- Xalapa, inhabitable
Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. La violencia es inevitable, ni modo…
La yunicidad azul está cerrando su periodo constitucional en medio de la violencia, atrapada y sin salida.
Cierto, el más grave pendiente del país, y al mismo tiempo, una pesadilla, el infierno, huracán impetuoso, en Veracruz.
La penúltima turbulencia fue vivida y padecida el viernes 23 de noviembre hacia las 3:20pm de la tarde en Xalapa.
En el edificio “El olmo”, propiedad de Justo Fernández, hay juzgados en unos pisos y dos pisos más para oficinas de la secretaría de Protección Civil.
Arriba, en el último piso, la oficina del magnate xalapeño.
Entonces, de pronto, ¡zas! llegó un par de asaltantes solitarios y quisieron robar, sorprender a los empleados y saquear las oficinas.
Pero como el magnate tiene escoltas a sueldo, uno de ellos, les disparó, con tanta certeza que le pegó un tiro en la pierna a uno de ellos y cayó en el piso, herido, y quien ahí mismo fue detenido.
El otro asaltante, se afirma, huyó, aun cuando otros dicen que fue detenido.
Era la hora, entre otras, cuando la secretaría de Protección Civil da permiso a los burócratas para echarse un taco pues laboran de las 8 de la mañana a las 5 de la tarde, corrido.
Por fortuna, ningún daño mayor, más que acaso, la sorpresa, el caos, el miedo y el miedo al miedo como decía el poeta León Felipe.
El caso, dice un burócrata, es que la ciudad de Xalapa resulta invivible con tanta violencia por todos lados.
Invivible, irrespirable, inhabitable, Veracruz, de norte a sur y de este a oeste.
DOS. Marié, rebasado, y a Wínckler le valió
La noche del jueves 22 de noviembre Xalapa se estremeció. Mejor dicho, la colonia Los Prados. Mejor dicho, una familia y sus vecinos.
El ama de casa, María del Rosario G. C., de 36 años, fue baleada en el abdomen, mientras trascendiera que los malandros se llevaron a otra persona de su domicilio particular.
Los malandros llegaron como acostumbran, de pronto, para tener la sorpresa de su lado.
Y en la calle Bernal se sembró el horror y el terror.
Secuestraron a la otra persona, se ignora si es hombre o mujer, y dispararon y dejaron herida a una mujer que por fortuna salvó la vida, pues de lo contrario, habría engrosado la sórdida y siniestra lista de feminicidios en un Veracruz que en el primer cuatrimestre del año que corre alcanzó el primer lugar nacional.
Ese mismo día, jueves 22 de noviembre, significó la crónica de un bienio azul fallido y fatídico en materia de seguridad, pues el titular, Jaime Téllez Marié, rebasado por la avasallante realidad, y al Fiscal Jorge Wínckler le vale como le valió durante casi 24 meses la procuración de justicia.
En Cotaxtla, un ganadero fue asesinado.
En Rodríguez Clara, un campesino asesinado a machetazos.
En Coatzacoalcos, acribillado un comerciante identificado como “El Rica”, Ricardo López Barrera.
En Coatzacoalcos, asesinado “El Shaggy”, un mecánico de nombre Miguel Ángel Paniagua Martínez.
En Boca del Río, sobre la calzada Ejército Mexicano, asesinado un civil por disparos tras un presunto asalto que pretendía cometer en comercios.
El caso es que sean civiles o malandros, la Fiscalía está obligada a esclarecer los homicidios, y de igual modo fue la característica del bienio azul, la opacidad, la total y absoluta opacidad.
Wínckler no pudo, no quiso, o de plano, como todo indica, le valió.
En los dos últimos años la prioridad fue encarcelar a los políticos acusados de pillos y ladrones.
Ahí se centró y concentró y los agravios a los derechos humanos alcanzaron el peor estado fatídico del Golfo de México y del país.
TRES. La yunicidad ya piró…
El periodo constitucional del Yunes azul ya piró.
Su oportunidad para engrandecer el destino social y la calidad de vida de los habitantes de Veracruz se perdió en las pasiones revolcadas de la cárcel para los duartistas.
Raro y extraño:
Mientras los 29 diputados de la izquierda en la LXV Legislatura y el góber electo y su secretario General de Gobierno y hasta la lideresa nacional de MORENA están obsesionados con la caída del Fiscal Jorge Wínckler, nadie, absolutamente nadie se ocupa del secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez, el responsable número uno de velar por el Estado de Derecho que significa, simple y llanamente, la seguridad en la vida y los bienes.
Todos, contra Wínckler, y Téllez Marié, un ángel de la pureza, quizá porque los malandros le tiraron restos óseos y cabezas humanas ante su oficina en Veracruz.
Con todo, el Yunes azul concluirá su tiempo el próximo viernes treinta y heredará el mismo legado que le transmutó Javier Duarte.
Veracruz, un río de sangre, un valle de la muerte, el peor mundo para vivir en el Golfo de México, “la muerte tiene permiso”, el feminicidio, el infanticidio, la impunidad y la opacidad.
En un arranque electoral, Yunes Linares juró y perjuró que en seis meses pacificaría Veracruz y no pudo.
Ahora, Cuitláhuac García Jiménez habla de dos años, es decir, a propósito, mañoso y zorruno, extendió el tiempo.
En 40 días, en 1986, Fernando Gutiérrez Barrios, sin alardear ni fantasear, tampoco un aviso mediático para salir en portada, pacificó el Veracruz heredado por Agustín Acosta Lagunes con su “Sonora Matancera”, aquellos caciques y sicarios que, entre otras cositas, asesinaban a una persona a cambio de 50 mil pesos de aquellos.