Veracruz.- 1
Más allá del pillaje y la sicosis de miedo por el gasolinazo (la población asustada y temerosa, comercios cerrados, clases suspendidas, gente detenida acusada incluso de asociación delictuosa, terrorismo y motín, delitos de “la guerra sucia”, etcétera), el Peñismo sigue haciendo “agua”.
El politólogo Carlos Ronzón Verónica, por ejemplo, mira el peor de los mundos para el PRI.
De aquí para adelante, dice, el tricolor perderá alcaldías, gubernaturas y la presidencia de la república.
Y es que el gasolinazo, precisa, únicamente sirvió para sacar a flote, como el topo de Carlos Marx, el coraje social.
En ningún momento, claro, por los 103 detenidos tan sólo en Veracruz acusados de privación de la libertad, lesiones, daños, incitación a la violencia y robo agravado, acusados así por la Yunicidad, sino porque en automático subieron los precios de todo.
El agua, la luz, el gas, el transporte urbano, los taxis y hasta los alimentos básicos.
Lo peor: bastaría referir que mientras el salario mínimo aumentó ocho pesos, el boleto urbano de pasajeros subió a diez pesos y el tanque de gas aumentó 40 pesos.
La paradoja en contraparte. Peña Nieto vacacionando en Mazatlán y Miguel Ángel Yunes Linares poniendo el índice en la llaga purulenta: el presidente debió consultar a los gobernadores.
Todavía así, Luis Videgaray Caso fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores, confesando su ignorancia, dispuesto, oh maravilla, a aprender, dijo, como si fuera tan fácil aprender en un México pobre, miserable y jodido.
Y el presidente, el gran tlatoani, hablando de una situación “difícil, pero inevitable”.
“Comprendo, dijo, el enojo y la molestia”.
Si lo comprendiera, otro gallo cantaría al país, luego, incluso, de la Casita Blanca de “La paloma”, Ayotzinapa, Nochixtlán, Tlatlaya, Tanhuato y Donald Trump en Los Pinos.
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Por vez primera, Ronzón estuvo de acuerdo con Andrés Manuel López Obrador, el líder mesiánico (por ególatra y absorbente) de que Enrique Peña Nieto debió traslapar un año el gasolinazo.
Con todo y que el inquilino principal de Los Pinos se justificara diciendo que se trató de una circunstancia mundial.
Una referencia: mientras en Estados Unidos el litro de gasolina mexicana vale 9.50 pesos la Magna, aquí, en Veracruz en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río 15 pesos con 33 centavos.
Insólito, por ejemplo, el precio diferenciado en todo el país, como el caso de las delegaciones en la Ciudad de México, donde de una a otra existen precios distintos que a juicio de los dueños de las gasolineras anuncian su fracaso por una competencia desventajosa.
En el fondo el coraje social se derivó de una medida desacertada, pero al mismo tiempo, cuando la corrupción política alcanza niveles insospechados.
México, por ejemplo, en los primeros lugares de la corrupción mundial.
Y lo peor, sin que nadie sea castigado, a excepción del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, quien tuvo la genial ocurrencia de presentarse a declarar a un Ministerio Público donde fue aprehendido junto con su hijo.
Pero de allí para el real, los Javier Duarte, los César Duarte, los Roberto Borge y los Rodrigo Medina, intocables.
Hoy se cumplen 81 días de Duarte “a salto de mata”, y cuya detención caería “como anillo al dedo” para aligerar la protesta por el gasolinazo.
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La piel social es demasiado frágil. “El miedo al miedo es peor que el miedo mismo” decía León Felipe.
Los transportistas de Veracruz paralizaron el servicio, pero el vandalismo causó estragos.
Una población llena de incertidumbre, zozobra, angustia.
Las ciudades amanecieron el día como una pesadilla, luego de mirar en el noticiero televisivo el saqueo y los comercios incendiados y la gente corriendo con los aparatos electrónicos robados.
“La Parroquia 207 años” cerró sus puertas, sin aviso previo, por si las recochinas dudas la pillería.
Los niños sin clases.
El bulevar Ávila Camacho como si fuera el primer día del noche, hacia la mañana, desierto, totalmente desierto, luego de la romería.
Ni siquiera, vaya, los ciudadanos de siempre caminando y trotando, ejercitándose.
Es hora, dice Ronzón, de que Peña Nieto reconsidere la medida desacertada.
De lo contrario, sólo tendrá por delante una salida, como es la represión.
Y por añadidura, más descrédito. Caída absoluta de su índice de popularidad. Un presidente sin autoridad social y sin liderazgo.
Y su partido, el tricolor, descarrilado.
Tan es así que el gran desafío electoral se dará en las urnas entre la alianza PAN y PRD y MORENA.
Y más, mucho más, en un Veracruz donde el PRI perdió la gubernatura y la mayoría en el Congreso local.
Muchas secuelas y estragos dejará el gasolinazo.