Luis Velázquez
PASAMANOS: El viejo paquidermo tricolor está noqueado en la lona. Con todo y el triunfalismo de que les fue bien en la elección municipal, los hechos los desmienten. Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Veracruz únicamente tendrán un par de regidores, y en el de Xalapa, uno solo.
En contraparte, en el puerto jarocho, siete regidores del PAN, tres de MORENA y uno del PVEM.
Y en Xalapa, seis de MORENA, tres del PAN-PRD, uno de Movimiento Ciudadano y otro más del PANAL.
En la capital, el descalabro fue mayor, pues el PRI quedó con el número de regidores al mismo nivel del MC de Dante Delgado y el PANAL de la profe Elba Ester Gordillo, la presa política de Enrique Peña Nieto.
Nadie diría, claro, que el tricolor está moribundo en Veracruz. La democracia, desde luego, es así. Se gana o se pierde.
Pero en el caso, el partido rojo estuvo acostumbrando durante 85 años a hacer y deshacer, sin rendir cuentas a nadie.
Y no obstante las dos presidencias de la república con panistas (Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa), nunca, todo indica, aprendieron la lección.
Bastaría referir los abusos y excesos del poder en la llamada Década Perdida que va del año 2004 con Fidel Herrera al año 2016 con Javier Duarte.
Terrible, porque entonces, jamás hubo fuerza política y social, ética y moral, para cambiar la corrupción en que andaban las elites.
Ahora, en vez de que las tribus lucharan por ganar las presidencias municipales, se concentraron en ganar regidurías.
Y, claro, entre ellos mismos pelearon para amarrar la primera y la segunda regiduría, que serían (y fueron) las únicas que entraron.
Dos regidores en Veracruz. Un regidor en Xalapa. La masacre electoral fue inaudita. La población electoral se vengó en las urnas del duartazgo.
BALAUSTRADAS: Los regidores del PRI son unos nacidos para perder con siete ediles del PAN en Veracruz y los seis de MORENA en Xalapa.
Por ejemplo, con todo y su experiencia (dos veces subsecretario General de Gobierno, secretario de Fiscalización del Congreso, etcétera), Marlon Eduardo Ramírez Marín estará y quedará aislado, sin ninguna fuerza política interior en el Cabildo, ni exterior en la población, para privilegiar la tarea pública.
Incluso, mucho se temería que el alcalde panista que será, Fernando Yunes Márquez, lo planche, y Marlon se dejara planchar por mera sobrevivencia política, pues será una voz en el desierto, una gota de agua en el mar, un cerito a la izquierda.
Y ni modo, digamos, que pudiera aliarse con los tres regidores de MORENA o el único del PVEM, pues considerados todos los opositores sumarían seis en una sesión de Cabildo ante los siete del PAN.
Tal cual, se reducirá a cobrar su quincena y a flotar de “muertito”, pues una cosita son las ínfulas con que se manejaba con el PRI en las nubes y otra la que enfrentará los próximos cuatro años.
Vivirá, entonces, el peor tiempo de su vida, a menos que aplique la inteligencia y en un descuido se vuelva el panista más acendrado, y más porque cuando soñó con la presidencia del CDE del PRI lo asestaron un cuartelazo.
Y cuando la delegada del CEN, Lorena Martínez, le ofreció una delegación federal para disciplinarse lo dejó “chiflando en la lona”.
Y sin caer en futurismo, si el año entrante el tricolor pierde la mayoría de diputaciones locales y federales y las senadurías y la gubernatura, entonces, peor tantito será fungir como regidor opositor en la Comuna jarocha.
Si fuera, por ejemplo, un Carlos Alberto Madrazo o un Fernando López Arias, quizá otra sería la expectativa.
ESCALERAS: Ninguno del par de regidores que serán en Veracruz ni tampoco el regidor en Xalapa tienen atrás un respaldo social extraordinario que los haga vigorosos y poderosos en la tarea de gobernar y ejercer el poder.
Otro sería, por ejemplo, el cantar si fueran, digamos, un Víctor Flores Morales y/o, y con todo y los vientos huracanados en contra, un Pascual Lagunes Ochoa, quizá un Enrique Levet Gorozpe, sin duda un Juan Carlos Molina Palacios, el gurú de la CNC.
Son regidores de café y mediáticos (como tantas cúpulas rojas) que se mueven en las elites, sin una fuerza popular “a prueba de bomba”, y sin un equipo sólido, pues como dice Renato Alarcón, cuando son aspirantes los priistas se unen, pero cuando uno sale candidato todos se van en contra.
La descomposición del PRI está en la cancha. Han de empezar de nuevo. De partido invencible que fue… al sótano.
Y filtrarse otra vez en el ánimo social está en chino, pues habrán de trotar en el camino andado, pero ahora con terribles y profundas heridas sociales que llevaron a la población al hartazgo conocido por todos.