- Hoy se vive un tiempo rudo
Malecón del Paseo
Luis Velázquez
Veracruz.- EMBARCADERO: Todos nos dolemos que se viven y padecen tiempos peores… Se dice, incluso, que son los peores tiempos en la historia local… Se afirma, por ejemplo, que de un paraíso que era Veracruz se convirtió en un infierno, “el infierno tan temido” del que hablaba sor Juana Inés de la Cruz… En la mesa del café se dice que el territorio jarocho es un río de sangre y un valle de la muerte… Los familiares de los desaparecidos, secuestrados, asesinados y sepultados quizá en fosas clandestinas viven un camino al Gólgota que parece interminable… Se continúa asegurando que Veracruz “es el cementerio de migrantes más largo y extenso del país” y que también es “el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”… Se cree que ahora estamos peor porque fracasado el diálogo la represión a las manifestaciones callejeras se han vuelto “pan de todos los días”… Pero, al mismo tiempo, y sin que pudiera entenderse de manera oficiosa, hay tiempos sociales que fueron mucho peores… Desde luego, en ningún momento justifica el viacrucis azul de hoy… Pero sólo se convoca como mera referencia… Por ejemplo, en la guerra de Independencia, los realistas colgaban los cadáveres de indígenas y campesinos de un árbol a la orilla del camino sólo para sembrar la incertidumbre y la zozobra en los rebeldes que luchaban al lado de Miguel Hidalgo y José María Morelos… Porfirio Díaz encarceló 41 veces al reportero y activista social, Ricardo Flores Magón, quien murió en una cárcel de Estados Unidos, donde también lo refundiera… El dictador también encarceló 36 veces al periodista Filomeno Mata, director del “Diario del hogar”, porque al viejo oaxaqueño fastidiaba el periodismo crítico…
ROMPEOLAS: Lo peor: en la huelga obrera de Río Blanco, igual que en Cananea, Porfirio Díaz envió a los militares a sofocar el movimiento social, y luego de la matanza de trabajadores treparon los cadáveres en los vagones del ferrocarril, llegaron al viejo castillo de San Juan de Ulúa y los tiraron al fondo del Golfo de México… Ahí mismo, en San Juan de Ulúa, Antonio López de Santa Anna encarceló a Benito Juárez y a Melchor Ocampo y luego de un ratito los exilió, el primero a Cuba y el segundo a Estados Unidos… El general chacal, Victoriano Huerta, ordenó sacar un ojo a Gustavo Madero, el hermano de Francisco I. Madero, y a quien luego ordenara asesinar hasta con el tiro de gracia, al mismo tiempo que al vicepresidente José María Pino Suárez… Huerta (a quien el poeta Salvador Díaz Mirón halagaba sin cesar) también ordenó cortar la lengua al senador Belisario Domínguez para que dejara de criticarlo en el Congreso de la Unión… Nadie podrá olvidar la masacre de Topilejo, en que cien políticos fueron asesinados, simpatizantes de José Vasconcelos como candidato presidencial independiente ante el candidato favorito de Plutarco Elías Calles, el fundador del partido político abuelito del PRI… Y ni se diga la orden de Porfirio Díaz al gobernador
de Veracruz, Teodoro A. Dehesa Méndez, de “¡Mátalos en caliente!” a un grupo de jarochos inconformes con su reelección… Es más, si damos un brinco en la historia, tiempos peores, mucho peores, fue aquel cuando el presidente Gustavo Díaz Ordaz, ordenó, cierto, la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre del 68… Pero también, cuando ordenó al capitán Fernando Gutiérrez Barrios incendiar las oficinas y los talleres de la revista Por qué? del reportero Mario Menéndez Rodríguez, al mismo tiempo que lo exiliaba a Cuba, todo porque era un periodista incómodo… Y ni se diga, la cárcel de Lecumberri llena de líderes sociales y estudiantiles incómodos a la elite priista en el poder…
ASTILLEROS: Se padecen hoy, cierto, tiempos peores en Veracruz… Pero peor, por ejemplo, fueron los días y noches de Fiódor M. Dostoievski, el gran escritor ruso, autor de las novelas Crimen y castigo, Memorias de la casa muerta, El jugador, El idiota y Los hermanos Karamazov… A los 28 años de edad, en 1849, con otros veintiséis jóvenes, fue acusado de “crímenes contra la seguridad del Estado” y arrestado y sometido a un simulacro de ejecución y condenado a ocho años de trabajos forzados en Siberia, el siniestro y sórdido campo de concentración, uno de tantos del zar Nicolás Primero… Todo, por haber leído en público la famosa “Carta a Gólgol” del escritor Visarión Bielinski, donde dijo que “Rusia no necesitaba sermones, sino el despertar en el pueblo de un sentimiento de dignidad humana”… Convertido en presidiario, a Dostoievski le retiraron su título de noble, su graduación militar y sus derechos civiles… Cuatro años cumplió su condena a trabajos forzados y después lo enviaron de soldado… Durante diez años, los zares prohibieron publicar sus novelas y cuentos con su nombre… En su vida sufrió “frecuentes y prolongadas estancias en el hospital militar debido a sus ataques epilépticos”… Siempre anduvo escaso de dinero y pedía prestado a su hermano Mijaíl… Y no obstante, el gran escritor ruso decía: “Nadie debe avergonzarse de sus convicciones”… Fueron aquellos tiempos difíciles, rudos y sombríos… Y aun cuando ahora también se viven tiempos huracanados, nadie quisiera vivir los días de Adolf Hitler y José Stalin con sus campos de concentración… Y de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta y Gustavo Díaz Ordaz, entre tantos otros, con sus matanzas…