Luis Velázquez/ Expediente 2019
05 de agosto de
2019
El mal fario iniciado cuando Miguel Alemán
Velasco gobernaba Veracruz con el asesinato de reporteros alcanzó ya, ya, ya, a
Cuitláhuac García Jiménez.
El viernes 2 de agosto, en el noveno mes del
tiempo de MORENA en la tierra jarocha, el primer trabajador de la información
asesinado.
Fue en Actopan, en la comunidad “La
Bocanita”. Se llamaba Jorge Celestino Ruiz Vázquez y era corresponsal de
“El Gráfico de Xalapa”, propiedad del abogado José Luis Poceros
Domínguez.
Dato indicativo, curioso y significativo, peor
karma de la vida, peor vibra: el primer reportero asesinado en el tiempo de
Javier Duarte fue en el mes de julio. Año 2011. Noel López Olguín, de
Chinameca. Ahora, con Cuitláhuac y Hugo Gutiérrez Maldonado, secretario de
Seguridad Pública, un mes después… en el primer año del sexenio.
En el duartazgo, 19 reporteros asesinados, más
tres desaparecidos.
En la yunicidad, 5 reporteros ejecutados, uno de
ellos, un hondureño, camarógrafo, en Acayucan.
Todos, en la impunidad.
Un pistolero solitario ultimó a tiros al
corresponsal Jorge Celestino Ruiz Vázquez.
Incluso, hasta con tiro de gracia.
El destino es así, más trágico, más terrible,
más espantoso:
Jorge Celestino tenía en Actopan una tiendita
con venta de celulares en su propia casa, ni siquiera, vaya, en un changarrito
por ahí.
Y un changarrito para ayudarse en la economía
familiar, igual, igualito como decenas, cientos de reporteros en el país. Y en
Veracruz, claro.
El atentado fue hacia las diez de la noche.
Numerosos disparos en el cuerpo. Saña y barbarie en su más alto decibel.
Lo peor: estaba amenazado de muerte. Interpuso
denuncia penal en la Fiscalía General, oh Jorge Wínckler Ortiz, “el
chaparrito oaxaqueño” le llama Javier Duarte, “el inepto” le
dice el secretario General de Gobierno, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, el
Fiscal incómodo le llaman los diputados locales de MORENA, “ya
renuncia” le dijo el senador de MORENA, Ricardo Monreal.
Fue su muerte, una muerte anunciada. Meses
anteriores, por ejemplo, los malandros le enviaron un aviso más. Su casa y su
vehículo fueron rafagueados.
Pero como en Veracruz iban mil 178 asesinatos
hacia el fin del mes de julio, entonces, en la Fiscalía ni tampoco en Seguridad
Pública, hicieron caso.
“Dejaron hacer y dejaron pasar”.
Ahora, el tiempo de Cuitláhuac García está ya,
ya, ya, enlodado por el primer reportero asesinado.
Claro, en el país, en la era AMLO, van trece
reporteros ejecutados.
Veracruz ya puso su cuota.
En los 34 años del dictador Porfirio Díaz Mori
sólo fueron asesinados cinco, seis periodistas, los más, ordenados por los
gobernadores.
Porfirio Díaz, escribió el historiador Francisco
Bulnes, únicamente los encarcelaba. 41 veces a Ricardo Flores Magón. 36 veces a
Filomeno Mata, por ejemplo.
HORA DE
LA RESISTENCIA PACÍFICA
La antología de la muerte violenta en Veracruz
en la era Cuitláhuac incluye niños, mujeres, jóvenes, ancianos y hombres.
Entre ellos, políticos, funcionarios públicos,
líderes sindicales, líderes partidistas, militantes de partidos políticos,
policías, activistas sociales, empresarios y miembros de la comunidad sexual,
entre otros.
Ni se diga, amas de casa.
Ahora, con el asesinato anunciado del primer
reportero, Jorge Celestino Ruiz Vázquez, una vez más, y como siempre, las
fanfarrias de Morenistas jurando y perjurando justicia pronta, rápida y
expedita.
El gobernador y los secretarios de Gobierno y de
Seguridad Pública (sólo faltó el Fiscalito chaparrito) asegurando a la mitad de
la población y a la otra mitad la guerra total a la impunidad.
Es hora, sin embargo, de la resistencia
pacífica. La Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas ha de
madurar y abstenerse su presidenta de estar publicando el epígrafe insustancial
y superficial en su columna “Apuntes”, de escribir “en memoria
(ajá) de los periodistas caídos en cumplimiento de su deber”.
¿Y?
Es el momento crucial de lanzar una
convocatoria, primero, para una gran marcha pacífica en Xalapa, y luego
enseguida, en cada región de norte a sur y de este a oeste de Veracruz el mismo
día, a la misma hora.
De inmediato, un plantón en Xalapa frente a
palacio sobre las escalinatas de la Catedral en señal de protesta pacífica.
En automático, una gran convocatoria a la prensa
de la Ciudad de México para denunciar la inseguridad, la incertidumbre, la
zozobra y la impunidad.
Y más cuando en cada crimen el gobierno de
Veracruz se reduce a jurar y perjurar castigo para los asesinos y proceso penal
y sentencia penitenciaria y cárcel y justicia.
Más, mucho más, cuando al momento, de nada han
servido las protestas ciudadanas en varias demarcaciones de Veracruz reclamando
un alto al oleaje volcánico de la inseguridad.
En ningún lado del mundo se acaba, disminuye,
achica, reduce la inseguridad a base de puras declaraciones periodísticas y
“bajando el cielo y las estrellas”, vendiendo esperanzas, ilusiones,
utopías, quimeras, de la tranquilidad pública en el diario vivir.
POR
DELANTE, 5 AÑOS SOMBRÍOS…
Trece trabajadores de la información han sido
asesinados en la era AMLO.
Pero, bueno, allá cada gobernador enfrentando
sus demonios, pues tampoco se vale justificar el asesinato de Jorge Celestino
Ruiz Vázquez en Actopan como parte del tsunami de violencia en el país.
Los malandros asesinan. Los actores sociales
ofrecen justicia. Los medios publican la nota informativa y columnas
profetizando peores vientos huracanados. Y el único resultado concreto y
específico es un Veracruz chorreando sangre y cada vez más hogares enlutados y
multiplicándose las cruces en los panteones municipales.
Y como un crimen hace olvidar el anterior y el
anterior y el anterior, entonces, la cadena de inseguridad e impunidad se va
ensortijando como los tentáculos de la promiscuidad política donde el llamado
Estado de Derecho está suplantado por el Estado Delincuencial.
La palabra periodística es insuficiente.
Incluso, de poco o nada sirve. Es la hora de pasar al activismo.
Fue y por desgracia el error cometido cuando
Javier Duarte.
Un día, mataron al primero y al segundo y al
tercero y al cuarto reportero… hasta llegar al número diecinueve, y los
medios sólo reclamaban justicia desde las páginas escritas, habladas y
digitales.
Pero sin dar el siguiente paso.
Y Duarte “dejó hacer y dejó pasar” y
el oleaje de violencia en contra de los trabajadores de la información
convirtió a Veracruz “en el peor rincón del mundo para el gremio
reporteril”.
En la era Cuitláhuac, el primero reportero
asesinado. Por delante quedan 5 años y medio y ningún ciudadano desearía se
convirtieran en los peores tiempos.