Luis Velázquez / Barandal
06 de septiembre de 2019
ESCALERAS: Las clases iniciaron en la educación superior y entre las universidades públicas y privadas hay una distancia kilométrica, insalvable, y cuya resultante es deplorable.
Y más, cuando se mira alrededor el desempleo, el subempleo y los pinches salarios de hambre, la mayor parte sin el Seguro Social ni el INFONAVIT y sin crear el derecho de antigüedad para una buena aportación al futuro sistema de seguro social, pues las jubilaciones y pensiones ya fueron desaparecidas.
He aquí algunas distancias años luz:
PASAMANOS: En las universidades públicas desde el primero hasta el último semestre, octavo por ejemplo, el alumno lleva unas ocho materias semestrales, en tanto, en las universidades privadas de calidad llevan unas dos a tres materias.
El sistema pedagógico anterior se debe a que en las escuelas privadas son rigurosos cien por ciento desde un principio para lograr un educando de primera. Incluso, hay días, muchos, cuando los alumnos se pasan elaborando en grupo un trabajo (metódico, documentado, disciplinado, reflexivo y debatido) durante 4 a 5 horas.
En cambio, con 8 materias por semestre en los colegios públicos apenas les encargan una tareíta superficial y que con frecuencia el educando suele copiar y armar del Internet, con el visto bueno del profesor.
CORREDORES: En las públicas obligan al estudiante a permanecer todo el día en la universidad por el horario disfuncional, sin sentido, arbitrario, impuesto en nombre del Modelo Educativo Flexible.
En un día normal tienen clases de una hora por ejemplo a las 8 de la mañana, y luego otra a las doce del día y otra a las dos de la tarde y otra a las 4, 5 de la tarde y así de manera sucesiva.
Y como además, la mayoría de chicos viven lejos, entonces quedan por ahí, comiendo fritangas al mediodía para ahorrar unos centavos a la familia de por sí con limitaciones económicas y nada raro resulta mirar a chicos dormitando en los jardines, si hay, o sentados en el quicio de una banqueta mientras esperan el resto de las clases.
En la universidad privada, por el contrario, sólo tienen clases en las mañanas y en la tardes, algunos días, un deporte.
Así tienen posibilidad de tener y llevar una vida alterna. La mayor parte de las horas de las tardes para estudiar y formarse mejor.
BALCONES: Las universidades privadas por lo general, y de primer nivel, no patito, tienen unas biblioteca excepcional con entre 50 a cien mil libros, suficientes en cada carrera universitaria para la consulta.
Además de Internet gratis para todos con los libros más acreditados del mundo.
Y en las universidades públicas, si bien les va, tienen por ahí una biblioteca churris, nomás para tapar el ojo al macho.
Y mientras en las privadas hay maestros de primera, maestrías y doctorados en el extranjero, libros publicados y ensayos en publicaciones indexados, respetados y respetables en sus áreas, en las públicas suelen contratar al profesor que pase enfrente y siempre y cuando tenga el apoyo sindical, pues los sindicatos se han vuelto una mafia en el poder para otorgar contratos semestrales y plazas.
PASILLOS: Por eso, entre otras razones, la distancia años luz entre las públicas y las privadas.
Y por añadidura, las grandes diferencias en la calidad de los egresados.
Y en ningún caso se trata de una política educativa excepcional, fuera de serie, bajada del cielo, sino de una actitud firme, rigurosa, íntegra, honesta, visionaria, de la rectoría de cada universidad pública.
Además, la fama pública de que las públicas forman empleados y las privadas inducen y conducen al educando por la vida empresarial y mirando siempre hacia el extranjero para competir en las grandes ligas.