Por: Roberto POLO | El Piñero
Oaxaca, México.- Cuilápam de Guerrero, un municipio de la región de Valles Centrales en Oaxaca, se ha alzado en defensa de su territorio, luego de que sus habitantes denunciaran el presunto despojo de 165 hectáreas de sus tierras. La comunidad, caracterizada por su espíritu pacífico y laborioso, ha expresado su preocupación ante lo que consideran una injusticia motivada por intereses ajenos.
DEFENDER A COSTA DE LA VIDA
“Somos gente de paz, de trabajo, de lucha y esfuerzo,” afirma uno de los habitantes, visiblemente afectado por la situación. “Desafortunadamente, por ser gente humilde y de pueblo, hay quienes quieren despojarnos de lo que es nuestro. Y lo más triste es que no contamos con el apoyo de nuestras autoridades.”
Los pobladores aseguran que estas tierras, además de ser su hogar y lugar de trabajo, forman parte de su identidad y cultura. La situación ha generado un creciente malestar, sobre todo ante la falta de intervención por parte de las autoridades locales. La comunidad hace un llamado urgente a la Secretaría General de Gobierno para que intervenga y medie en el conflicto, con la esperanza de evitar una escalada de violencia.
“Es la tierra donde nacimos, donde hemos vivido toda nuestra vida. Hoy vienen algunos, amparados en el poder y aliados con autoridades, a querer despojarnos,” denuncia. Según los testimonios, el conflicto inicialmente giraba en torno a 120 hectáreas, pero ahora la cifra ha aumentado a 165, lo que ha despertado sospechas sobre las verdaderas intenciones detrás de este conflicto territorial.
Ante esta situación, reitera su disposición a defender su territorio, incluso a costa de sus vidas, si fuera necesario. “No estamos dispuestos a ceder. Defenderemos con sangre nuestras tierras, porque esta es nuestra herencia, nuestra identidad.”
AÑEJO CONFLICTO
Hace 72 años que los originarios de Cuilápam de Guerrero adquirieron las tierras que hoy son el centro de un intenso conflicto territorial. Desde entonces, generaciones han vivido y trabajado en esos terrenos, construyendo sus vidas y comunidades. Hoy, esos mismos terrenos están en disputa, y los actuales pobladores exigen una intervención urgente por parte de las autoridades.
“Nosotros venimos aquí, compramos estos terrenos de buena fe, donde los mismos originarios nos vendieron. No es justo que ahora otras personas, que se autodenominan dueños, quieran despojarnos de lo que es legítimamente nuestro,” afirma uno de los habitantes afectados. Con preocupación, la comunidad ha solicitado la intervención del gobernador del estado y del gobierno municipal, con la esperanza de que pongan fin a un conflicto que no es nuevo, sino que ha venido gestándose durante años.
El temor en la comunidad es palpable. El prolongado conflicto amenaza con desembocar en violencia si no se toman medidas inmediatas. “No queremos que corra sangre para que este problema tenga un desenlace trágico. Estamos dispuestos a defender lo que nos pertenece, porque estas personas que intentan despojarnos se creen dueñas solo porque tienen poder, conexiones allá arriba,” declara uno de los líderes de la comunidad.
En 1951, los dueños originarios vendieron estos terrenos a los habitantes de Cuilápam, quienes los trabajaron y se convirtieron en propietarios con el tiempo. “Sin embargo, ahora enfrentamos un problema grave: aunque compramos los terrenos legítimamente, nos quieren despojar. Sabemos que los propietarios originales no son los responsables, ya que muchos de ellos fallecieron y sus hijos y nietos son quienes están defendiendo su herencia”.
AMENAZAS CONTRA CIUDADANOS
En 1951, el padre de una de los afectadas adquirió los terrenos que, hasta el día de hoy, han sido su hogar y patrimonio familiar. Lo que debería ser un derecho tranquilo, heredado de generación en generación, se ha convertido en una pesadilla para ella y su familia.
“Mi papá compró los terrenos hace más de 70 años y me los heredó, pero ahora ya no estamos tranquilos. El pasado 11 de este mes, mientras construía una casita en mi terreno, llegaron tres camionetas llenas de hombres armados. Yo estaba con mi familia cuando, sin pudor, me dijeron que la casa que estoy levantando iba a ser utilizada como bodega”, relata la afectada, visiblemente angustiada.
Desde ese día, su salud se ha deteriorado. Vive con el miedo constante de que sus hijos y nietos puedan ser víctimas de represalias por parte de los presuntos agresores. “Esa gente manda a maleantes, algunos de ellos tatuados, para intimidarnos. Desde entonces, mi presión arterial está descontrolada, y la incertidumbre me consume. No sé qué pueda pasarle a mi familia, y eso me preocupa más que nada”, confiesa.
La denunciante no duda en señalar a los responsables: “Hago directamente responsables a Manuel Alejandro Herrera y a sus hermanas, Claudia y Alejandra, de lo que nos pueda pasar. Ellos saben muy bien que, si algo les ocurre a nuestras familias o a cualquiera de mis compañeros, serán los culpables”.
La situación es cada vez más insostenible. “Somos gente de trabajo. Nuestros padres sufrieron para comprar estos terrenos, y ahora nos los quieren arrebatar como si nada. No lo vamos a permitir”, concluye, decidido a no ceder ante las presiones.