Ignacio Carvajal García
Israel Hernández es así:
Un día su jefe le encargó cubrir una nota en el Café de la Parroquia del Malecón, en donde la noticia arriba sin el mayor esfuerzo se ejerce una suerte de periodismo colectivo, sin mayores méritos, pero rentable.
Rebelde, desobedeció al jefe, y prefirió enfilar a las colonias de Veracruz, en donde la vida transcurre entre asaltos, homicidios, marginación social, madres solteras, empleos en el Oxxo y el Yepas, y falta de servicios; colonias a las cuales los políticos sólo acuden en elecciones.
El reclamo del jefe no se hizo esperar, quería su nota, pues de por medio estaban sus intereses políticos, económicos y amicales; lo último, lo último, lo menos importante, claro, era el periodismo.
Israel recibió el regaño estoico, y su jefe tuvo que sacar su nota por otro lado, pero desde entonces, se consagró a la búsqueda de historias y la intepretación del mundo que poder busca ocultar. Se volvió incómodo en su redacción y para el gobierno.
Comprendió que los más elevados valores del periodismo perduran en la calle, con los actores sociales, las víctimas y el conflicto, aunque se arriesgue la vida, como le acaba de pasar, al recibir una bala por cubrir una nota en la revuelta de obreros en Casas Tamsa, de Boca del Río, el feudo de los Yunes, unos buscando empoderar a Juan Carlos Guevara, El Profe, y otros, en pos de que Pascual Lagunes no sea bajado del trono.
Todo eso ocurrió mientras la ciudad dormía, y el reportero veracruzano caminaba entre barricadas y piedras que volaban como balas frías, lanzadas a diestras y siniestra, en el desorden que imperó en la noche del “Pascualazo”, acompañado de su fiel amigo Sergio Aldazaba, los únicos que llegaron en esas horas de la madrugada en pos de la noticia que seguramente cambiará el rumbo de Tamsa, la empresa más importante de Veracruz después de Petróleos Mexicanos.
ESQUIVANDO LA MUERTE
No es la primera vez que “Isra”, como le conocen, ha olfateado la muerte, a penas en enero pasado, durante la jornada de saqueos a tiendas de conveniencia y supermercados en la zona connurbada, su área de influencia, resultó encañonado por un sujeto que intentó amedrentarle a él y a otros compañeros periodistas.
Él y otro grupo de fotoperidistas acudieron a cubrir el reporte de un robo, vieron a la policía haciendo su trabajo, les tomaron fotos y se prepararon para ir a otra área en conflicto, cuando de pronto se toparon con un sujeto, mal encarado, que se bajaba de un coche color blanco, que de la nada sacó un arma de fuego y les espetó: “qué quieren, periodista, llégenle a la $%&&”.
Sorprendidos, no les quedó de otra más que huir y salvar la vida; horas después, entre copas, contaban la anécdota y se olvidaban del mal momento, felices por haber sacado la nota sin saldo negativo para el gremio.
Ese día, al menos tres personas perdieron la vida.
Dos de ellos, turistas del estado de Oaxaca que tuvieron la suerte de toparse con el Veracruz sangriento, y ahora sus familiares acusan a personal de la Secretaría de Marina de haberles privado de la libertad, de la vida y de haber desaparecido a otros tres oaxaqueños; la Marina lo niega.
BUSCADOR DE HISTORIAS
“Cuando hay algo en Veracruz o lejos, es el primero que pone el coche, que dice “vamos” y es el que maneja, porque nos cuidad”, relata Yair Ceballos, su compañero, de la Agencia AVC Noticias.
A los 25 años ha caminado por lo menos la mitad de los municipios veracruzanos y ha cursado estudios sobre su materia en el extranjero.
Estuvo con las madres migrantes que cuidan a sus hijos, con el padre Alejandro Solalinde, Las Patronas, y integrantes de los colectivos que buscan a sus hijos entre cientos de restos humanos en el predio de la Muerte de Colinas de Santa Fe, y ahora en el nuevo, de Alvarado.
“Antes de quedarse a cubrir notas del café, prefiere poner gasolina y su coche para irnos a buscar la noticia en otro lado, a donde sea, siempre y cuando, sea mejor que estar parados en la ciudad cubriendo eventos oficiales”, cuenta otro de sus amigos.
Féliyx Márquez, fotoperiodista de la agencia AP, lo define:
“Es ahora uno de los pocos chavos que se mueven y que siempre está dispuesto a ir y sufrir por una nota”.
Cada vez que ocurre una acontecimiento en Veracruz, Israel Hernández está dispuesto a sacrificar sueño, tiempo, horas con su familia, descanso, o con los amigos con tal de estar en primer lugar en la escena de los hechos, relatan quienes le conocen.
Así lo hizo en diciembre pasado, cuando los enfrentamientos en Jesús Carranza, a unos 500 kilómetros de Boca del Río, su base, sumaron 20 víctimas.
Durante tres días, elementos del Ejército Mexicano y sicarios se enfrentaron en el Valle de Uxpanapa, buenos contra malos, y docenas de pueblos en terror por el ruido de las balas y las persecuciones entre brechas y montes.
Isra se enteró de la última balacera, la peor, a las 12 de la noche, y minutos después, ya estaba coordinado con otros reporteros del sur, para conocer los hechos de primera mano. Con menos de cuatro horas de descanso, a las seis de la mañana ya se encontraba en el sur de Veracruz, fresco como una lechuga para viajar al Valle de Uxpanapa, en donde conoció a un alcalde que pasea por ese lugar únicamente si le acompañan seis o más pistoleros en su camioneta.
Cruzar unos 300 kilómetros en la madrugada, solo, en medio de la nada, en las carreteras de Veracruz, de locos, le dijeron sus colegas en esa cobertura… pero quien esperaba el reporte puntual era la periodista más premiada de los últimos tiempos, Carmen Aristegui, de quien Israel es su corresponsal en Veracruz desde hace varios meses, colaborando incluso en condiciones complicadas, apostando al proyecto de la entrevistadora sacada del aire por haber dado a conocer la forma en que el Presidente hacía sus tranzas.
HIJO DEL PUEBLO
Es egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV), y ha hecho cursos presenciales en la Universidad Complutense de España, además, está en la lista de becarios de la organización Periodistas de A Pie, colaborador de siempre de los colectivos de madres que buscan a sus hijos.
Su carrera como periodista la inició en su natal Misantla, hijo de maestros, hermano de maestros, con la vida resuelta ante la posibilidad de heredar una plaza, prefirió el andar sinuoso del periodismo. Cuando aún estaba en la secundaria, inició con una columna deportiva llamada “Garra Deportiva”, que era publicada en el diario “El Chiltepic”, relata su hermano, Aníbal Hernández, colaborador del diario cultural y político “El Pregonero”, que fue fundado poco después de El Chiltepic, y al cual se mudaron al abrirse ese espacio.
“Era muy metido desde entonces, comenzó muy chico a escribir sus notas deportivas y la columna Garra Deportiva, porque siempre le ha ido a Los Pumas, intentó estudiar las dos carreras en la UV y en la UNAM, pero finalmente se quedó en Boca del Río en la FACICO”, dice Aníbal Hernández.
Una de sus últimas andanzas, cuentan sus amigos, fue el haber echado abajo la exclusiva que preparaba Carlos Loret para ingresar a la fosa de Colinas de Santa Fe, hacer imágenes y video para presentar él, y sólo televisa, el reporte de la peor fosa de todo el continente, y de la que han desenterrado unos 250 cadáveres.
Enterado, inmediatamente corrió la voz entre el resto de los compañeros que como él llevan meses intentando documentar el trabajo de búsqueda en Colinas de Santa Fe, pero que venían siendo boleados por el fiscal Jorge Wínckler, y al otro día, antes de salir el sol, los reporteros ya estaban en la entrada al predio, dispuestos lograr su cometido. Televisa no pudo entrar, y el fiscal pasó frente a ellos, en una camioneta, sentado en la batea, diciendo adiós. Los periodistas franquearon la entrada, que era custodiada por un policía ministerial, y caminaron varios kilómetros hasta el punto del campamento, en donde al fiscal no le quedó de otra más que ofrecer entrevista y dejarlos tomar fotos y video. Con la nota y las fotos, de inmediato corrió a enviarlas, y por la noche celebraron el triunfo jugando una cascarita de fútbol con su equipo de reporteros y fotógrafos llamado “Barrio Duro”, que nunca gana un torneo, ni a semifinales llega, pero sus integrantes lo usan de entretenimiento para huir de la obesidad.
Veracruz con sus 20 periodistas muertos, más de 20 exiliados, tres desaparecidos, y otros 40 bajos mecanismos de protección y monitoreo de instancias federales y estatales, el que Israel haya burlado las balas mortales, de plano, piensan sus allegados, es un milagro que muchos otros que han ensuciado el suelo con su sangre, hubieran querido.