- Búsqueda frenética
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. El Solecito está solo
El apostolado, la mística y el amor filial de la ONG, el Colectivo Solecito, integrado por las madres de los desaparecidos en Veracruz, resulta admirable.
La más alta dimensión del amor.
Y de la fe. Y de la esperanza, con todo y que Albert Camus afirmaba que la esperanza es una virtud cristiana que significa resignación.
En el caso, también significa la posibilidad de.
Ellos perdieron a sus hijos y familiares en el duartazgo, el sexenio que más daño y agravios ha causado a la población desde el año 1824, cuando Guadalupe Victoria fuera el primer gobernador a la fecha en que han caminado setenta y cinco mandatarios.
En el sexenio anterior, lucharon hasta con lo imposible por encontrar a los suyos, vivos o muertos, y en caso de que estuvieran muertos para darles sepultura y tener una tumba donde llevar flores y rezar.
Ahora, en el gobierno azul siguen empeñados en el mismo apostolado, pues ellos tendrán la paz interior cuando pudieran, digamos, agotar las instancias para encontrar a los suyos.
En el carnaval, el Solecito instaló un puesto de fritangas para avenirse de recursos.
En Semana Santa, otro puesto de fritangas en la playa en el área de Boca del Río donde les autorizaron el permiso.
Ahora, realizan una colecta pública para buscar a los suyos en los veintidós penales de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Antes, y luego de varios encuentros y desencuentros, la Fiscalía de Luis Ángel Bravo Contreras dispuso de un dinerito para cubrir el transporte, la comida y el hospedaje en la búsqueda frenética.
Ahora, sólo el Ayuntamiento del alcalde Miguel Ángel Yunes Márquez les ha garantizado el pago del transporte, y la Fiscalía azul, ni fu ni fa.
Desde luego, en la Fiscalía siguen inculpando a Javier Duarte del saqueo que dejó a SEFIPLAN en crisis financiera perpetua, y ni modo, que no hay dinero.
Pero en el Solecito tienen una misión excepcional, pues nunca más, desde la desaparición de sus hijos, han dormido una noche tranquila.
Dos. Muchos, demasiados agravios
Es el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuyos padres y ONG solidarias siguen buscando a sus hijos y tocando puertas en el país y en el extranjero, además de marchas y protestas.
Y el cabildeo con los medios nacionales y externos, pues sólo así podrían, digamos, ser escuchados.
Fue el caso, incansable, de la señora Rosario Ibarra de Piedra, cuyo hijo Jesús, fuera desaparecido en Nuevo León en el tiempo de la llamada “guerra sucia”.
Fue el caso de las decenas, cientos quizá de padres de familia buscando a sus hijos después de la masacre de estudiantes el 2 de octubre de 1968.
Y el caso de las madres que buscaron a sus 72 hijos migrantes desaparecidos en Tamaulipas, hasta que un día aparecieron todos asesinados con tiro de gracia en el poblado de San Fernando.
Muchas, demasiadas, excesivas cornadas han dejado los derechos humanos en el país, y por añadidura, en Veracruz.
Ahora mismo, hay un clamor general para que Javier Duarte y Arturo Bermúdez Zurita, su ex secretario de Seguridad Pública, preso en el penal de Pacho Viejo, sean juzgados por desaparición forzada y que significa la alianza de policías con los malandros para secuestrar, desaparecer, asesinar y sepultar en fosas clandestinas a la población civil.
Por eso, y porque además, y como en el caso del gran cementerio clandestino en el terreno anexo al Frac. Colinas de Santa Fe, en el puerto jarocho, siguen apareciendo fosas
siniestras y sórdidas con cadáveres, el Solecito continúa en su apostolado admirado y admirable.
El amor de madre y padre, en su más alto nivel.
Tres. El ring jarocho
Es una lucha donde se cruzan y entrecruzan demasiados intereses económicos, policiacos y políticos, y en donde los Solecitos y los Colectivos, etcétera, llevan la peor parte.
En un lado del ring, los malandros.
En otro, los malandros y los policías.
En otro, los malandros, los policías y los políticos. Servidores públicos les llama una ONG que ha proclamado una triple alianza para el exterminio de la población civil incómoda y contestataria.
En el cuarto rincón del ring, los empresarios asociados con los carteles y cartelitos.
Y en el centro del cuadrilátero, los Solecitos, solitos.
Incluso, con la espalda en contra de la llamada “sociedad civil”, en que se incluye a las elites eclesiásticas, que ni siquiera, vaya, destinan la limosna de una misa dominical para la búsqueda de los desaparecidos.
Peor tantito, y como en el caso de los migrantes de América Central en su paso por Veracruz, el desdén de la mayoría de los obispos y del arzobispo de Xalapa en contra del sacerdote de la Teología de la Liberación, José Alejandro Solalinde Guerra, y quien se les ha plantado con un albergue en Acayucan, anunciado para iniciar operaciones este mes de agosto.
El Solecito está solo en su lucha.
Y así como Carlos Slim es solidario con algunas causas culturales, las doscientas cincuenta familias de Veracruz que acumulan el 60 por ciento de la riqueza estatal bien pudieran expresarse con ellos y aportar una gran limosna permanente.