¿A quién no se le ha escapado, después de la comida, un “pequeño” gas? Aunque natural, y necesario, eructar puede revelar mucho de nuestro estado de salud, sobre todo, si esta liberación es constante a lo largo del día.
Básicamente, “un eructo se produce cuando el aire, acumulado en la parte superior del estómago, provoca que los músculos del esófago se relajeo, desencadenando la liberación de este gas”, revela, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
¿Cuándo no son “normales”?
Hay enfermedades o estados que pueden llevarnos a liberar más eructos. ¡Descubre cuáles son!
- Reflujo ácido o hernia hiatal
Si el eructo es seguido de vómito o de una acidez leve.
- Estreñimiento u obstrucción intestinal
Especialmente si esta “fuga” presenta otros síntomas: dolor intestinal, pérdida de peso, hinchazón y sangrado.
Así como es malo no ir al baño, también resulta preocupante el no salir de éste; muchas personas desconocen que la diarrea con eructo puede ser reacción a una alergia: gluten.
- Inflamación abdominal
La distensión suele tener como causa la comida; la ingesta de picante o grasas puede producir irritación en el intestino.
Aunque el embarazo no es una enfermedad, los cambios hormonales en este proceso producen en el cuerpo estreñimiento, reflujo o intolerancia a algunos alimentos, lo que desencadena los eructos.
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