Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.-08 de diciembre de 2017
Uno. El peor mal priista
El PRI vive y padece el peor de los tiempos. Nunca en 80 años han estado así. Perdida la gubernatura. Perdido el Congreso. Perdidas las alcaldías. Perdida la unidad interna. Perdida la confianza ciudadana. Preso un ex gobernador. Presos montón de duartistas. Huyendo otros. Amparados los más. Azorrillados otros. Muchos doblados a la yunicidad.
Y de ñapa, sin ceder Héctor Yunes a la candidatura a gobernador de Pepe Yunes Zorrilla.
Pero de los males, todo indica, el peor está en la LXIV Legislatura. De 50 diputados locales, sólo siete priistas.
¡Ay, los tiempos aquellos del dominio total y absoluto!
Y todavía con una bancada priista descolorida, en el limbo, desdibujada, con la moral colectiva y particular en el suelo, mejor dicho, en el último rincón del sótano.
Un legislador lo dice así:
Al Congreso local sólo se va con dos objetivos:
A: La lanita extra que pueda caer, incluso, únicamente alzando la mano y sin hacer ruido, es decir, sin oponerse a nada.
Y B: Para cabildear el cargo público siguiente y que lo mismo es un cargo público en el gabinete legal y ampliado, o en una delegación federal, y/o, en el caso, la reelección, y por lo general, la presidencia municipal.
Dos. Siete degollados en el Congreso
Juan Nicolás Callejas Roldán. Luego de su padre, el oscurantismo tanto en la sección 32 del SNTE como en el Congreso, su padre, QEPD, cinco veces legislador, y siempre por la vía pluri, y siempre coordinador de la bancada y de la Junta de Coordinación Política.
Es más, su padre siempre trajo mejores barbies que Callejitas, y a quien todavía, oh paradoja, una prima lo acusó de pedirle “las nalgas” (así lo dijo ella delante del mundo legislativo).
Juan Manuel del Castillo. Secretario particular de Javier Duarte, subsecretario de Finanzas y Planeación, derrotado en las urnas cuando buscara un cargo de elección popular en Córdoba, diputado local que fue ungido, un cero a la izquierda. Digamos, incluso, sometido a la yunicidad.
Ángel Armando López Contreras. Miembro de la dinastía Kennedy de Xalapa, en la oscuridad. Ni fu ni fa. Ninguna iniciativa de ley presentada. Ninguna encendida homilía en la tribuna parlamentaria. Quizá, quizá, quizá, un operador, más que político, periodístico, con sus comelitonas habituales con los medios de su preferencia. Paseando con su par de barbies en los “207 años”.
Emiliano López Cruz. Originario de Chicontepec, una de las regiones terriblemente marginadas, fue líder de la Liga de Comunidades Agrarias y después lanzado del paraíso. Sabrá el chamán con su bolita de cristal la trascendencia social de su trabajo legislativo.
Luisa Ángela Soto Maldonado. Dirigente sindical perpetua en la secretaría de Salud, sumida a la yunicidad para evitar tsunamis. Y pare de contar el beneficio social generado para la población, además de los negocios familiares de que ha sido señalada.
Carlos Antonio Morales Guevara. Ex presidente municipal de Altotonga, fans del senador Pepe Yunes Zorrilla, “una golondrina rara, extraña ocasión anuncia el verano”.
Los otros, José Roberto Martínez y Janeth García Cruz, sabrán sus familiares.
El colmo: un par de diputados priistas, Regina Vázquez Saut, cacicona de Acayucan, y Basilio Picazzo, cacique de Papantla, desertores del tricolor y ahora, háganos favor, panistas.
Otro desertores más, entre ellos, Vicente Benítez, “El señor de las maletas voladoras” y “El profe de las tangas eróticas”.
Fernando Kuri Kuri, el dueño del periódico “El mañanero”, de Oluta, beneficiado por dedazo con un convenio publicitario con la LXIV Legislatura y fracasado coordinador de la campaña electoral de Fidel Kuri Grajales como candidato a presidente municipal de Veracruz, y en donde fue derrotado por el panista Fernando Yunes Márquez.
Tres. La nostalgia faraónica
Cooptados, estrecha posibilidad tienen los siete diputados para la gestión social, digamos, a la altura de He Man Sergio Hernández, el panista pastor de la bancada azul y jefe máximo de la Junta de Coordinación Política, con más de doscientas casas de gestión, dice, y con recursos para “borracheras, drogas, mujeres y orgías” y con la tentación faraónica de rendir el primer informe de labores patrias en el Teatro del Estado.
Además, se afirma, del Cartel Periodístico (así le llaman) a sus órdenes y que desbaratan y truenan cualquier pregunta de un reportero incómodo.
Más aún: si se revisara con una lupa el resultado social en un año de los siete diputados rojos reprobarían el examen con la mínima calificación.
Claro, nadie dudaría de que han sacado algún provecho como legisladores, por ejemplo, favorecer a sus compañías constructoras y/o a sus medios favoritos.
Pero que ellos signifiquen, por ejemplo, una reserva electoral fuera de duda para las elecciones del primero de julio del año entrante, mucho se duda, como el caso de Callejitas, con quien los profes de la sección 32 del SNTE tienen ya, y desde hace varios años, el corazón electoral en otros partidos políticos y en otros candidatos.
Lo más aterrador es que un ex diputado priista, el hijo de César del Ángel, el tlatoani del Movimiento de los 400 Pueblos, anda tocando el corazón del gobernador Yunes clamando el perdón para su padre, a quien le hace firmar cartitas de amor desesperado, y todavía lo posa desnudo en la cámara del celular al mejor estilo de las mujeres semidesnudas de su religión social y política.
El único consuelo para la bancada roja en el Congreso es que Renato Alarcón se ha ganado con creces el título del presidente imaginario.