Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.-27 de abril de 2017.-Uno. El priista achicado Los vientos huracanados en el PRI están causando demasiados estragos. Por ejemplo, el caso de Marlon Ramírez.
Presidente del comité municipal que fue en el puerto jarocho, secretario de Organización del CDE, fue subsecretario de Gobierno en dos ocasiones. La primera, con Fidel Herrera Beltrán, cuando lo premiara vía Gustavo Sousa Escamilla por disciplinarse a Carolina Gudiño Corro. Y la segunda, con Javier Duarte, vía Jorge Carvallo, por disciplinarse a Ramón Poo Gil.
“En menos de lo que canta un gallo”, soñó con la presidencia del CDE del PRI, formó sus guardias pretorianos con el llamado “G50”, un grupo, se afirma, de cincuenta priistas, todas elites, pero se le atravesó Renato Alarcón con la bendición del subsecretario de Gobernación, Roberto Campa Cifrián.
Luego, soñó con la candidatura a presidente municipal pero varios se le atravesaron. Gustavo Sousa y Francisco Ávila Camberos, que declinaron. Luego, Antonio Sierra, que le movió el piso, sin lograrlo. Y sólo cuajó el orizabeño Fidel Kuri Grajales.
Ahora, ni modo, la vida es así, redujo su legítima aspiración como candidato a regidor primero, consciente y seguro, topo marxista que lee los hechos, de que el tricolor perderá la presidencia municipal y de que en la primera posición ocuparía la silla edilicia.
Incluso, y en el reparto disputó la posibilidad con Raúl Díaz Diez, presidente del comité municipal, y le ganó.
Tal cual, resulta inverosímil la forma con que Marlon fue achicando su mundo, cuando su biografía pública le da, le daría, para más.
Con todo, son los vientos huracanados que están soplando en contra del tricolor, el partido que apenas el año pasado era dueño del poder, tiempo en que la mayoría de las elites rojas creían, estaban seguras de continuar encaramados en el poder.
Dos. Líderes sin respaldo social
Lo dice Renato Alarcón, el presidente del CDE: los priistas jarochos suscriben pactos de civilidad cuando son aspirantes. Pero cuando uno sale nominado, todos se van en contra. Y a la yugular.
Además, se concita otra circunstancia: la mayoría son mediáticos, sin una fuerza popular atrás, de respaldo que los fortalezca.
Entre ellos mismos se reparten el poder, pero han descuidado el sustento social, digamos, como en el caso de algún líder sindical, Pascual Lagunes Ochoa, por ejemplo, que con tantos caballitos de Troya se mantiene en el trono imperial y faraónico desde hace más de veinte años.
En sus orígenes utilizaron y manipularon a las bases. Estuvieron cerca de la militancia. Luego, la profecía se cumplió. “Amigo que se encumbra, amigo que se pierde”.
Entonces, caminaron a la orilla de la otra banqueta. Y usufructuaron las mieles del poder, pero lejos de la base social.
Y cuando de nuevo necesitaron el respaldo popular, ya estaban solos.
Fue, entre otros, el caso de Marlon Ramírez, quien acompañado, digamos, por el “G50”, le fue insuficiente para lograr el sueño.
Lo peor: el mismo caso sucedió con el PRI en Veracruz.
Los abusos y excesos del poder fueron tantos tantos tantos que perdieron la gubernatura y la mayoría en el Congreso el año anterior.
Y de paso, Javier Duarte está preso en una cárcel militar de Guatemala, donde el pobrecito solicitó antier que le faciliten un colchón porque “la cama de piedra” donde duerme está muy dura.
Y que también le den chance de convivir con los otros presos (Maras, narcotraficantes y políticos acusados de corrupción) porque se siente, el pobrecito, muy solito.
Y de ñapa, cuatro duartistas presos en el penal de Pacho Viejo.
Y el colmo, muchas elites priistas en la incertidumbre y la zozobra, temerosos de que la Yunicidad les expida una orden de aprehensión por los ilícitos en que pudieron haber participado.
El PRI… descarrilado.
Y todavía así, las cúpulas siguen igual de soberbias, peleando entre sí por las migajas del poder que restan, cuando la unidad política y la fuerza social es el camino para dignificarse.
Tres. El voto ha de trabajarse
El desempleo priista se multiplica. Y lo más canijo es que las tribus rojas han caído en el derrotismo.
Por ejemplo, se han resignado a que sólo podrían ganar entre unas treinta a cuarenta alcaldías y todas chiquitas. En los municipios más grandes en población y recursos, derrotados de antemano.
Por eso la rebatinga, caso Marlon Ramírez, de las candidaturas a la regiduría primera, la única que estaría, digamos, segura.
Está claro que el año entrante, como ahora, la gran disputa por la gubernatura será entre el PAN y Morena y el PRI irá al tercer lugar.
Y por añadidura, el mismo escenario para las diputaciones locales y federales y las senadurías y sabrá la bruja de los Llanos de Sotavento lo que pasará con la presidencia de la república.
Una parte roja alardea de que tienen unos 700 mil, parece, 800 mil votos seguros.
Pero los sufragios son de quienes lo trabajan con hechos, resultados y lealtades, y si durante muchos sexenios las elites que llegaban al poder estatal traicionaron a la militancia, ahora, con los vientos en contra, mucho se duda del voto amarrado.
Lo peor: se mira alrededor de las elites priistas tanto en el puerto jarocho como en el resto de Veracruz y la mayoría, un 90 por ciento, son frágiles, sin una base popular.
Y el voto ha de trabajarse, más, mucho más allá de los conciliábulos, las intrigas y los titulares.