Luis Velázquez/ Expediente 2019
31 de julio de 2019
La desaparición forzada es “un delito de lesa humanidad”. Así lo consignan las leyes internacionales. Menos en Veracruz. Aquí, por ejemplo, los políticos y policías acusados de…están libres. Incluso, a punto de ser canonizados como ángeles de la pureza.
La libró, por ejemplo, Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública.
La libró el Fiscal carnal de Javier Duarte, Luis Ángel Bravo Contreras.
La libró, o está a punto de librarla, el mismito Javier Duarte.
A pesar, incluso, de la decenas, cientos, miles quizá, de personas desaparecidos en el sexenio duartista, el más sórdido y siniestro de todos los tiempos.
Y desaparecidas en una brutal alianza de políticos, policías y carteles y cartelitos.
Muchos, demasiado testimonios han desfilado en la cancha pública.
Por ejemplo, en aquel sexenio se formaron unos diecisiete Colectivos integrados con madres y padres con hijos y familiares secuestrados, levantados, desaparecidos, quizá asesinados, acaso pozoleados, quizá cercenados, acaso sepultados en fosas clandestinas.
Además de perfilarse Veracruz como “el rincón más peligroso del mundo para el gremio reporteril”, ene número de hogares enlutados, con hijos huérfanos, con madres y padres viudos, con padres ancianos lanzados a la deriva social porque los hijos mayores fueron levantados y desaparecidos.
Brutal, canija, diabólica, ruin y miserable el visto bueno duartista para establecer retenes en las carreteras federales y estatales donde los policías detenían y desaparecían a las personas.
La famosa barranca de la muerte, conocida como “La aurora”, en el municipio de Emiliano Zapata, donde tiraban los cadáveres y algunos quedaban atorados en las ramas de los árboles donde los zopilotes tenían festín patrio.
Las fosas clandestinas descubiertas, por lo pronto, y al momento, en 45 municipios de Veracruz.
Y ahora, cuando Javier Duarte ha lanzado campaña purificadora de su imagen, un padre, Efraín Mártiz, de Gibrán, cantante de “La Voz México”, denunciará a Javier Duarte en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, acusado de desaparición forzada y asesinato de su hijo.
Por eso, resulta inverosímil, imperdonable, inconcebible, la impunidad con los desaparecidos en el sexenio de Javier Duarte. Y más, cuando ningún político o jefe policiaco, está sometido a un proceso penal.
Tampoco, claro, ningún sicario, pistolero, escolta, guardaespaldas, jefe narco.
Solo hay en el penal de Pacho Viejo 68 policías rasos acusados de desaparición forzada, en tanto sus jefes fueron liberados para llevar el proceso penal desde sus casas y despachos, y aun cuando ambos se presentaran al juzgado de Pacho Viejo a declarar, lo hicieron, vaya mesianismo protagónico, en muletas.
Pronto quizá algún comerciante emprendedor establecería en el pueblo un changarro para alquilar muletas a políticos en desgracia.
HISTÓRICA IMPUNIDAD
Así como vamos, entonces, se está conformando la peor impunidad en la historia del país cuando algún loco por ahí dictamine la desaparición por voluntad propia de los “levantados” en Veracruz, huyendo por iniciativa propia, digamos, de sus casas y del mundo, para esconderse y refugiarse en algún rincón del planeta, quizá listos para convertirse en los primeros pobladores de Marte.
Nunca, sin embargo, políticos federales de primer nivel fueron encarcelados por tantos desaparecidos en la llamada Guerra Sucia.
Tampoco por tantos jóvenes desaparecidos en el movimiento estudiantil del 68 recrudecido con la matanza de la Plaza de Tlatelolco.
Tampoco políticos encarcelados por la matanza de Topilejo, cien seguidores de José Vasconcelos cuando se lanzara de candidato presidencial independiente desafiando el poder omnímodo de Plutarco Elías Calles.
Menos, mucho menos, políticos encarcelados con tantos secuestrados, desaparecidos y asesinados en los 33 años de la dictadura porfirista.
Ni tampoco políticos presos por tantas desapariciones alrededor de las guardias comunitarias, a partir de los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón Hinojosa.
Ningún político fue encarcelado y procesado y sentenciado por los seiscientos militantes del PRD asesinados en el sexenio de Carlos Salinas, a partir de cuando Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas renunciaron al PRI, se fueron por la libre y estremecieron las entrañas del partido tricolor y el sistema político, Miguel de la Madrid presidente, y la represión alcanzó uno de sus peores decibeles.
Y por eso mismo, luego de tanta inconformidad social y tanto dolor familiar en Veracruz y tantos hogares enlutados y tantas madres buscando a sus hijos desaparecidos, los Javier Duarte y los
Arturo Bermúdez y los Bravo Contreras están a punto, o ya quedaron, en la impunidad total y absoluta.
CRECERÁ EL DESENCANTO SOCIAL
El duartazgo fue, y es, el sexenio más sombrío en la historia local para los derechos humanos.
Muchos, demasiados, abusos y excesos del poder fueron cometidos, creyéndose aquella generación política en el poder sexenal los amos de Veracruz, los dueños de la noche y el día, los propietarios del destino común, los intocables.
Peor, mucho peor será cuando todos ellos la libren y ningún político sea encarcelado y sentenciado, a tono con Joaquín Guzmán Loera, a cadena perpetua.
Se trata de un delito universal. Y si fue cometido en el duartazgo, entonces, los gobernadores sucesores, y los secretarios de Seguridad Pública y los Fiscales Generales de Veracruz están obligados a procurar justicia, pues de lo contrario, más ahondará el desencanto social en las elites políticas.
Y día llegará cuando, y por ejemplo, el desencanto se traduzca en las urnas y los familiares y amigos y vecinos y conocidos de los desaparecidos y gran parte de los ciudadanos responsables caigan más, mucho más, en el abstencionismo… hasta volver ilegítima una elección.