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Subasta de alcaldías en Veracruz; Renato Alarcón, hereje

El Piñero

Luis Velázquez

 

ESCALERAS: Desde que Manuel Ramos Gurrión era presidente del CDE del PRI (Rafael Murillo Vidal, parece, gobernador, 1968/1974), siempre se ha acusado de que en el partido tricolor subastan las candidaturas a las presidencias municipales, sindicaturas y regidurías.

Y más, porque en aquellos tiempos el tricolor era el partido único y la rebatinga más intensa.

La misma versión se reprodujo cuando, por ejemplo, Adolfo Mota Hernández fue dirigente priista en el sexenio de Miguel Alemán Velasco.

Con todo y que muchos años después sería secretario de Educación en el duartazgo, la dependencia señalada con la secretaría de Salud por la Auditoría Superior de la Federación del peor desvío de recursos federales en la historia nacional.

Con Patricio Chirinos Calero, Miguel Ángel Yunes Linares líder rojo, se dijo que había entregado las candidaturas y dadas las condiciones favorables en las urnas al Partido Acción Nacional, pues tal era la negociación del presidente Carlos Salinas en el país.

Ahora, una vez más el líder rojo, Renato Alarcón Guevara, es señalado por un militante (Oliver Olmos Cabrera) de haber vendido las candidaturas, digamos, en una nueva versión, al cobrar la inscripción (como en las escuelas privadas) de los candidatos.

Incluso, dijo, sin aportar pruebas, que al priista Gustavo Sousa Escamilla, cobraron veinticinco mil pesos para registrarse.

Es más, según Olmos Cabrera, hubo una candidatura cotizada en dos millones de pesos.

Pero en ningún caso desde Ramos Gurrión a la fecha, los inconformes han aportado pruebas, documentos, grabaciones, testimonios, ni nada que se lo parezca.

Nadie los defiende, porque cada uno en su momento se ha defendido, además, claro, de que si hay un argumento inapelable para crear el Sistema Nacional Anticorrupción es porque la deshonestidad política ha alcanzado niveles insospechados en el mundo.

Con todo, tanto gritaba el pastorcito que ahí venía el lobo… que lo tomaron por loco.

BALAUSTRE: En el caso de Renato Alarcón ha de mirarse su pasado.

Por ejemplo, siempre tuvo un pie para ingresar al Seminario Menor de Xalapa, pues soñaba con abrazar la carrera sacerdotal.

Cada domingo, un cura diferente suele comer en su casa con la familia completa.

Todos los domingos, escucha misa, confiesa y comulga y sólo le falta pronunciar la homilía desde el púlpito y/o dar la bendición como solía Gerardo Buganza Salmerón.

Sostiene una amistad personal con más de cincuenta ministros de Dios de la región de Xalapa.

El día cuando Adolfo Mota, su otro yo, fue nombrado presidente del CDE del PRI, la señora madre de Renato le dio su bendición.

Fue tesorero del CDE del PRI con Motita y nunca fue señalado de cobrar el diezmo.

Fue un apestado con Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte, y prefirió exiliarse en la Ciudad de México, lleno de prudencia y mesura apostólica, antes de cometer un magnicidio.

Y un político así, que apenas, apenitas inicia en la vida política, con un horizonte demasiado amplio por delante, resultaría inverosímil que “ordeñara la vaca”.

Ahora, y toda vez que la declaración del militante Óliver Olmos Cabrera está publicada, y en nombre de su autoridad moral, Renato exige le demuestren las acusaciones, o por el contrario, interpone una denuncia penal por calumnias, difamación y daño moral.

Simple y llanamente, porque tiene un nombre, una trayectoria, una biografía familiar que cuidar.

Y más dado el pésimo y frustrante resultado en las urnas el 4 de junio, en que el tricolor sólo quedó con unas treinta y cinco alcaldías, el 90 por ciento chiquitas, pues las más jugosas quedaron entre el PAN y MORENA, que con todo y sus doscientos mil votos menos que el año anterior con la gubernatura, nadie puede negar la importancia geográfica y presupuestal de los Ayuntamientos de Coatzacoalcos, Minatitlán, Jáltipan, Xalapa y Poza Rica.

 

BARANDILLA: Más aún porque hacia fin de año (en unos cuantos meses que se van como agua) iniciará el proceso electoral para los diputados locales y federales, senadores, gobernador de seis años y presidente de la república.

Y en estos tiempos de tanta, tantísima corrupción política, los líderes partidistas necesitan pasearse con absoluta autoridad moral, incluso, y como reza el proverbio, “a prueba de bomba”.

Y más, porque cada vez cobra fuerza la versión de la inminente renuncia de Alarcón Guevara a la presidencia del CDE para ser relevado por el alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga Martínez.

Y más cuando el rastro del lodazal heredado por Javier Duarte en la administración pública todavía sigue dando sorpresas, como el último, en que la doctora Karime Macías es involucrada en la creación de empresas fantasmas con la fuerza que tenía (y tiene) como el poder atrás del trono.

La vida política necesita airearse.

“No sabemos lo que hizo el presidente del PRI con ese dinero” dice Óliver Olmos (Notiver, 24 de junio, 2917, Víctor Pineda).

Hora, pues, de lavar el nombre, si es cierto, como reza el adagio: “Quien calla… otorga”.

 

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