de Iván recuerda que el 10 de mayo de 2016 integró junto con otras personas en búsqueda, el colectivo de Poza Rica y desde entonces, se han unido a sus esfuerzos unas 30 personas.
“Ha sido difícil porque la gente no fácilmente se anima, les da miedo, por la situación que vivimos. No ha sido fácil, pero gracias a Dios se han ido uniendo poco a poco y presionamos ahora a las autoridades”, declara.
Las fechas de cada hijo e hija desaparecido se quedaron con precisión en su mente.
Así, recuerda que después de su hijo Iván, el 29 de julio de 2011 seis personas desaparecieron. Un año antes, en 2010, tres jóvenes fueron llevados por hombres armados en Poza Rica. En 2013 ocurrió la desaparición de otros tres jóvenes.
“Así están los casos aquí, son de tres, de cuatro, de cinco, de seis personas. Los responsables son desconocidos. Pero en Papantla, hay varios de (desaparición) forzada”, dice, mencionando que además de Poza Rica y Papantla, dan acompañamiento a familias de Tampico, Álamo, Coatzintla y Tihuatlán.
“Nos hemos hecho una gran familia”, dice, y menciona que realmente nadie más que otra persona en búsqueda de un ser querido puede entender lo que atraviesan.
VERACRUZ, UN OSARIO DESOLADOR
Después de Guerrero, el estado de Veracruz es en el que más fosas clandestinas han sido encontradas a nivel nacional, según el informe publicado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en abril de este año.
En el estado de Veracruz, entre el mes de enero de 2007 y el mes de agosto de 2016, las autoridades y familiares agrupadas en colectivos, han hallado 191 fosas clandestinas.
En ellas, se han encontrado 281 cuerpos, de los que solo 75 se han identificado en la última década. Además, 21 mil 874 fragmentos óseos han sido descubiertos.
La cuenta, referida por la FGE a la CNDH, no incluye la zona norte de Veracruz junto al fraccionamiento Colinas de Santa Fe, donde entre los meses de agosto de 2016 a marzo de 2017 se encontraron 125 fosas, 253 cráneos y 14 mil restos; ni Arbolillo, en el municipio de Alvarado, donde se desenterraron 47 cráneos humanos.
Tampoco alcanzó a contar las fosas de Tihuatlán, en las que la suma de los enterramientos ilegales hallados por la Fiscalía y los encontrados por el colectivo, significaría 25 puntos donde criminales buscaron ocultar decenas de vidas.
Sobre “La Gallera”, que permanece sin resguardo por parte de las autoridades, la mamá de Iván dice: “Nosotros no podemos dejar de seguir buscando, queremos salir de dudas, queremos una búsqueda intensiva en ese lugar hasta salir de dudas, buscar hasta el último pedacito de tierra es lo que queremos”.