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Priistas ejemplares, “nunca piden nada”, bandera de Pepe Yunes

El Piñero

Luis Velázquez

 

PASAMANOS: Pepe Yunes Zorrilla anda en campaña al lado de los candidatos del PRI a presidentes municipales. Y con una buena estrategia. Mejor dicho, con una bandera de lucha de primera.

Por ejemplo: en cada pueblo donde ha estado repite una tesis central. Hay en el tricolor “miles (y miles) de veracruzanos ejemplares y honrados. Ellos, a nadie piden nada y nada indebido hacen”.

Y, bueno, se trata, a todas luces, de un nuevo deslinde del senador de Javier Duarte y una parte de su gabinete legal y ampliado y de sus familiares y de sus cómplices, pues de cara, frente a frente, sin rodeos, enfrentó a un duartazgo que desde Fidel Herrera Beltrán lo acosaba y reprimía.

Incluso, y mientras el sexenio anterior Duarte saqueaba las arcas con el visto bueno del ORFIS, la Comisión de Vigilancia del Congreso y la mayoría legislativa y la Contraloría y la secretaría de Finanzas y Planeación (con seis titulares en el sexenio), el senador era el único legislador federal de Veracruz que cabildeaba recursos federales para los Ayuntamiento y para los sectores productivos organizados.

Y lo más importante, fondos entregados de manera directa a los beneficiados.

Así, y por ejemplo, gestionó más de tres mil millones de pesos, traducidos hoy en obra pública.

Todavía lo sigue haciendo. Y continúa bajando recursos, y más, con su amigo José Antonio Meade de secretario de Hacienda y Crédito Público, su antiguo compañero en el ITAM, y quien con frecuencia, igual que Luis Videgaray Caso, solían pasar el fin de semana en el rancho familiar, “San Julián”, en Perote.

BALAUSTRADAS: La otra estrategia política del senador haciendo campaña con los candidatos a alcaldes es la siguiente:

En algunas latitudes ha estado acompañado de figuras políticas nacionales, entre ellas, Enrique Ochoa Reza, el presidente del CEN del PRI, y Claudia Ruiz Massieu, la secretaria, y César Camacho Quiroz, el coordinador de la bancada priista en el Congreso de la Unión.

En unos casos, incluso, han presidido, además de los mítines, reuniones oficiales para la gestoría social.

Y, claro, la circunstancia de que Pepe Yunes aparezca en la jornada electoral con tales figuras del altiplano expresa y reconfirma la buena relación, el mejor karma, que tiene en el aparato gubernamental del Peñismo.

Además, de los valores entendidos con amistades oficiales, antiguas y sólidas, que llegan, incluso, a Los Pinos.

Diríase que el senador es el único priista en tales lides, al contrario, digamos, de los diputados federales de mayor relieve (Érick Lagos Hernández, Jorge Carvallo Delfín, Édgar Spinoso Carrera, Adolfo Mota, Alberto Silva Ramos y Antonio Tarek Abdala) y que ni siquiera han aparecido en sus distritos.

Claro, todos ellos “andan a salto de mata”. Están llenos de miedo y temor de acompañar a Arturo Bermúdez Zurita, Mauricio Audirac Murillo, Francisco Valencia y Flavino Ríos Alvarado (con su prisión domiciliara) en el penal de Pacho Viejo.

Saben, están conscientes, de que sí se mueven, entonces, correrán el mismo destino que Gina Domínguez Colio, la primera vocera del jefe Duarte, que por aquí publicó su columna “Razones de Estado” (una sola vez) se colocó en la mira de la yunicidad y por eso duerme en el reclusorio en una celda donde comparte honores con una ladrona.

Pepe Yunes está limpio. Impecable hoja de servicios. En el Fidelato y en el duartazgo fue un apestado. Y aun cuando alcanzó unos cargos públicos (fue diputado local y federal) y presidente del CDE del PRI, llegó por otros caminos. Y se mantuvo en la raya. Firme en su integridad.

Y por eso mismo, con autoridad moral hace campaña con los candidatos de su partido.

“No todos somos iguales” dice un spot televisivo que el tricolor utiliza en los días que corren para desmarcarse del duartazgo.

 

ESCALERAS: Y es que el duartazgo fue “la gota que derramó el vaso”.

Álvaro Obregón, uno de los héroes de Enrique Peña Nieto, fue el primero en destapar la cloaca.

Lo dijo así: “Todos los políticos somos ladrones”.

Y aun cuando “se curara en salud” advirtiendo que como él sólo tenía un brazo “no podía robar tanto como los otros”, la verdad inapelable quedó en el carril.

Y más, cuando también revelara que ningún general “resistía un cañonazo de 50 mil pesos”, de los de entonces, y que por cierto cuando el escritor Juan Rulfo lo dijera en “un discursito” (así le llamó) en la UNAM, José López Portillo enfureció.

Claro, López Portillo fue el autor de otra verdad universal cuando dijo que gracias a los políticos nos hemos vuelto “un país de cínicos”.

Cierto, Javier Duarte llegó al cinismo. Y lo peor, todo le valió. También le valió a los duartistas.

Ahora, el tricolor llora lo que antes fue incapaz de frenar como el desvío de recursos y el saqueo.

La maldición pesa y carga fatídica será aún. Hay, por ejemplo, varios duartistas presos y más en la lista negra de la yunicidad. Pero falta la venganza del pueblo en las urnas.

Y aun cuando el bienio azul tiene como obsesión el nepotismo, la ira colectiva es tanta que hasta podría legitimar a la dinastía Kennedy del Golfo de México.

Todo dependerá de convencer con hechos y resultados a la población electoral, el máximo tribunal en las urnas.

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