- Preso político
- La cárcel, trinchera
- Campo de batalla
Luis Velázquez / El Piñero
27 de abril de 2021
UNO. Preso político
Quizá Rogelio Franco Castán, el perredista que se considera a sí mismo preso político de la 4T en Veracruz, habría olvidado la lectura del libro “Siqueiros, la piel y la entraña” escrito por Julio Scherer García.
Pero con tiempo de sobra en el penal de Pacho Viejo donde está internado por ultrajes a la autoridad, bien podría releerlo y asimilar la filosofía política y social de Siqueiros cuando preso en el penal de Lecumberri por el presidente Adolfo López Mateos y Fernando López Arias, procurador General de Justicia de la Nación, acuñó frase bíblica:
“Soy un preso político y para el preso político la cárcel es un campo de batalla”.
DOS. “No me abato nunca”
Siqueiros lo dijo a Scherer cuando le mostró los originales del libro y en donde describía que estaba abatido.
“Yo no me abato nunca” le reviró el pintor muralista, aquel que intentara asesinar a León Trotsky, refugiado en Cuernavaca por el presidente Lázaro Cárdenas.
“No me abato nunca. Y menos en la cárcel” reviró, insistió, Siqueiros.
“Y si hablo, si grito, si vocifero… es por una razón social”.
TRES. El pasado de político
Rogelio Franco fue líder estatal del PRD, diputado federal y secretario General de Gobierno. Está en la lista del CEN del PRD para diputado federal plurinominal, es decir, sin hacer campaña, sin gastar un centavo y sin exponerse a una derrota.
En su tiempo fue señalado de convertir al PRD en color rojo. Rojo priista.
Hasta donde se sabe si se sabe bien, como dirigente perredista excluyó del paraíso a Atanasio García y a su hijo, Cuitláhuac García Jiménez.
Ahora, vive los días y noches tras las rejas penitenciarias.
Pero como decía Siqueiros, para un preso político, “la cárcel es su campo de batalla”.
CUATRO. Defender la dignidad
Cierto, los suyos, colegas, partidarios y fans han dado la batalla. Marchas, resistencia pacífica, declaraciones mediáticas, presiones. Incluso, la dirigencia nacional con Jesús Zambrano ha tocado puertas en la secretaría de Gobernación cabildeando su libertad.
Pero el proceso penal sigue. Y por lo pronto, fue sentenciado a 8 meses de cárcel. Es decir, después de las elecciones del 6 de junio.
Desde la cárcel, observando a Siqueiros, bien podría la inconformidad social. Mejor dicho, la defensa de su dignidad.
Por ejemplo, una huelguita de hambre. El activismo mediático a través de sus abogados en la confidencia de la crujía. La organización de los presos desencantados de la política de readaptación social. Las cárceles, cogobernadas por los malandros. Etecé. Etecé.
CINCO. Luchar desde adentro
Una cosita es que afuera, en la calle, los perredistas, panistas y priistas (ahora cuando andan en luna de miel) sigan cabildeando su libertad.
Y otra, mil años luz de distancia, es que adentro, Rogelio Franco también luche.
Pareciera, sin embargo, que se está dejando abatir.
Además, olvida la enseñanza de Morris West, en su novela El arlequín, los grandes imperios y emporios se combaten y llegan a destruirse desde adentro.
Famosa la alegoría de Narciso Mendoza, El Pípila. Y se ni diga del caballo de Troya, cuando los hombres se lanzaran a una guerra para quedarse con Helena.
SEIS. Jamás el indulto…
Escribe Julio Scherer García: “Asfixiado, Siqueiros pidió clemencia al poder y el presidente Adolfo López Mateos le devolvió la libertad. Fue indultado”.
Después de tantos agravios, nunca Rogelio Franco solicitaría indulto y que, además, y en todo caso, quizá se lo darían hasta después del 6 de junio.
Pero mientras, y como hombre de izquierda que se proclama, solo resta dar la pelea desde adentro…