➡️ Este decreto pondrá en jaque la economía de cientos de familias oaxaqueñas, justo cuando el calendario se acerca al brindis del Año Nuevo.
➡️ Hay empleados que fueron corridos pese a acumular derechos laborales y con más de una década de servicio
➡️ ¿Bajo que criterios el Gobierno de la “Primavera Oaxaqueña” realizó este despido masivo?
Por: Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Oaxaca, México.- Por el presunto amor a la patria y el rencor disfrazado de austeridad, el gobernador Salomón Jara ha soltado la bomba que dejará en la calle a más de 1 mil 400 trabajadores de base del Gobierno del Estado.
Una decisión que pone en jaque la economía de cientos de familias oaxaqueñas, justo cuando el calendario se acerca al brindis del Año Nuevo. ¡Feliz 2025, familia burocrática!
Estos despidos no son cualquier cosa. Estamos hablando de empleados que ya habían acumulado derechos laborales, algunos con más de una década de servicio. Pero en la política oaxaqueña, las leyes laborales parecen ser tan elásticas como los discursos que salen de Palacio de Gobierno.
Y ahora, bajo el manto de la 4T, se pretende limpiar el tablero sindical con un decreto que suena más a vendetta política que a justicia administrativa.
El lío tiene raíces profundas en los disturbios de la reciente elección sindical del STPEIDCEO, donde el operador del gobernador, Noé Jara, no logró salirse con la suya. Entonces, ¿qué hacer? Simple: revocar 1,344 plazas otorgadas desde los sexenios de Gabino Cué y Alejandro Murat. Eso sí, convenientemente excluyendo a los aliados del actual régimen. ¿La lista negra? Esa, dicen, la confeccionó Pedro Castillejos Villalobos, líder sindical que parece más marioneta que defensor de los trabajadores.
¿El objetivo final? Controlar el sindicato más poderoso del estado, ese que maneja los millones destinados a prestaciones cada sexenio. Una movida estratégica, con los 1 mil 400 despedidos como daño colateral. Porque, seamos claros, en Oaxaca no hay austeridad. Hay dispendio, nepotismo y desvíos que se ocultan tras discursos grandilocuentes y obras que solo existen en los boletines oficiales.
Pero en el palacio, el café sabe mejor cuando se sirve con una dosis de revanchismo. Porque en la tierra del mezcal y la guelaguetza, el gobierno no parece gobernar; parece un titiritero que juega con los hilos de un pueblo que ya no sabe si reír o llorar.
Ahí lo tienen, Oaxaca: la política sigue, y el escenario, como siempre, es el bolsillo y el futuro de los de abajo.