Diana Manzo
Juchitán, Oaxaca.- Héctor Pineda Santiago tenía un año de edad cuando el 11 de julio de 1978 su padre Víctor Pineda Henestrosa (Víctor Yodo), fue bajado de su auto Sedán rojo en una calle principal de esta ciudad y subido a un camión del 11 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano y nunca más se supo de él.
Yodo fue defensor de los derechos de los campesinos zapotecas y fundador de la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo. A mi padre no lo recuerdo, pero el dolor de su ausencia está aquí conmigo. Hace 40 años se fue; nosotros no esperamos venganza, sino justicia, exigimos una verdad que dé certeza de su desaparición, dijo Héctor, demanda que comparte con su hermana Irma y su madre Cándida Santiago.
Héctor, profesor en una secundaria de Juchitán, confía que con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de México se retome la esperanza sobre los familiares desaparecidos en el país, y en el caso de su padre se les permita acceder a los expedientes del Ejército Mexicano y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional.
Militares se lo llevaron
Víctor Yodo viajaba todos los días en su automóvil desde su natal Juchitán a su centro de trabajo, la escuela primaria Patria, en Tehuantepec. Testigos aseguran que la mañana de su desaparición fue bajado a la fuerza por elementos del Ejército, dos de ellos identificados como Gabriel Espinoza Peral y Juan Poblano Silva.
Quien explicó a las autoridades cómo el Ejército se llevó a mi padre es David Magariño, un carretillero; él me ha contado que conoció a Víctor y lo apreciaba mucho porque era muy sincero y defendía las causas sociales, expresó.
Las fotos, prendas de vestir y un guante de beisbol es lo más sagrado que la familia de Víctor posee de él. Su madre Lucina Henestrosa López nunca se cansó de exigir justicia y murió dejando ese legado a su nuera y nietos, que nunca dejarán de luchar porque el Estado les debe esa respuesta.
En los primeros años su madre, abuela y compañeros lucharon por su aparición con vida mediante marchas, plantones y huelgas de hambre; desde hace 25 años lo hacen a través de la biblioteca popular Víctor Yodo, que fue construida como resistencia y exigencia a su aparición con vida.
Además, hemos rechazado informes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que aseguran que mi padre murió en una explosión, indicó.
PUBLICADO EN: http://www.jornada.com.mx/2018/07/22/estados/023n2est