Luis Velázquez | Barandal
14 de abril de 2021
ESCALERAS: Por decreto superior, la secretaría de Educación Pública, SEP, tiene una orden: es regresar a clases presenciales en el próximo ciclo, julio, agosto.
El argumento es concreto, específico y macizo: más allá del COVID (casi 9 mil muertos tan sólo en Veracruz, por ejemplo) y el rebrote, las escuelas particulares siguen quebrando.
Y cada vez más alumnos dándose de baja, pues la hermana gemela de la pandemia, la recesión, “muchas cornadas” sigue asestando con el desempleo galopante de los padres de familia, sin los ingresos fijos que antes percibían.
PASAMANOS: Entonces, la SEP de la profe Delfina Gómez, tan aplicada y tan leal, declaró que el apostolado social número uno de su estancia en la SEP (camino a la candidatura de MORENA a gobernadora en el Estado de México) es el regreso a clases presenciales.
Incluso, la secretaría de Salud, a sus órdenes, como es lógico.
Más todavía: cacareando de norte a sur y de este a oeste del país que cada vez mayor número de profesores están vacunados.
Y por tanto, listos para volver a las escuelas, como si, y por ejemplo, los niños, a quienes nadie vacuna, fueran inmunes al bichito chino.
CORREDORES: La disyuntiva es clara. Por encima de la vida y la sobrevivencia están poniendo la economía.
Es más, desde la mañanera se han “lavado las manos” y anunciado que cada gobernador está en libertad de tomar la decisión si regresan a clases presenciales o siguen con las clases digitales, y al momento siete han levantado la mano aprobatoria.
Incluso, jugando con el destino social y familiar y magisterial pues la SS cacarea que pronto el país estará en semáforo verde, y por tanto, listos para el regreso al salón de clases.
El desastre epidemiológico, entonces, cien por ciento politizado.
BALCONES: Más todavía capitalizando el momento electoral cuando el 6 de junio serán elegidos quince gobernadores, 500 diputados federales, todos los diputados locales del país y montón de presidentes municipales en varias entidades federativas.
Entonces, el deseo expreso y manifiesto de quedar bien con los dueños de las escuelas particulares para evitar, quizá, el derrumbe total, sin importar si los alumnos y profesores son expuestos, con todo y vacuna, a la muerte.
Más, y como en el caso, cuando investigadores de la Universidad Veracruzana han advertido de un recrudecimiento del COVID.
PASILLOS: La realidad es una sola: ningún epidemiólogo del mundo sabe con certeza y seguridad, ni siquiera, vaya, apostar a la profecía, el tiempo cuando el coronavirus se vaya… si es que, claro, algún día pudiera desaparecer.
En su momento, el virus del Sida desequilibró la vida humana, como antes, mucho antes, en la primera mitad del siglo pasado, la sífilis… que enfermo venía Hernán Cortés cuando desembarcara en las playas de Chalchihuecan, pues el conquistador era muy querendón.
La sífilis fue superada, por fortuna. Pero el Sida aquí sigue. Veracruz, en los primeros lugares nacionales de mortandad.
El COVID, todo indica, como el VIH… que proclaman otros expertos, vaya a saberse.
VENTANAS: Y en medio de tales hechos, la vuelta al salón de clases constituye un riesgo y un peligro.
Por eso, incluso, los dueños de algunas escuelas particulares han advertido que con mucho gusto, pero cada padre de familia suscribirá una cartita asumiendo su responsabilidad… por si se diera un rebrote más canijo.
Son días de guardar. Días, ni modo, de seguir confinado. Y esperar un nuevo día para formar el Club de Sobrevivientes a la peor pandemia, y única, de los últimos cien años.