- Chanchullos electorales
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Con todo y amarres y candados, las cinco elecciones del primero de julio peligran en su ejercicio y calidad democrática. Cierto, obsesionados con el poder, a ningún partido político ni a los candidatos interesa. Y más, cuando todos se “desgarran las vestiduras” por la vida cívica.
Por eso, y más allá de la regla electoral, cada parte afina sus estrategias, pero más aún su guerra sucia para ganar tanto en las urnas como en el tribunal electoral, y en donde, y por lo regular, suelen terminar los comicios.
Más, y cuando como en el caso, se disputarán las diputaciones locales y federales, las senadurías, la gubernatura y la presidencia de la república.
Sobre todo, las dos últimas, porque significan el reparto de cargos públicos, plazas, negocios lícitos e ilícitos, diezmos y dobles diezmos, jineteo bursátil del erario y el manejo de empresas fantasmas, además de la alianza de políticos y policías con la delincuencia organizada.
Por eso, el economista Carlos Quiroz Sánchez, también experto electoral, resume la lista de los caminos del mal para consumar un gran fraude electoral.
PASAMANOS: Uno. En el entramado del INE y el OPLE, del cierre en el día de la jornada a la mañana siguiente, la elección puede voltearse por los llamados votos válidos.
Y es que los consejeros y funcionarios de los organismos electorales son claves para acompañar a los consejeros y los representantes de los partidos y manipular el resultado, y de ñapa, hasta quedarse con los cañonazos.
Y más, cuando se trata de una elección con resultado apretado, como por ejemplo, se habla en muchos casos con los cinco comicios en puerta.
Dos. El riesgo de que la elección se judicialice, acusándose, entre otros rubros, los partidos y candidatos de actos anticipados de precampaña.
Por ejemplo, haber rebasado los límites presupuestales. Los escándalos mediáticos sobre el financiamiento a los partidos a partir del dinero sucio.
Tres. El raro y extraño y sospechoso registro masivo de solicitudes de credenciales de elector sucedido, de pronto, la semana anterior.
Cuatro. El acarreo electoral previo.
Cinco. La evidencia y manifiesta coacción del voto, a partir, por ejemplo, de las despensas alimenticias y los programas asistenciales, materia prima para descalificar a los adversarios, y en que también se incluyen el dinero sucio y los moches.
Seis. Los actos por abajo del agua. Entre otros, los festejos de los días del amor, el niño, la madre y el profesor. El sutil paseo, por ejemplo, de los alcaldes de Veracruz, Fernando Yunes Márquez, y de Boca del Río, Humberto Alonso Morelli, abriendo el carnaval jarocho, los dos panistas.
CASCAJO: Siete. Las redes de amigos que suelen formarse para promover el voto y que viven a expensas de tales sutiles coacciones.
Ocho. La compra de los medios, en que son incluidos desde reporteros y columnistas simpatizantes de un partido y un candidato.
Nueve. El manejo subliminal de los colores. Los colores, por ejemplo, de un partido en los taxis y hasta en los árboles en un claro y manifiesto proselitismo.
Diez. La posibilidad de manejar los distritos electorales, pues es ahí donde se gana o se pierde, pues los consejeros y los representantes electorales son tentados por el billete fácil. Sobre todo, en el ámbito municipal.
Once. El gran riesgo que suele darse en el proceso electoral. Un candidato puede ganar en las urnas, pero perder en el tribunal electoral.
Por ejemplo, para la historia quedó el raro y extraño ascenso de Emeterio López Márquez, académico en la Universidad Veracruzana, que de presidente del Instituto Electoral de Veracruz pasó a procurador de Justicia con Fidel Herrera Beltrán.
Y es que, dice Carlos Quiroz, un magistrado del Tribunal Electoral está sujeto a sus intereses ligados al político que le ayudó a desempeñar el cargo público.
Y más, porque su decisión para calificar un proceso electoral es inobjetable, pues se trata de la última palabra.
RODAPIÉ: La historia es como es:
Por ejemplo, en la percepción ciudadana siempre quedó la sensación de que en el año 2004, el panista Gerardo Buganza Salmerón ganó la elección en las urnas a Fidel Herrera, pero la perdió en el Tribunal Electoral.
Y en el año 2010, siempre predominó la sensación cívica de que el panista Miguel Ángel Yunes Linares ganó en las urnas, pero Javier Duarte y Fidel Herrera le ganaron en el tribunal electoral.
“Haiga sido haiga sido”.
Por eso, incluso, el abstencionismo se ha multiplicado tanto en Veracruz como en el país. Bastaría referir que en el último proceso electoral, el 50 por ciento de la votación con credencial de elector se abstuvo de acudir a las urnas, pues además de que la terrible y espantosa desigualdad económica y social continúa irrefrenable, las elites políticas se arreglan en lo oscurito y pactan una victoria y pactan una derrota.
Y lo peor, la confianza ciudadana tanto en el INE (como en el OPLE) está en caída libre según ha reconocido el mismo presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, y lo que significa palabras mayores.