Redacción El Piñero
Loma Bonita, Oaxaca. – En esta ciudad piñera las banquetas —ese último refugio del peatón— han sido conquistadas. No por la naturaleza, ni por un capricho divino, sino por montones de tierra, arena, basura, cartones y estructuras que aparecen como por arte de magia, convirtiendo el espacio público en un campo minado de obstáculos.
Las banquetas, diseñadas para el libre tránsito de quienes caminan, se han transformado en una especie de rompecabezas urbano. Los peatones, empujados al filo del asfalto, se juegan la vida esquivando vehículos, mientras las banquetas permanecen ocupadas como trincheras de indiferencia.
“¡No es justo!”, dice una vecina que esquiva una pila de bloques de construcción. Y no lo es. Pero las voces parecen perderse entre el cemento y los claxonazos de aquellos que también deben sortear el caos.
Los ciudadanos piden acción: reglamentos claros, sanciones firmes y, sobre todo, algo de orden en un desorden que parece normalizarse. Por ello, han solicitado la intervención del edil Omar Lara para que las libere de aquellos que las han “secuestrado”.