Redacción El Piñero
En la carretera federal 145, entre Tierra Blanca y Tuxtepec, se registró un choque entre un tráiler cervecero y un autobús de la Línea Lobos, la tarde de este viernes -17 de noviembre-.
La escena, iluminada por luces intermitentes de emergencia, se convirtió en un improvisado teatro de socorro. Los lesionados, víctimas del siniestro, fueron el foco de atención del incansable departamento de Protección Civil y Bomberos de Tierra Blanca. En una danza de urgencia, los Jaguares y las Águilas Negras, grupos de rescate locales, desplegaron su destreza en medio del caos.
La Cruz Roja Mexicana, una presencia ineludible en estos actos de tragedia, asumió el papel principal en el traslado de los heridos, llevando consigo la esperanza en ambulancias que cortan la noche con su luz roja intermitente.
Sin embargo, en este escenario de desesperación, la sombra de la descomposición social salió al paso. Actos de rapiña emergieron como una respuesta primitiva a la catástrofe. Entre los retorcidos restos de metal, la gente se lanzó a la recolección de un peculiar tesoro: la cerveza de lata “Victoria Chamoy”. Dos semi remolques, testigos mudos del desastre, se vaciaron en un frenesí de oportunismo.
En medio de la vorágine, un joven protagonizó su propio drama al resultar herido, sus rodillas cortadas por las afiladas láminas de aluminio. Las latas, que alguna vez contuvieron el efímero placer de la bebida, se convirtieron en instrumentos de dolor en manos del azar.
Así, en el cruce de destinos truncados, la carretera federal 145 se convirtió en un lienzo donde se escriben historias de dolor, solidaridad y oportunismo, recordándonos que en los accidentes de la vida, las respuestas humanas son tan impredecibles como las fuerzas que las desatan.