Luis Velázquez | Escenarios
28 de julio de 2021
UNO. COVID en la familia
El COVID llegó a la familia. Tíos, primos, sobrinos, cuñadas, enfermos. Unos, por fortuna, están saliendo. Otros, todavía atrapados en la Tercera Ola.
Indicativo: han llevado la cuarentena con toda la rigurosidad de la ley.
Y así, salieron contagiados.
Bastó una salida a la plaza comercial, al restaurante, el café, para quedar infectados.
Mala suerte, infortunio, el rebrote más canijo, la fragilidad humana, sabrá el chamán con la bolita de cristal.
DOS. Cadenas de oración
A una prima le fue muy mal. Cuatro semanas permaneció intubada en el hospital. Dormía bocabajo. Sedada. Y desnuda.
Y el pronóstico de los médicos eran cien por ciento desalentador.
Incluso, la familia en cadena de oración durante las cuatro semanas porque desde un principio le pegó duro, rudo y tupido.
Los parientes rezaban todos los días en la mañana, al mediodía, en la tarde y la noche.
Y luego de 4 semanas, la luz se hizo. Cuando despertó, preguntó dónde estaba. Luego, exclamó: “¡Estoy viva!”.
Pero al día siguiente, y mientras se reponía en el hospital, le cayó otra infección. Y ahí sigue. Vigilada. Quizá, una secuencia del COVID, el rebrote.
Unas sobrinas acaban de caer. El COVID las tumbó. Fueron a una graduación de bachilleres. Se expusieron. Unas seiscientas personas asistieron entre los graduados y los parientes.
Se creyeron inmunes cuando, caray, el festejo estaba vacío. Los organizadores calcularon unas mil 400 personas en el WTC. Pero a la hora de la hora, unas ochocientas dieron marcha atrás.
Mesas completas totalmente vacías. Mesas ocupadas a la mitad. Mesas con solo cuatro personas cuando había seis sillas vacías.
TRES. Locura, regreso a clases
El rebrote está más duro. Ningún caso tiene exponerse. Así sea un bailongo con Los Ángeles Azules o un festival con Cristhian Nodal. O una pachanguita de salsa en Villa del Mar.
Locura total estar machacando el regreso a clases presenciales en las escuelas.
Simplemente es la vida.
Y así en una familia unos se encierren con pared y lodo, si un pariente anda por ahí tentando al diablo chino, entonces todos peligran.
Las campañas oficiales para la santa distancia, el gel y el bozal han fracasado.
México en el cuarto lugar mundial con personas contagiadas y fallecidas por el COVID.
CUATRO. Sicosis familiar
Una cosita es oír, escuchar, saber, que a un conocido le pegó el COVID y murió.
Y otra, mil años luz de distancia, cuando el COVID toca y llega a casa, a la familia, pues “la vida es así y así es la vida”.
De entrada, la sicosis. Todos caeremos, pues el riesgo es latente.
Después, ojalá y el contagio sea leve, magnánimo.
Luego, si el familiar contagiado necesita internarse en el hospital e intubarse.
Más porque la versión es que instalar el tubo duele muchísimo, tanto, que por ejemplo, la persona ha de anestesiarse. Y sedarse por completo.
Y luego, todos los días y noches preguntando cómo sigue, deseando libre la muerte.
CINCO. Toque de Queda
Allá cada familia se cuide como desee. Y es que por más tranquilidad que el gobierno desea transmitir y hasta gritoneando el inminente regreso a clases presenciales el riesgo está canijo.
Incluso, y como ha sucedido en otras latitudes geográficas del mundo, más, mucho más se agradecería un Toque de Queda, un virtual Estado de Sitio, que estar jugando al adivino.
Y si cada vez fracasan más negocios, comercios, changarros y empresas y el desempleo se multiplica, y la pobreza y el hambre también, ni modo, toda vida humana es invaluable.