- Sicosis universal
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Igual que en el siglo pasado y en el anterior y en el otro, la población de Veracruz (y del país) sigue padeciendo el mismo temor y horror, pánico, miedo, a la policía.
Y más, cuando el policía aparece de pronto en una esquina, en la calle, con sus lentes negros sórdidos y siniestros, con bigotito y su panza gigantesca y con el uniforme y el garrote y la macana.
Incluso, y como ha sido tan cacareado, entre un policía y un ladrón caminando en la acera vecina, el ciudadano común y sencillo prefiere más seguir caminando por el lado del ladrón, porque el ratero asalta y huye y el policía asalta, madrea, detiene, acusa de ofensas a la autoridad, lleva a la comisaría y encarcela.
Y más, como el jueves 23 de agosto, cuando en el sur de Veracruz, en Acayucan, un policía más (ex policía rezan siempre en el boletín) fue detenido acusado de desaparición forzada, claro, lógico, obvio, en el sexenio de Javier Duarte y cuando el jefe máximo era Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública, SSP, preso en el penal de Pacho Viejo.
Además, claro, de los 8 ex policías detenidos por el mismo delito el lunes 27 de agosto.
PASAMANOS: Se llama Sergio. Sergio “N” como se estila ahora, según parece, de acuerdo con la normatividad de los derechos humanos de los presuntos infractores de la ley.
Sergio “Ene” fue oficial de la Policía de SSP. Estaba asignado en Acayucan. Y lo aprehendieron en el poblado “Las Palomas”, de San Pedro Soteapan.
En aquel tiempo, el tiempo sórdido y siniestro del duartazgo, participaba con otros amiguitos y condiscípulos en los retenes de Seguridad Pública en las carreteras.
Y en el mes de abril del año 2013, el duartazgo “en la plenitud del pinche poder”, el tercer año del sexenio, fue enviado a un retén sobre la carretera Xalapa-Coatepec.
Entonces, Sergio “Ene”, de 26 años ahora, desapareció con sus cuates a varias personas detenidas en los retenes.
Y el Juez Tercero de Primera Instancia asignado en Pacho Viejo, Causa Penal 61/2018, ordenó su captura.
Y ahora duerme con los más de treinta duartistas entre políticos, jefes policiacos y policías, en el penal de Pacho Viejo.
CORREDORES: Un policía más que cae. Una razón más, poderosa, poderosísima, para tener miedo y terror a la policía.
La policía que según Latinobarómetro ocupa el último lugar (el sótano) de la confianza ciudadana, en el mismo lugar que los políticos, campeones de corrupción en América Latina.
En cada inicio de sexenio, el gobernador en turno ha apostado la vida a rescatar la credibilidad de la ciudadanía en la policía.
Y el sexenio termina y sigue otro y otro y todo parece empeorar.
Inverosímil, por ejemplo, que entre los jefes policiacos y policías del sexenio anterior, aliados con los carteles y cartelitos, convirtieran el terreno anexo al Frac. Colinas de Santa Fe, en el puerto de Veracruz, en la fosa clandestina más grande del continente.
Y que allí hayan sepultado a tantas víctimas de la desaparición forzada, incluso, a funcionarios públicos del mismo gabinete de Javier Duarte.
Y lo peor, que lo efectuaron una vez y otra y otra y otra, sin nunca un dejo de remordimiento, casi casi al mejor estilo de los grandes dictadores de AL, como por ejemplo, Augusto Pinochet (Chile), Rafael Leónidas Trujillo (República Dominicana), Jorge Rafael Videla (Argentina), Juan Domingo Perón (Argentina) y Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos (Perú).
RODAPIÉ: Faltan tres meses para el fin del bienio azul y los carteles siguen adueñados del día y de la noche y ninguna pizca de que la confianza en las corporaciones policiacas se restableciera.
Nadie duda de que entre los más de veinte mil elementos (de hecho y derecho, más personas que habitantes en algunos pueblos de Veracruz) hay policías confiables.
Pero en términos generales, domina y subsiste el resquemor, pues toparse con un policía es la muerte. Mínimo, una madriza, y más, si el ciudadano reclama el respeto a los derechos humanos.
Simple y llanamente, dan miedo.
Y más, tan fresca en la memoria colectiva la desaparición forzada a que llegaron en el sexenio anterior, primera vez en la historia local.
BALAUSTRES: Nada indica que en el sexenio de MORENA y el góber electo, la percepción social sobre los policías pueda cambiar, vaya a cambiar o cambie.
Por ejemplo, si los elegidos piensan que con aumentar el salario a la policía será mejor y se volverá respetuosa de la ley, falta, primero, definir el incremento al sueldo, pero la ambición humana alcanza dimensiones insospechadas.
Si creen que con capacitar a los elementos efectuarán una trepanación en sus sesos y neuronas, ni José Vasconcelos soñando con “La raza cósmica” ni Emiliano Zapata con la comuna campesina, transformaron el destino social del país.
Si creen que con la república amorosa los policías predicarán con hechos el amor y la paz, ¡vaya ilusos!
Si están seguros de que luego del fracaso social del PRI y PAN, con MORENA se entrará al reino de los cielos y al paraíso terrenal, el terror a la policía está en el ADN de cada ciudadano y volver a confiar en ellos está en chino.
Si reproducen el modelito de Javier Duarte de la Fuerza Civil, caray, muchos de ellos terminaron iguales que los policías acusados de desaparición forzada.
Mucho más fácil será que un camello pase por el ojo de una aguja…
Habría, entonces, de preguntarse como Zavalita en “Conversaciones en la catedral” de Mario Vargas Llosa, ¿en qué momento se jodió (o los políticos jodieron a) la policía de Veracruz?
El día cuando en el sexenio anterior los policías fueron utilizados para la desaparición forzada supieron que habían tocado el infierno.
Y, sin embargo, todo indica, siguieron obedeciendo las órdenes de Arturo Bermúdez, anexos y conexos, y de Javier Duarte y de sus Fiscales… y que, por eso mismo, pasan encarcelados los días y las noches.