Luis Velázquez | Barandal
ESCALERAS: Los desempleados en Veracruz todos los días desayunan, comen y cenan un plato de mala suerte. Y de peor fario. Y de un mal karma.
En cada nuevo amanecer se levantan para tocar el mayor número posible de puertas para una oportunidad laboral y la respuesta siempre es la misma.
No hay plazas. No hay vacantes. Estamos despidiendo personal. Pronto cerraremos el negocio. Con otra recesión, nos hundiremos todos.
PASAMANOS: Hay desempleados de un año, dos años, tres, cuatro años, cinco años, seis años, etcétera, etcétera.
Viven, mejor dicho, sobreviven, porque la familia les apoya. Y viven, como lo deseaba Benito Juárez para los políticos, “con la medianía del salario”, aun cuando el indito de Guelatao vivía en Palacio Nacional y nada, y con cargo al erario, le faltaba.
Incluso, sus tres hijas casadas vivían a su lado en el palacio. Y de ñapa, Juárez otorgó cargos públicos a los tres yernos.
Entonces, ningún sufrir para los yernos.
Durante quince años, Juárez se reeligió como presidente de la república, y vivió a toda eme.
Legítimo derecho y premio, luego de estar encarcelado en las mazmorras de San Juan de Ulúa, en el puerto jarocho, por órdenes de Antonio López de Santa Anna.
CORREDORES: El desempleo cabalga en todos los niveles sociales.
Entre albañiles, pintores, fontaneros, mecánicos, electricistas, jardineros y volovaneros.
Incluso, entre las asistentes domésticas y las trabajadoras sexuales.
Y entre los egresados de universidades públicas y privadas.
Famoso aquel egresado de la facultad de Ingeniería, políglota, chambeando de taxista en la ciudad jarocha, digamos, como si el turismo europeo fuera de grandes proporciones.
BALCONES: El desempleo es tan canijo que, por ejemplo, el trabajo informal ofrece servicios a mitad de precio.
También, a mitad de precio están laborando las cortesanas. Incluso, hasta ofertando dos por una. Y con precio módico, accesible a los bolsillos.
En el otro lado de la cancha, cada vez más negocios, comercios, changarros, empresas, industrias, fábricas, quebrando y cerrando las puertas, unos, de manera definitiva y categórica, otros, soñando con la posibilidad temporal.
Las tribus gobernantes, en ascuas, perplejas y atónitas, sin saber, intuir, olfatear, sentir, presentir, adivinar el paso siguiente.
PASILLOS: Hay muchos, muchísimos, pendientes sociales. La seguridad. La procuración de justicia. Mejor servicio de salud. La calidad educativa. El desarrollo humano. Los servicios públicos para vivir en ciudades dignas.
Pero la creación de empleos, y empleos dignos, estables, seguros, confiables, pagado el salario con justicia laboral, constituye el pendiente número uno, por encima de todos, fuera de debate.
Por eso, el esfuerzo diario de cada gobernador y el gabinete legal y ampliado y de cada presidente municipal ha de canalizarse al mismo objetivo para armar las condiciones necesarias que animen y reanimen a los empresarios a la inversión privada.
Unicamente los profetas del desastre intuirían el Veracruz que vendrá cuando el desempleo estalle por completo.
Será más o menos la rebelión de las masas. De hecho y derecho, el Día del Juicio Final, la Resurrección de los Muertos.
VENTANAS: Tantos desempleados hay que bien podría formarse un poderoso, inderrotable, bronco, intenso y volcánico partido político y que, además, nadie detendría.
Y por añadidura, avasallaría “de todas… todas” en las urnas.
Sería más o menos como el final de la película de Damián Alcázar, La ley de Herodes, donde interpreta a un alcalde pillo, ladrón y corrupto, y de pronto, una noche lluviosa, la población indígena se va en su contra para colgarlo…