Investigadores de la Universidad de California, Davis (UC Davis), la Universidad de Wisconsin y Mars Inc. publicaron los resultados de un estudio de 10 años, en el que se explica cómo el ambiente de oxígeno de la mucosidad del maíz extrae nitrógeno del aire y lo alimenta a la planta.
Una subsidiaria de Mars Inc. llamada BioN2 firmó un acuerdo con la comunidad oaxaqueña de Totontepec para poder compartir los beneficios financieros de la comercialización del maíz. Sin embargo, la situación de los plantíos de Totontepec plantea preguntas sobre cómo la comunidad se verá beneficiada cuando los investigadores y corporaciones se encuentren comercializando los cultivos y plantas locales.
Redacción / Sin Embargo
Ciudad de México (SinEmbargo).- ¿El maíz es capaz de producir su propio nitrógeno? En 1979, el naturalista Thomas Boone Hallberg visitó el pueblo de Totontepec, Oaxaca, y quedó sorprendido al ver que las plantíos de este grano habían crecido al rededor de 20 pies de altura en un suelo pobre en nutrientes.
De acuerdo a un artículo publicado en Yale Enviroment 360, por Martha Pskowski, aquel maíz tenía raíces aéreas que producían una especie de gel mucoso justo antes de que comenzara la temporada de cosecha.
Hallberg había tenido oportunidad de visitar diferentes pueblos desde que se mudó a Oaxaca en 1950; sin embargo, nunca había visto algo similar a lo que pudo percibir en el pueblo de Totontepec.
Con afán de investigar a fondo el misterio detrás de estos plantíos, Boone regresó en 1992 con un grupo de científicos mexicanos. En aquella ocasión el maíz, también conocido como olotón, estaba casi listo para la cosecha y sus raíces destacaban por brillar con gel. Ronald Ferrera-Cerrato, un microbiólogo, llevó muestras a su laboratorio fuera de la Ciudad de México para analizar las bacterias que había en el gel. Sus resultados preliminares mostraron que el maíz recibió nitrógeno del aire, a través de sus raíces aéreas, pero su investigación no demostró que las éstas fueran capaces de fertilizar el maíz.
En un artículo publicado en Plant and Soil, en 1996, Eric Triplet, microbiólogo de la Universidad de Wisconsin, planteó la posibilidad de que las plantas de olotón fijaran nitrógeno como “el” santo grial “de la investigación de fijación de nitrógeno” debido al potencial que tenía para reducir la demanda de fertilizantes.
El pasado mes de agosto investigadores de la Universidad de California, Davis (UC Davis), la Universidad de Wisconsin y Mars Inc., conglomerado mundial de alimentos y dulces, publicaron los resultados de un estudio de 10 años en PLOS Biology, en el que se explica cómo el ambiente de oxígeno de la mucosidad del maíz extrae nitrógeno del aire y lo alimenta a la planta.
¿ALGUNA APLICACIÓN COMERCIAL DEL MAÍZ ES VIABLE?
Una subsidiaria de Mars Inc. llamada BioN2 firmó un acuerdo con el pueblo de Totontepec, Oaxaca, para poder compartir los beneficios financieros de la comercialización del maíz.
Si el rasgo llegará a introducirse con éxito en el maíz comercial, los agricultores podrían reducir el uso de fertilizantes sintéticos, por los que llegan a gastar poco más de 3 mil millones de dólares al año sólo en Estados Unidos. Además, los fertilizantes nitrogenados son una de las principales causas de contaminación de agua.
Los científicos de UC Davis y Mars Inc. recibieron un certificado de cumplimiento del Protocolo de Nagoya, acuerdo internacional destinado a compensar a las comunidades indígenas por sus recursos biológicos y conocimientos tradicionales. Sin embargo, la situación de los plantíos de Totontepec plantea preguntas sobre cómo la comunidad se verá beneficiada cuando los investigadores y corporaciones multinacionales se encuentren comercializando los cultivos y plantas locales.
Alejandro Ruiz García, agrónomo de Guelatao, Oaxaca, que acompañó a Hallberg a Totontepec en 1992, cree que otras comunidades que cultivan olotón también deberían verse beneficiadas por la futura comercialización del maíz. “Esto es parte de nuestro patrimonio cultural y agrícola”, señaló. “El debate recién comienza”, agregó.
El caso del maíz de Totontepec sirve como recordatorio de que las políticas destinadas a salvaguardar los recursos genéticos de las comunidades indígenas, en México y en todo el mundo son, en gran medida, un trabajo en progreso.
Desde que el protocolo de Nagoya entró en vigor, algunos científicos han expresado su preocupación de que los países hayan impuesto requisitos costosos a los investigadores para desalentar la investigación científica. Pero a pesar de ello, las comunidades indígenas y defensores temen que la explotación continúe, debido a que los detalles del acuerdo negociado entre la comunidad de Totontopec y UC Davis / Mars Inc. siguen siendo confidenciales.
Periodistas, científicos y defensores de los agricultores en México se han manifestado en contra del acuerdo, y algunos incluso han acusado a los investigadores estadounidenses de biopiratería, explotación del conocimiento indígena y los recursos biológicos sin permiso.
Sin embargo, Alan Bennett, profesor de ciencias de las plantas en UC Davis y líder del proyecto de investigación de maíz, rechaza la acusación pues asegura que su equipo trabajó de buena fe, contó con la participación de la comunidad de Totontopec y siguió las pautas del Protocolo de Nagoya. “Realmente elaboramos algo de lo que estaría orgulloso”, declaró en una entrevista.
“HEMOS TRABAJADO DE LA MANO CON LA COMUNIDAD MEXICANA”: MARS INC.
Un portavoz de Mars Inc. aseguró que han “trabajado de la mano con la comunidad mexicana en esta investigación”. De acuerdo con declaraciones de la compañía estadounidense, ellos compartieron información en asambleas comunitarias y consultó con el Gobierno federal mexicano. Además, Howard-Yana Shapiro, director de agricultura de Mars Inc., garantizó en una entrevista que la decisión de trabajar con una sola comunidad se tomó “a instancias del Gobierno [mexicano]” porque se consideraba la forma más eficiente de cumplir con el protocolo Nagoya.
La revista ambiental Yale Environment 360 tuvo acceso a una versión preliminar del acuerdo que dice que UC Davis posee derechos de patente y que los ingresos netos de cualquier regalía de patente se compartirían 50-50 con la comunidad de Totontepec. El profesor Bennett comentó que los líderes de la comunidad oaxaqueña solicitaron que el acuerdo permaneciera confidencial, y confirmó que Mars Inc. pagó 100 mil dólares a Totontepec como parte del acuerdo.
Por su parte, el Gobierno mexicano no ha desempeñado un papel para garantizar la protección de los derechos de la comunidad de Totontepec. En 2015, cuando México emitió un Certificado de Cumplimiento de BioN2, el Gobierno federal no tenía un proceso estandarizado para manejar las solicitudes de empresas y universidades para acceder a los recursos biológicos de las comunidades indígenas.
El Gobierno mexicano adoptó un “proceso de transición” en 2017 y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, encargada de implementar el protocolo de Nagoya, y el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) rechazaron repetidas solicitudes de entrevistas.
Luis Adolfo Alcántara Núñez, actual presidente municipal de Totontepec, no conoce los detalles del acuerdo final y los cuatro comisionados agrarios de la comunidad son las únicas personas autorizadas para hablar sobre la situación.
EL MAÍZ CON FIJACIÓN NITRÓGENO SE CULTIVA EN OTRAS LUGARES
Para los defensores de las comunidades indígenas resulta importante que se tenga acceso a mediadores externos para garantizar que estén plenamente informados y que sus derechos estén protegidos.
Un tema importante en el caso de Totontepec es la decisión de los investigadores de Mars Inc. y UC Davis de no consultar o compensar a otras comunidades que cultivan olotón. De acuerdo a otros investigadores, el maíz con fijación de nitrógeno se cultiva en otras partes de Oaxaca e incluso en Guatemala. Sin embargo, sólo Totontepec recibirá una compensación por la comercialización de un cultivo que es un recurso natural regional, lo que resulta injusto para otras comunidades y a algunos observadores externos.
De acuerdo a Jean-Michel Ané, un microbiólogo de la Universidad de Wisconsin, cuando su contrató terminó con Mars Inc. no lo renovó ya que el piensa que el maíz debe mantenerse en el dominio público y ponerse a disposición de los pequeños agricultores de todo el mundo.
Laurent Gaberell, de la organización sin fines de lucro suiza Public Eye, dice que el Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, un acuerdo paralelo a Nagoya, está destinado a regular el acceso a los cultivos básicos que se extienden por muchas comunidades. El tratado reconoce que estos recursos no son propiedad de una sola comunidad y que los beneficios deben ser compartidos.
El maíz es uno de los cultivos que forma parte del tratado de la FAO, pero México no lo ha ratificado. Sin embargo, México no tiene un procedimiento legal que regule cómo consultar y compensar a las comunidades, y en ausencia de legislación nacional, las empresas tienen un margen de maniobra significativo.
La administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha pronunciado a favor de los pequeños agricultores y los derechos indígenas. Víctor Suárez, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria/SADER, afirmó que “en este nuevo Gobierno, no vamos a permitir que continúen las políticas que privatizan los recursos genéticos de nuestra población, especialmente los recursos colectivos de las comunidades indígenas”.