Madrid, 30 de noviembre (Europa Press).– Enrique Peña Nieto deja este sábado la Presidencia de México después de un sexenio marcado por la guerra contra el crimen organizado y las reformas estructurales y, en clave internacional, por las crecientes tensiones con Estados Unidos a cuenta del fenómeno migratorio.
Peña Nieto llegó a Los Pinos imponiéndose por seis puntos a quien ahora le dará el relevo, Andrés Manuel López Obrador. Esta victoria devolvió al Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder tras el paréntesis ‘panista’ de Felipe Calderón y Vicente Fox, que quebró los 70 años de hegemonía ininterrumpida del PRI.
Su intención fue lanzar un gran diálogo nacional para llevar a cabo las reformas estructurales que consideraba necesarias para impulsar definitivamente el desarrollo de la nación norteamericana y poner freno de una vez por todas a la violencia criminal.
En su segundo día de mandato logró materializar el Pacto por México, mediante el cual los tres grandes partidos –el PRI, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD)– se comprometían a sacar adelante estas ambiciosas metas.
El Pacto por México dio vida a las reformas educativa –que se tradujo en la detención de la poderosa sindicalista Elba Esther Gordillo–, financiera y de las telecomunicaciones, pero en apenas un año esta coalición naufragó por el desequilibrio entre sus miembros.
Hasta aquí llegó la “luna de miel” del Gobierno de Peña Nieto, que rápidamente tuvo que hacer frente a importantes crisis de seguridad y derechos humanos, que en muchos casos heredará la nueva administración de López Obrador, y escándalos de corrupción en primera persona.
La pintura del Presidente Enrique Peña Nieto que desde ayer se encuentra en Los Pinos. La residencia oficial de los presidentes en México se abrirá este sábado a los ciudadanos y se convertirá en un centro cultural, prometió Andrés Manuel López Obrador, quien mañana se convertirá en el nuevo Jefe del Ejecutivo federal. Foto: Presidencia de la República
AUTODEFENSAS Y NORMALISTAS
Uno de los primeros problemas de la era Peña Nieto fue el surgimiento de los movimientos de autodefensa en los estados de Michoacán, Guerrero y Jalisco para combatir a los cárteles de la droga ante la pasividad de las autoridades mexicanas.
En 2013, los lugareños, la mayoría campesinos, tomaron las armas y crearon sus propias ‘policías’ para proteger sus tierras, negocios y familias de la violencia desenfrenada del narcotráfico, desatando una auténtica guerra que obligó al Estado a intervenir. Finalmente las ‘autodefensas’ fueron legalizadas o incluidas en las policías municipales.
Un año después, Peña Nieto revivía de nuevo la pesadilla de la violencia en México. En la madrugada del 27 de septiembre desaparecían 43 estudiantes de magisterio de la escuela ‘normal’ de Ayotzinapa mientras acudían a una protesta contra las autoridades locales en el vecino municipio de Iguala.
La versión oficial sostiene que los jóvenes fueron confundidos con rivales por el grupo de sicarios Los Rojos, que les mató, incineró y se deshizo de sus cuerpos en un basurero. Expertos regionales apuntan, en cambio, a una actuación cómplice de autoridades y traficantes para mantener las rutas de la droga en la zona.
A raíz del llamado caso Iguala, todavía sin resolver, Peña Nieto lanzó un decálogo a modo de reforma de seguridad que, entre otras cosas, aspiraba a romper el vínculo entre política y narcotráfico y a una reestructuración de los cuerpos de seguridad.
Si la guerra contra el ‘narco’ puesta en marcha por Felipe Calderón dejó 70 mil muertos en seis años, el sexenio siguiente se ha traducido en un repunte de la violencia en 25 de los 32 estados mexicanos, en algunos casos hasta del 478 por ciento, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
CAÍDA (Y FUGA) DE “EL CHAPO”
El mayor –y quizá único– logro en materia de seguridad de Peña Nieto fue la captura del criminal más buscado del mundo: Joaquín “El Chapo” Guzmán, acusado de múltiples crímenes violentos y de introducir cerca de 500 toneladas de droga en Estados Unidos.
El líder del Cártel de Sinaloa fue detenido por primera vez en 1993 en Ciudad de Guatemala, pero ocho años después se escapó escondido en un carrito de la lavandería de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande (Jalisco).
El 22 de febrero de 2014, Peña Nieto anunciaba a bombo y platillo su captura en una casa de Mazatlán (Sinaloa) en el marco de un operativo conjunto llevado a cabo por fuerzas mexicanas y estadounidenses en el que no se efectuó \”ni un solo disparo\”.
La alegría duró poco porque el 11 de julio de 2015 ‘El Chapo’ volvió a fugarse. Esta vez logró excavar un túnel desde su celda hasta una casa cercana a la cárcel de máxima seguridad del Altiplano (Estado de México). El 8 de enero de 2016 era detenido de nuevo, pero esta vez fue extraditado a Estados Unidos, donde ahora está siendo juzgado.
LOS INDIGNADOS MEXICANOS
Peña Nieto tampoco ha conseguido desvincular al PRI de la corrupción en el imaginario mexicano. Él mismo protagonizó un escándalo por la compra de una propiedad de lujo –bautizada por la prensa local como “casa blanca”–. Su mujer, Angélica Rivera, adquirió el inmueble a una empresa que fue contratista del Estado de México cuando Peña Nieto era gobernador (2005-2011).
Una investigación interna de la administración pública determinó que no hubo conflicto de intereses. Pese a ello, el presidente pidió perdón y en la última semana ha reconocido que este ha sido su \”gran error\”. De hecho, el candidato presidencial del PRI, Antonio Meade, pasó buena parte de la última campaña defendiendo su honor y el de su partido.
La sociedad civil, que ya había comenzado a despertar con el movimiento estudiantil YoSoy132, que nació precisamente como reacción a la probable victoria electoral de Peña Nieto, ha crecido en su talante contestatario en los últimos años con manifestaciones multitudinarias en el emblemático Zócalo de Ciudad de México.
Una de las medidas que ha generado mayor descontento ha sido la reforma energética. Peña Nieto ha abierto a capital privado, tanto nacional como extranjero, aunque solo en las áreas de exploración y extracción la empresa pública Pemex, que gestiona todos los hidrocarburos del país.
Con todo ello, se despide de Los Pinos con un 20 por ciento de popularidad y un 69 por ciento de rechazo, según una encuesta realizada por El Universal. Entre los mayores fracasos de su gestión presidencial, los mexicanos señalan la corrupción (24 por ciento), la economía (16 por ciento), la delincuencia (13 por ciento), las reformas estructurales (7 por ciento) y el aumento de la pobreza (6 por ciento).
AL OTRO LADO DEL MURO
En el otro lado de la balanza, el líder conservador ha resistido el envite de Donald Trump, empeñado desde sus primeros días de campaña electoral –en los que llamó \”criminales\” a los mexicanos– en construir un muro que selle la frontera contra la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y armas y hasta el \”terrorismo\”.
El presidente estadounidense pretende que México costee este macroproyecto, algo a lo que Peña Nieto se ha negado reiteradamente. \”México no pagará el muro. Ni ahora ni nunca\”, escribió en Twitter. La obra ha sido paralizada por el Congreso estadounidense por falta de fondos.
La cuestión migratoria ha cobrado actualidad por la caravana centroamericana que desde octubre avanza hacia Estados Unidos y que se encuentra ya en territorio mexicano. Trump ha cerrado parcialmente la frontera y ha amenazado con hacerlo del todo, mientras que Peña Nieto ha protestado por la acción de los agentes estadounidenses.
Entre tanto, el Presidente saliente se marcó un tanto al cerrar con éxito este viernes las negociaciones para modernizar el acuerdo de libre comercio entre México, Canadá y Estados Unidos (TLCAN o NAFTA), que estuvo bajo la amenaza estadounidense de dinamitarlo.
Estados Unidos, México y Canadá firmaron hoy en Buenos Aires, Argentina, el acuerdo comercial conocido como T-MEC, que sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y que aún debe ser ratificado por los Congresos de los tres países norteamericanos para entrar en vigor.
\”En estos seis años\”, ha dicho en su adiós, \”busqué avanzar sin dividir; modernizar sin imponer; transformar sin destruir\”. Ahora, \”como un miembro más de esta comunidad que somos, seguiré orgullosamente siempre al servicio de México\”, ha asegurado.