Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- PASAMANOS: Ha muerto en Cosamaloapan un reportero. Tomás Carrillo Hernández. Una vida dedicada a contar historias. La pasión periodística como eje rector. Además, activista social para dignificar el oficio. Presidía una ONG bautizada con el nombre de quien fue su maestro, el escritor y periodista, el profesor Octaviano Corro, tiempo aquel cuando el ingenio San Cristóbal, en Carlos A. Carrillo, era la factoría azucarera más grande del mundo.
Entonces, Tomás Carrillo empezó con su leyenda. Fue cuando además de escribir, era voceador. Y se ponía en la puerta de entrada y salida del ingenio a vender el periódico. “Progreso” se llamaba. Después, amplió su oferta a otros medios, de los cuales era corresponsal.
Alternaba el oficio. En las mañanas, voceaba el periódico. Y al mismo tiempo, reporteaba. Muchos años después, su vida diaria se concentró en la tarea informativa. Quizá como ningún otro caminó en las redacciones de varios medios. Siempre, atrás de la utopía social.
Sólo una vez hizo a un lado la libreta de taquigrafía. Fue cuando el presidente municipal, Gustavo Arróniz Zamudio, se fue encima de su hijo José Tomás. En el parque del pueblo, lo tomó de la camisa y lo levantó. Y en el aire lo zarandeó. Todo, porque al señor alcalde le causaban más daño las palabras que las balas de una R-15.
Así, y luego de ser informado del agravio, el padre hizo a un lado su doble tarea de voceador y reportero, y se fue a palacio, irritado, molesto, furioso. Y entró al despacho presidencial sin pedir permiso. Y se le fue encima a Gustavo Arróniz con una advertencia:
“A la próxima, no respondo. Y si tienes rencor contra mí, aquí estoy”.
Luego, volvió a su chamba que nunca dejaría. Terminó sus días como corresponsal de TV Más, tecleando, contando historias, dando seguimiento noticioso a los días y los años.
BALAUSTRADAS: Fue hijo de la escuela periodística de la vida. Se fogueó en el terreno de los hechos. En la calle. Reporteando en el frente de batalla. Aprendiendo en las salas de redacción. Puliendo y volviendo a pulir la práctica reporteril en el carril y en la disciplina y en la pasión. La pasión, que es el punto de partida, el abc, el fuego que recicla cada amanecer.
Fue, claro, un autodidacta. En la mejor tradición de los grandes reporteros. El latido vocacional que lleva a…, con o sin escuela formal.
Herodoto, el primer enviado especial, echó sus tiliches en un morral y se fue al continente asiático a cronicar el otro lado del mundo. Publicó un libro insuperable. “Los nuevos libros de la historia”.
José Pagés Llergo, la leyenda pura del periodismo empírico, entrevistando en exclusiva a Adolf Hitler en Alemania.
Su primo hermano, Regino Hernández Llergo, entrando al periodismo cuando un día faltó el reportero titular y lo enviaron, de emergencia, a cubrir un hecho en la Ciudad de México y muchos años después terminó con una entrevista exclusiva con Pancho Villa, convertida la crónica en un libro.
Tal cual entró Tomás Carrillo al periodismo.
En un momento de su vida fuimos compañeros. En un semanario. Y en cada edición, su crédito con un texto. Una nota. Una columna. Una historia. Sin jamás faltar a la disciplina. Así estuviera enfermo, pues, entonces, reporteaba por teléfono, tecleaba en su recámara y enviaba la información.
Y en tiempos buenos de salud, él mismo voceaba la revista. Unas veces, cuando niño y adolescente, con su hijo José Tomás, quien también voceaba y siempre estaba orgulloso de su padre. Hijos de la llamada “cultura del esfuerzo”.
ESCALERAS: Se va Tomás Carrillo en días nublados para el periodismo y Veracruz. Salarios de hambre en los medios y sin garantías sociales. Veinte reporteros asesinados y tres desaparecidos, en la impunidad.
Un activista social, de origen norteamericano, asesinado. Un niño de 5 niños, asesinado. Una maestra, asesinado. Los feminicidas, con el acelerador metido hasta el fondo.
Los carteles, dueños del día y la noche.
Y de postre, esa cosita siglada CEAPP alardeando de premios por los años servidos, ajá, con el mejor periodismo.
Seis de cada diez habitantes del territorio jarocho, en la precariedad.
Y un ex gobernador, Javier Duarte, acusado por su mismo partido del político más corrupto en la historia nacional.
Soñó Tomás Carrillo con un mundo mejor para sus hijos y sus nietos. Y su familia. Se fue con el sueño latiendo en el limbo.
Y lo peor: con la Cuenca del Papaloapan, convertida en una gigantesca fosa clandestina.
También partió cuando el ingenio San Cristóbal se volvió uno más del país, como sucede con los grandes imperios y emporios de la historia. De la gloria al infierno. Los García Mora, la nostalgia.
Descanse en paz el amigo que siempre andaba soñando…