Luis Velázquez/ Barandal
09 de julio de 2019
ESCALERAS: Al paso que vamos, el SAT provocará una sublevación pacífica, tipo los Policías Federales. El Servicio de Administración Tributaria analiza, estudia, cobrar el Impuesto Sobre la Renta, ni más ni menos, que a las propinas de los meseros.
Primero, la resistencia total, sin precedente. Y segundo, luego seguirá el cobro fiscal a otros quehaceres de la vida laboral.
Por ejemplo, desde el impuesto a las trabajadoras sexuales por sus extras hasta el impuesto a los reporteros por “los chayos”.
Nadie, pues, se salvará.
Por lo pronto, el presidente de la CANIRAC Veracruz, Santiago Martínez Dordella, ya lo reveló (Notiver, 4 de julio, 2019) y dice que resulta tarea insólita calcular las propinas.
PASAMANOS: La medida se antoja inverosímil. Muy jodida estaría, por ejemplo, la recaudación fiscal en otros órdenes para llegar, en caso de llegar, a una decisión así.
Y más, por lo siguiente:
La mitad de la población sabe, por ejemplo, que los meseros perciben el salario mínimo. Y su fuerte está en las propinas.
Sexenios anteriores fue establecida una propia del diez al quince por ciento de la cuenta para los meseros y, desde entonces, cada comensal decide el porcentaje.
Un día un mesero se enojó porque un comensal le dejó unos veinte pesos de propina cuando la cuenta había sido de cuatrocientos pesos. “Me corresponden 40 pesos, mínimo” le dijo. Y le devolvió los 20 pesos.
Otro día, un mesero pidió que porfis se abstuvieran de llevar a su mesa a invitados codos que dejaban diez pesos de propina.
La propina es sagrada. Y ahora, según el empresario turístico, el SAT la quiere fiscalizar.
CORREDORES: Cuídense, entonces, y por ejemplo, los reporteros con su embute. Y los políticos, claro, con su diezmo y doble diezmo.
Y también los sacerdotes con las limosnas. Y las trabajadoras sexuales con el dinerito extra que les dan luego de una fiestecita.
Y las mujeres nudistas en los antros. Y los valet en los restaurantes. Y los franeleros en las calles donde todos los días se estacionan los trabajadores de las oficinas cercanas.
Y los limosneros en la vía pública y en Los Portales. Y los tríos de guitarras en las serenatas si el cliente queda feliz.
Y los burócratas cuando despachan pronto un oficio y les dan una embarradita de mano con la propinita.
BALCONES: Y los homosexuales con el servicio prestado. Y las edecanes y modelos de un evento.
Y los veladores en el servicio nocturno de residencias en fraccionamientos.
Y, claro, los pistoleros y sicarios premiados por un trabajo bien ejecutado.
El microscopio del SAT está encima de todos.
Las grandes fugas de impuestos, digamos, en el tiempo priista y panista, que tanto ha documentado el semanario Proceso con las dispensas a los magnates y capitanes de la industria privada, estarían enfrentando el peor de los mundos porque la lupa fiscal les cayó.
Pero, al mismo tiempo, y aun cuando nadie pensaría que el mandamiento bíblico de que “pagan justos por pecadores” se estaría aplicando, la realidad es que parece, es, un trato desigual cobrar impuesto de las propinas a los meseros.
De entrada, y considerando que por lo general las propinas son repartidas entre todo el personal, incluyendo a los empleados de la cocina y de los servicios sanitarios, se trata de una injusticia.
PASILLOS: Cierto, el gobierno de AMLO aumentó el salario mínimo a unos cien pesos y cachito.
Pero al mismo tiempo, resulta insuficiente.
Cierto, el presidente sostiene una feroz campaña en contra de la corrupción y ha declarado la austeridad republicana, y por el bien del país, está bien.
Pero de igual manera, gravar las propinas de los meseros se antoja el absurdo fiscal.
El obradorismo suspendió, ha anunciado, las canonjía y privilegios a los magnates y en que se incluye, por un lado, la exención de impuestos usufructuada en sexenios anteriores, y por el otro, las dispensas de deudas atrasadas.
Pero, caray, gravar las propinas de los meseros constituye, y en caso de ser así, un acto desesperado para recaudar recursos.
VENTANAS: Ninguno de los treinta millones de mexicanos votó hace un año para que AMLO esté pensando o ya decidió gravar los ingresos extras de los meseros.
En todo caso, primero, un cambio radical en el sistema político, económico y social para que la población usufructúe salarios dignos pagados con justicia laboral de acuerdo con la eficacia y la eficiencia de cada trabajador en vez de fiscalizar las propinas de los meseros y que anuncia, de ser así, una resistencia pacífica inimaginable.
Y más de cara a la elección del año 2021 cuando en el país serán elegidos los 500 diputados federales y AMLO lanzará el referéndum sobre la revocación del mandato, y en Veracruz serán elegidos, además, 212 presidentes municipales y unos mil síndicos y regidores y 50 diputados locales.
Y es que además de los meseros en sí mismos, han de considerarse las familias y los vecinos, listos para la sublevación electoral en caso de consumarse el anuncio del líder local de la CANIRAC.
PUERTAS: Mal todavía, cuando en campaña AMLO aseguró que nunca habría aumento de impuestos. Aumento, no, pero creación de otros, sí.
Con el simple hecho de cerrar la llave a los grandes, insólitos, privilegios fiscales y de negocios a los magnates y capitanes de la industria nacional y estatal, y a la corrupción política, basta y sobra para recuperar la economía.
Además, de la austeridad republicana que va desde la reducción salarial y la quita de viáticos y honorarios hasta la vida franciscana de los funcionarios públicos.
Gravar las propinas significa arrojar más gasolina y leña al fuego social, sin necesidad de que los emisarios del pasado agiten la mano en la convulsión pública.
Elemental, mi querido Watson, decía Sherlock Holmes.