•Periodismo de altura
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. “Tapar el sol con un dedo”
El teórico de la comunicación política, Jaime Téllez, secretario de Seguridad Pública, SPP, disertó en Coatzacoalcos, el municipio más inseguro de Veracruz y que alterna honores con Córdoba, sobre el periodismo.
Y de entrada, dijo que los medios se entrometen en el combate a la delincuencia y magnifican los delitos.
Antes, el presidente Enrique Peña Nieto reprochó a los medios que “ellos no aplauden”.
Y antes, mucho antes, José López Portillo, dijo que ni modo de pagar a los medios para que lo atacaran.
Cada político, cierto, arrastra su librito, pero en el caso, y salvo excepciones, ningún medio “magnifica” el tsunami de violencia en Veracruz.
Simple y llanamente, cuenta los hechos ocurridos.
En todo caso, el funcionario habría de convocar aquel acuerdo de Peña Nieto cuando ordenara, por decreto presidencial, tanto a los medios de la Ciudad de México como a los gobernadores para aplicarse en sus entidades federativas que prohibieran a la prensa publicar noticia sobre los desaparecidos, secuestrados, asesinados y sepultados en fosas clandestinas.
Además, resulta tarea imposible “tapar el sol con un dedo”.
Y más cuando la nota policiaca transgrede los límites con la nota de información general, como en el caso de los malosos filtrando a las corporaciones policiacas y a sus jefes superiores y cuando los políticos se alían con los carteles y carteles.
Por ejemplo, Joaquín “El chapo” Guzmán Loera sólo pudo escapar de dos cárceles de alta seguridad con la complicidad, además de los directores de tales reclusorios, de los jefes políticos.
Dos. Kamikaze en Seguridad Pública
La realidad en Veracruz es más insólita y sorpresiva que la literatura ficcional.
Por ejemplo, el asesinato de los cuatro niños en una colonia popular de Coatzacoalcos…
Y de un niño, y su maestra, en Tantoyuca, la tierra de “El chapito”…
Y de una niña en una plaza comercial de Córdoba…
Y de las tres edecanes de Amatlán y Córdoba… sólo pudo darse en la vida cotidiana, pues así, en su conjunto, sólo a un novelista y cuentista del llamado género negro puede quizá ocurríserle.
Juan Orol y Aghata Cristhie se quedarían cortos con su imaginación fantasmagórica.
Por eso, antes de asegurar que los medios “magnifican los delitos” habría de calibrarse si la secretaría de Seguridad Pública ha pacificado Veracruz en los últimos doce meses para vivir en paz y tranquilidad como lo establece el Estado de Derecho.
Inculpar a los medios del tsunami de violencia es un kamikaze.
Tres. Medios entrometidos
Según el titular de la SSP, los medios se entrometen “en el combate a la delincuencia”.
La frase resulta polisémica, pues fue expresada, digamos, como una frase bíblica, concreta y específica, pero sin aclarar paradas.
Se ignora si quiso decir que una parte de los medios, una parte de los diaristas, están al servicio de los carteles.
O que los medios ocultan información, digamos, en una especie, más que de censura oficial, de autocensura, y que es el peor de los males emanados de la caja de Pandora.
O si la prensa de plano defiende a los malandros y evidencia la yunicidad en su política de seguridad pública y de procuración de justicia.
O si así como hay narcopolicías y narcopolíticos, también hay narcoreporteros y/o narcomedios.
Quizá el funcionario perdió el control de las neuronas y lanzó su sentencia, a tono, digamos, con su antecesor Arturo Bermúdez Zurita cuando en el Palacio Legislativo en una comparecencia exclamara sin pudor “¡Pinches medios!”.
Cuatro. Lecciones de ética
El titular de la SSP (Fantomas le llamaban en el Chirinismo como director de Tránsito) dijo que los medios han de cumplir “una función social” y tal cual, definió la tarea social diciendo que “vayamos todos unidos, sociedad y autoridades, para combatir a la delincuencia”.
Ha, entonces, de precisarse la “función social” de los medios en el llamado combate a los barones de la droga y a los delincuentes comunes, aquellos que en tiempo navideño multiplican los robos y los asaltos por todos lados, tanto en los hogares como en las plazas comerciales, anexos, conexos y similares.
Felipe Calderón, por ejemplo, lanzó el ejército a las calles para “combatir la delincuencia” y dejó el sexenio con 150 mil muertos, además de carteles florecientes.
Y ahora cuando a Enrique Peña Nieto falta un año, el saldo nacional es más o menos igual.
Y en tal ajuste de cuentas se ignora la tarea social de la prensa escrita, hablada y digital.
¡Ah!, pero en su mismo discurso el señor Téllez también dijo a los reporteros, en rara y extraña contradicción mental, que “ustedes no se metan, déjennos la tarea a nosotros, pero apóyennos en la tarea que a cada quien le corresponde”.
Una vez más, faltaría definir en la filosofía política del secretario “la tarea de los medios” y que según el Eclesiastés consiste en contar lo que cada diarista, cada reportero, cada cronista, mira y ve en la realidad.
Y si hay secuestrados, desaparecidos y asesinados, entonces, tal cual es su trabajo.
Ahora, si en el lado oficial consideran que los hechos son magnificados quizá se pediría a la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas (tan dada a impartir cursos cuando es obligación de los patrones mediáticos) ofreciera un cursito de ética y/o de moral a los medios en todos los rincones jarochos para escribir con la verdad y que en su esencia pura se reduce a contar lo que se ve.
Cinco. Medios incómodos
El ideólogo de la política de seguridad en Veracruz expuso ante la prensa que “los enemigos no somos las autoridades, los enemigos están en otro terreno”.
Y, bueno, si su declaración se lee una y otra vez todo indica que fue más allá de Arturo Bermúdez y de plano aseguró que para él… los medios son sus enemigos.
El señor Téllez siempre ha sido así, toda su vida.
Rijoso con los medios.
Siempre se ha creído por encima de todos ellos.
Ahora, en el cargo público más importante de su vida (y que solo durará dos años y ha pasado uno) lo dice con claridad, sin rodeos.
Ni hablar, los traumas de cada quien se respetan.
Y más cuando luego enseguida advirtió, como ha sucedido en otras ocasiones, que “no habría ronda de preguntas y respuestas”, pues desde el poder político que significa su cargo él dice y hace y deshace y marca la pauta.
Don Julio Scherer García, director fundador de Proceso, siempre era feliz cuando los políticos despreciaban y menospreciaban a los reporteros del semanario, pues decía que los obligaba a ser mejores en la búsqueda de la información.
Ryzard Kapuscinski fue invitado en varias ocasiones por el jefe de prensa de Gorbachov para visitar Rusia, y de paso, claro, una entrevista con el presidente.
La siguiente fue la respuesta de Kapuscinski:
A: si voy a Rusia y Gorbachov me planta… me voy a molestar.
B: si entrevisto a Gorbachov… me contará versiones sobre su estilo de gobernar… y dudaré.
C: algún día iré a Rusia, pero por cuenta de mi periódico, y cuando vaya, hablaré con la gente para que ellos hablen del estilo de gobernar de Gorbachov.
Claro, más enfático y claridoso fue el Fiscal Jorge Wínckler cuando un día trepado en su facebook lanzó la siguiente advertencia, más o menos en palabras:
“Sólo espero que un reportero cometa un delito”… para chingarlo.
Seis. Encuentros y desencuentros
Ha de verse entonces el bosque:
1. Miguel Ángel Yunes Linares. “Ni un quinto para los medios”. Y los medios, relevados y relegados por el Facebook Live, el Periscope y las redes sociales.
2. El Fiscal, a la caza de un reportero rijoso que cometa el primer delito para aplicarle la guillotina.
3. El titular de la SSP, los medios, sus enemigos.
4. El vocero, convenciendo a los medios del “gobierno del cambio”.
5. El resto del gabinete legal y ampliado, en el limbo durante el primer año del bienio.
6. El coordinador de la banca panista en la LXIV, gastando el erario “en borracheras, drogas, mujeres y orgías”.
7. Además, los diputados locales repartiendo cada uno el presupuesto de comunicación social entre sus dos y tres amigos dueños de medios según revelara el legislador Fidel Kuri Kuri.
Siete. En el sótano de la desconfianza
Una encuesta de Latinobarómetro dice que los políticos, los policías y los reporteros estamos en el sótano de la desconfianza ciudadana.
Y lo peor, tal cual se mantiene la tendencia de la encuesta, con la esperanza perdida de que alguno de los tres sectores remonte antes del Día del Juicio Final.
Nadie, entonces, se salva.
Y, bueno, si un político, un policía o un diarista se declara ángel de la pureza, cada quien es dueño de su altivez y soberbia y puede hacer con su nombre y prestigio y honra… lo que guste.
Por fortuna, a estas alturas ya nadie cree en el grito del pastorcito de que ahí viene el lobo…