➡️ ¿La razón? Nadie la dice, pero todo el mundo sabe: no hay dinero, no hay reparación, no hay nada.
➡️ Lo único cierto es que los pacientes siguen esperando por una infraestructura que ni siquiera da para un ascensor funcional.
Por: Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Oaxaca, México.– En el Hospital Civil Aurelio Valdivieso, apenas se cruza la puerta principal, la ilusión se rompe como las baldosas del piso en el vestíbulo. Ese mismo piso donde, paradójicamente, los que llegan buscando salud pueden tropezar, al igual que tropezó el tan cacareado plan de renovación del gobernador Salomón Jara.
No hay elevador, tampoco puertas. Lo que hay son pedazos de madera donde deberían estar esas puertas, cintas amarillas y rojas ondeando como advertencia en el área del elevador, clausurado y sin servicio. ¿La razón? Nadie la dice, pero todo el mundo sabe: no hay dinero, no hay reparación, no hay nada.
Fotografías que circulan en redes muestran el panorama desolador: pasillos oscuros, improvisados con madera y cinta, luces parpadeantes como si fueran el último latido de una institución que se niega a dejarse vencer.
Médicos, enfermeras, administrativos, todos ahí, tratando de dar lo mejor mientras sortean las ruinas de un hospital que no está ni cerca de cumplir con las promesas de dignificación y renovación que Jara anunció una y otra vez. Que si se iban a mejorar las condiciones, dijo. Que si llegaría un presupuesto justo, dijo. Que si Oaxaca tendría el hospital que merecía, volvió a decir. Pero entre tanto dicho, lo único cierto es que los pacientes siguen esperando por una infraestructura que ni siquiera da para un ascensor funcional.
La ironía aquí es dolorosamente palpable. Un lugar de sanación convertido en un laberinto de parches y arreglos temporales. No es solo el cemento quebrado; es el símbolo de promesas rotas. Para quienes trabajan ahí, no es solo un edificio: es una rutina que enfrentan a diario, un sistema que promete mucho y entrega poco. Médicos que, al ver el estado de sus instalaciones, tienen que improvisar para hacer su trabajo. Enfermeras que cruzan pisos rotos, vigilando que sus pacientes no se lastimen en el camino.
¿Y Salomón Jara? Bueno, él sigue prometiendo.