•Cabezas decapitadas
•Los carteles mandan
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: El terrorismo en su más alto decibel vivido y padecido en Veracruz cuando Javier Duarte ha vuelto en el tiempo de Cuitláhuac.
En aquel entonces, una madrugada los malandros pusieron una cabeza decapitada sobre la mesa de un centro nocturno en Boca del Río y cuando la clientela iba saliendo fue el peor infierno jamás imaginado, pues la cabeza estaba con los ojos abiertos quizá en el último segundo con vida y en los ojos estaba grabado el horror y el terror.
Ahora, el miércoles 11 de septiembre en Cerro Azul, los malandros dejaron una cabeza en un bar. Fue en la colonia Nueva Mirador.
Y el mismo día, en Tamiahua, unos malandros dejaron una cabeza en un recipiente de plástico en la calle Miguel Hidalgo.
Fatídico, entonces, el 11 de septiembre, desde que en Chile, el general golpista, Augusto Pinochet, tomó por asalto el Palacio de la Moneda con el presidente Salvador Allende en su oficina y luego de un tiroteo Allende, el primer presidente socialista de América Latina elegido en las urnas, se quitó la vida antes, mucho antes de caer en manos de su amigo traidor.
PASAMANOS: Los malosos han multiplicado su onda siniestra, sórdida y sombría de terror. La cabeza humana abandonada en una calle de Pánuco, con un letrero patrio sobre un sombrero: “¡Viva México!”.
Así, cada vez los malandros aprietan tuercas para aumentar el grado terrorista. La penúltima vez fue en Tuxpan donde por vez primera en los últimos 8 meses y medio colgaron un cadáver en el puente a primera hora del día y fue el primer espectáculo de la población.
Desde el lado oficial dirán, como por ejemplo alardeaba Javier Duarte, que los carteles están reaccionando así porque los están combatiendo. Y en respuesta, se van contra la población civil.
Pero al mismo tiempo, y más allá de tales ocurrencias, la realidad es una sola: los carteles y cartelitos y la delincuencia común siguen adueñados de la agenda pública y la autoridad los va siguiendo, sin que la violencia disminuya como alardeara el góber semanas anteriores, en virtud de lo cual, aseguró, “estamos contentos, muy contentos”.
La clase política dominante sigue, entonces, perdiendo batallas y perdiendo la guerra. Y lo peor, por ningún lado se asoma una lucecita en el extenso túnel de la inseguridad, la incertidumbre, la zozobra y la impunidad.
BALCONES: Una cabeza humana en un bar de Cerro Azul y otra cabeza en un bidón en Tamiahua y otra más en Pánuco expresan la saña y la barbarie.
Puede el lector, por ejemplo, imaginar que está en un bar de Cerro Azul, colonia Nueva Mirador, conviviendo con los amigos, festinando los recuerdos, las charadas, las anécdotas, la alegría de estar juntos.
Y de pronto, y sin que nadie lo advirtiera, un malandro llega, coloca una cabeza humana sobre una mesa y se va con el mismo sigilo.
Y cuando un cliente mira la cabeza decapitada con el susto infernal pega el grito y la clientela la mira. Y ni modo de quitarla, pues de acuerdo con la ley han de reportar el accidente a la policía y ya el Agente del Ministerio Público dará fe.
Y mientras, la corredera de clientes. Antes, mucho antes de que los malandros pudieran regresar y acabar con todos como en el mes de abril en la fiesta familiar de Minatitlán (14 muertos y un bebé de un mes) y en el night club de Coatzacoalcos (31 muertos).
El norte y el sur, el este y el oeste de Veracruz, en el peor infierno. Nadie está seguro.