- Una vida fecunda
Luis Velázquez
Escenarios
UNO. 40 años de abogado
Reynaldo Escobar Pérez cumplió 44 años de ejercicio profesional en la defensa jurídica. Desde la barandilla de policía hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Desde la Participación Ciudadana en el Ayuntamiento del alcalde perredista, Rafael Hernández Villalpando, hasta la presidencia municipal de Xalapa, la secretaría General de Gobierno y la Procuraduría de Justicia en el sexenio anterior, y en donde, para su fortuna, solo permaneciera diez meses, suspendido en un arranque emocional de Javier Duarte.
Desde su despacho jurídico y 23 años como académico en la Facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana hasta asesor jurídico.
Desde la diputación local en 1983 cuando Agustín Silvestre Acosta Lagunes gobernaba Veracruz hasta la escritura de libros y la publicación de artículos periodísticos.
Por eso, el Colegio del Foro de Abogados del Estado de Veracruz lo honró el “Día del Abogado” y en donde colegas y amigos le expresaron su relación afectiva y respeto institucional.
Una vida fecunda y que se ajusta “como anillo a la medida” con la versión bíblica del Medio Oriente de que a la hora de la muerte el hombre vale más por el número de enemigos y adversarios que deja, aun cuando, y como en el caso, también hay otro dicho azteca donde se asegura que “el único patrimonio de los hombres son los amigos”.
Reynaldo disfruta de la familia y vive, digamos, en la distancia sabia y filosófica de la política, lúcido, que sigue reinventándose a partir del estudio de la ciencia jurídica y la ciencia política, dos de sus más altos atributos y cualidades.
DOS. Meteórica carrera política
Su carrera política fue meteórica. Un cargo público tras otro.
Presidente municipal de Xalapa, cuatro años. Secretario General de Gobierno, seis años. Procurador de Justicia, diez meses.
Casi once meses que incluyeron tres sexenios. Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán y, por desgracia, Javier Duarte, el político preso en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México a partir de que el presidente Enrique Peña Nieto lo dejó solo en altamar con viento huracanado y proceloso.
Diputado local de oposición, como tal llegó a la cancha política de Xalapa al lado de Hernández Villalpando, Patricio Chirinos Calero gobernador, y desde allí las puertas se abrieron y fue ascendiendo.
Como secretario General de Gobierno pudo quedarse con la candidatura priista a gobernador, pero Duarte le ganó la jugada a todos a partir de meterse hasta la cocina y la recámara de la casa de Fidel Herrera, logrando la alianza, la simpatía y el visto bueno de la familia del “tío”.
Varios políticos más quedaron en la recta final, entre ellos, Ranulfo Márquez Hernández y Antonio Benítez Lucho, compañeros de andanzas del cuenqueño desde cuando iniciara en la vida pública, tiempo aquel de Rafael Hernández Ochoa como jefe del Poder Ejecutivo Estatal y Luis Echeverría Álvarez presidente.
Escobar Pérez, con un mejor bagaje jurídico, fogueado en la barandilla como un gran litigante y que a pocos abogados se les da, buen operador político en el laboratorio y la oficina pero también en la calle, logró el pase de la Secretaría de Gobierno a la Procuraduría.
Entre su obra política de entonces quedó, por ejemplo, el triunfo en las urnas que maniobró a favor de Ricardo Ahued Bardahuil y Elizabeth Morales como alcaldes de Xalapa y diputados federales.
TRES. Apóstol de la amistad
Reynaldo Escobar es un fanático de la amistad. Por los amigos “muere en la raya”.
Para él, la amistad es una religión. “Suele quitarse la camisa” para dársela a los otros.
Y aun cuando en el camino, como sucede a muchos seres humanos, quizá a la mayoría, las traiciones se han concitado (y más, mucho más en la política pues son consustanciales), sigue mirando para adelante sin odiar ni guardar rencores ni odios.
“Hay un Dios” suele expresar.
Tan es así que un ranchito en Xico, de donde es originario con su familia, construyó una capilla y en donde el presbítero del pueblo suele oficiar misa cuando con frecuencia pasa los fines de semana en medio de la vegetación y sus animalitos.
Ningún político como él conoce a profundidad el derecho y el revés de la vida pública, pues la vida fue generosa encaminándolo con vientos favorables en diferentes dependencias para medir con perspectiva histórica y sociológica la administración.
Y al mismo tiempo, para conocer Veracruz de norte a sur y de este a oeste y conocer, por añadidura, el sentir social de la población y sopesar, claro, los grupos y grupitos políticos.
Bien podría, incluso, escribir un libro polémico y controvertido de su tiempo (todavía vigente, fresquecito) en el aparato gubernamental.
CUATRO. Lejos de las pasiones desbocadas
Desde el año 2011, el maestro, abogado y articulista se ha conservado lejos de las pasiones desaforadas de la política.
A ningún grupo político pertenece como tampoco a “una mafia en el poder” ni menos forma parte de cuadrillas mesiánicas.
Tan es así que si, por ejemplo, se escudriñaran con lupa sus artículos periodísticos siempre aborda temas nacionales, lejos de la aldea, para así mantener la sana distancia.
Vive, claro, de su pensión y de la asesoría jurídica a consorcios empresariales, con una experiencia jurídica y política excepcional que lo ubica como uno de los profesionales más respetados y respetables.
Su independencia y autonomía garantiza su libertad cotidiana, sin andar en el chismerío ni arrastrado por “las patas de los caballos” desbocados.
44 años de ejercicio profesional y en plena lucidez, cerca de su familia, y soñando todos.