Redacción EL PIÑERO/Corresponsalía
Tuxtepec, Oaxaca.- A diario, miles de litros de aguas negras se vierten al río Papaloapan sin control y sin que ninguna autoridad frene la grave contaminación que representa.
En el puente San Bartolo se puede observar cómo, al aire libre, desembocan aguas turbias, fecales, que se unen al cauce de un río que perdió su tonalidad azul para convertirse en un café oscuro.
Pese a que existen autoridades –de los tres niveles– que brindan protección al medio ambiente, ninguna se ha convertido en una defensora que proteja al afluente más importante de la región, dejándolo contaminar por una población que se ha convertido en su enemigo número uno.
En febrero del 2016, en Tuxtepec fue inaugurada la planta tratadora de aguas residuales (la segunda más grande de todo el estado de Oaxaca). Su construcción se realizó a fin de reducir los altos contaminantes que se vertían al río Papaloapan. Sin embargo, a la fecha, las aguas negras se siguen diluyendo.
Ante ese escenario de contaminación, el rio Papaloapan ya no es opción de gozo. Es un río prohibido para bañistas y negado a cualquier proyecto ambiental de turismo.