CIUDAD DE MÉXICO — Durante décadas, Manlio Fabio Beltrones ha presidido sobre la política mexicana mientras acumula una cantidad enorme de poder y una vasta fortuna personal, a la vez que evita escándalos que podrían haber tumbado a un operador menos sagaz.
Sin embargo, un caso de corrupción podría poner en jaque su futuro político y legal, así como las aspiraciones de cara a las elecciones de julio de su Partido Revolucionario Institucional, que gobierna el país con el presidente Enrique Peña Nieto.
El caso involucra el presunto desvío de millones de dólares en fondos públicos para financiar las campañas políticas en las que estuvo involucrado el partido en 2016. De acuerdo con documentos y testimonios revisados por The New York Times, los testigos que han comparecido señalan que el plan fue diseñado y dirigido por el mismo Beltrones, quien en ese entonces presidía el PRI.
La investigación, que realizan los procuradores en el estado de Chihuahua, ya resultó en el arresto de uno de los asociados de Beltrones; una decena de otras personas han sido arrestadas o han sido mencionadas por procuradores del estado.
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Beltrones no ha sido acusado y afirma ser inocente. Pero en enero, cuando la investigación se aceleraba, tomó una medida inusual para aparentemente protegerse: solicitó un amparo en una corte federal para que invalidara las órdenes de detención que pudieran girarse en su contra, de acuerdo con un comunicado y con documentos revisados por el Times.
En el comunicado dice que con el amparo, que recalcó no es una admisión de culpa alguna, quiere evitar que “se construyan falsas acusaciones a partir de mentiras y filtraciones”. Rechazó ser entrevistado para este artículo.
Sin embargo, analistas recalcan que el hecho mismo de que se intente defender contra el posible arresto habría sido impensable hace algunos años para alguien con su peso político.
“La investigación rompe con la idea de que es una figura intocable”, dijo Vidal Romero, jefe del Departamento de Ciencia Política del Instituto Tecnológico Autónomo de México. “Que investiguen a figuras como Beltrones, aunque se piense que es muy difícil que realmente caiga, es una muestra de los cambios que estamos viviendo como nación”.
Quien más ha impulsado el caso es el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, quien parece haber vuelto su misión desenterrar la corrupción de su predecesor, que pertenece al PRI. Corral ha sido de las figuras que se han enfrentado de manera más directa al partido gobernante.
Las acciones de Corral han expuesto las debilidades del sistema político mexicano y lo han sacudido en sus niveles más altos.
“La corrupción ha vuelto tan frágil al poder establecido que una sola persona puede sacudirlo”, dijo Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competitividad, un grupo que promueve medidas de combate a la corrupción. “No queda claro aún si esta persona va a ganar. La pelea sigue y el sistema va a usar todos sus recursos para pararla”.
El caso data de 2016, antes de las elecciones para gobernador en doce estados del país. Como presidente del partido gobernante, Beltrones estaba a cargo de las campañas en momentos difíciles dado el bajo índice de aprobación de Peña Nieto.
El uso de recursos públicos para propósitos políticos no autorizados no es algo infrecuente en la historia de México, de acuerdo con exoficiales, políticos y analistas. No obstante, 2016 fue un año especialmente difícil para el PRI debido a la baja popularidad del partido.
El plan, según los documentos judiciales, registros y una revisión de contratos públicos, era sencillo.
El gobierno federal transferiría dinero a estados gobernados por políticos priistas presentándolo como parte de una necesidad presupuestaria, según el testimonio de testigos jurados y entrevistas con individuos con conocimiento de cómo operó el plan.
Ese dinero después fue enviado a empresas fantasma que supuestamente debían cumplir con contratos públicos para servicios como educación. El dinero terminó siendo entregado a las campañas, de acuerdo con los testimonios.
En Chihuahua el monto alcanzó unos 14 millones de dólares, según los contratos del gobierno y registros bancarios revisados por el Times. Aunque las personas que conocen sobre el arreglo afirman que esto sucedió en más de un estado.
No queda claro qué cantidad habría sido desviada en otras entidades, pero el Times encontró contratos y datos bancarios que muestran que millones de dólares terminaron en manos de las mismas empresas fantasma o de compañías vinculadas en Sonora, Durango y Colima.
Pese a toda la coordinación, parece que las campañas del PRI fueron socavadas por la misma corrupción que pretendía impulsarlas.
En conversaciones privadas después de la elección, algunos funcionarios se quejaron de que, pese a sus mejores esfuerzos, el dinero no siempre llegó a las campañas, según dos personas que conocen sobre el plan y que hablaron con la condición de mantener su anonimato para no incriminarse.
Estos dijeron que parte de los fondos desaparecieron en el camino en manos de intermediarios, por lo que quienes debían beneficiarse del arreglo terminaron con menos de lo prometido y la corrupción dentro del PRI terminó por deshacer las victorias que buscaba el partido.
Uno de los exsecretarios del partido en Chihuahua, Alejandro Gutiérrez, está acusado de ser parte del arreglo en los registros presentados por los procuradores de ese estado. De los millones de dólares enviados a Chihuahua para fines electorales, Gutiérrez redirigió unos 230.000 dólares a una empresa de la que era dueño, de acuerdo con los archivos.
El resultado de las elecciones de 2016 fue algo humillante para el PRI: perdió el poder en cinco estados y Beltrones terminó por renunciar a la dirigencia del partido. Luego llegaron las investigaciones impulsadas por el gobierno de Corral, que han puesto a toda la agrupación partidista en alerta.
No es la primera vez que Beltrones ha estado en apuros. En varios momentos de su carrera ha enfrentado el exilio político y ha terminado por reinventarse para mantenerse en los altos escalafones del poder.
En 1997, cuando era gobernador de Sonora, Beltrones fue acusado por funcionarios estadounidenses de vínculos con narcotraficantes. Tales señalamientos fueron suficientemente serios como para que el entonces embajador de Estados Unidos en México considerara revocarle a Beltrones su visa.
Muchos pensaron que sería el fin para Beltrones. Este terminó su gestión y no tuvo una posición política durante años. Pero para 2003 estaba de regreso como diputado y fungió como intermediario entre el PRI y el gobierno de Vicente Fox, del Partido de Acción Nacional (PAN) y cuya elección representó la primera alternancia después de setenta años del PRI en el gobierno.
Empezó así una nueva era para Beltrones. Se dio a conocer como un político influyente capaz de mantenerse en el poder incluso cuando su partido no lo estaba, de gestionar acuerdos con sus rivales sin perder su influencia, según recuerdan legisladores de ese entonces.
Otro de sus momentos cúspides fue cuando se alió con el presidente Felipe Calderón, también del PAN, justo después de una elección en el 2006 que fue tan controversial que integrantes del Partido de la Revolución Democrática —cuyo candidato entonces, Andrés Manuel López Obrador, quedó a 0,58 por ciento de Calderón— bloquearon el acceso al congreso para la toma de protesta.
De acuerdo con quienes formaban parte del congreso en ese entonces, fue Beltrones quien logró meter a Calderón por medio de puertas traseras para que tomara posesión. Y fue Beltrones quien se aseguró de que los integrantes del PRI estuvieran presentes para sumar el cuórum necesario para la juramentación.
Algunos legisladores describieron el papel de Beltrones durante la gestión de Calderón como la de un primer ministro, en un país donde ese cargo no existe. Como líder de la oposición tenía mucho poder sobre la agenda del presidente según si acorralaba los votos suficientes para respaldar o rechazar alguna propuesta.
Tanto partidarios como críticos dicen que la reputación de Beltrones en esa época, de un político dispuesto a trabajar con su rival, fue lo que lo ayudó a mantenerse en el poder durante tanto tiempo.
“Manlio ha logrado la longevidad, que es algo raro en la política”, dijo Eduardo Olmos, exdiputado federal priista, exalcalde de Torreón y aliado de Beltrones. “Ha sido coherente con sus creencias y acciones: ser confiable, lograr pactos y sostener un diálogo efectivo con personas que no solo piensan distinto que él, sino que son de otros partidos políticos”.
Beltrones ha logrado ganarse el respeto incluso de sus críticos. Javier Garza, exeditor del diario El Siglo de Torreón, recordó una entrevista con Beltrones de hace unos años en la que discutieron varios temas durante dos horas.
Garza dijo que estaba escéptico por la historia del político y su reputación como uno de los dinosaurios corruptos —como se apoda en México a los políticos veteranos priistas—, pero que, conforme avanzaba la reunión, terminó sorprendido.
“Cuando se fue, me quedé como: ‘Wow, estoy de acuerdo con este tipo’”, dijo Garza. “Digo, ni había terminado de salir su cola por la puerta, pero me había convencido”.
Este 22 de febrero, Beltrones fue nombrado como uno de los coordinadores regionales para la campaña presidencial del PRI, con el candidato José Antonio Meade, quien ha ido cayendo en las encuestas y batallado para atraer a los votantes . Entre los estados que estarán a cargo de la coordinación de Beltrones, está justamente Chihuahua, donde se investiga el plan.
Su nombramiento es una muestra de lo importante que es Beltrones para el partido y de lo mucho que Meade necesita la ayuda de la vieja guardia priista. “El PRI y Meade lo ven como alguien clave para tener alguna oportunidad de éxito electoral”, dijo Duncan Wood, director del Instituto México del Centro Woodrow Wilson.
PUBLICADO EN: https://www.nytimes.com/es/2018/02/23/manlio-fabio-beltrones-chihuahua-pri/