Luis Velázquez Barandal
Veracruz.-05 de julio de 2017-.ESCALERAS: Las vacas flacas que el PRI vive y padece en Veracruz podría, digamos, resumirse en la siguiente charada:
En la cumbre del lunes anterior efectuada en Xalapa, un chico que vende chocolates los ofreció a Érick Lagos Hernández y será porque al diputado federal le gusta más el Périgñon, le dijo, igual que Ernesto Zedillo al pordiosero, que no tenía “cash”.
Ninguna otra frase describe el infierno tricolor.
Por ejemplo, al cónclave sólo asistieron un par de diputados federales. Érick, claro, y Sofía de León Maza, que lo es por el distrito de Pánuco, donde derrotara al cacique panista, Ricardo García Guzmán (con todo y bomba molotov), exonerado por el Contralor azul de presuntos trastupijes en el duartazgo y que de paso amenazara de muerte a un reportero. “Tienes hijos” le dijo.
El resto de los 14 legisladores federales del partido rojo, ausentes. Les valió la plenaria. Ningún futuro vislumbran para su ex partidazo.
En un rincón, Corintia Cruz Oregón, la Barbie ex secretaria General del CDE del PRI, olvidada, con todo y que en el sexenio anterior solía llegar en la mañana al búnker diciendo la siguiente frase bíblica:
“Anoche, Javier Duarte me dijo…”.
Y es que el tricolor ha sufrido tres derrotas consecutivas de la mitad del año anterior a la fecha.
Lo peor, sin embargo, es la derrota moral. Andan sumisos y sumidos con la ferocidad yunesca. Andan turuletos sin absorber la realidad y sin aprender a ser partido de oposición. Y de ñapa, como en los mejores tiempos, siguen peleando por las candidaturas, ahora, a diputados locales y federales y senadores.
Y de gobernador el año entrante.
“No tengo cash” dijo Érick Lagos al chico vendedor de chocolates. Peor, desde luego, le fue al niño aquel que ofreciera dulces al amargo Carlos Brito Gómez y con su ademaneo, a los 80 años de edad, aferrado al poder, lo corriera del búnker rojo.
BARANDILLA: Érick Lagos se llevó el día, mejor dicho, la semana.
En la plenaria priista acuñó la siguiente frase bíblica:
“¡Ayudemos a Miguel Ángel Yunes Linares!”.
Caray, ni Franz Kakfa con Gregorio Samsa convertido en “un insecto una mañana al despertar”, ni King Kong soñando con la bella y volviéndose más tierno que un hombre enamorado.
Érick, “tirando su espada en prenda” por el Yunes azul, cuando antes fue duartista encendido y antes, mucho antes, fidelista furibundo.
Siempre, no obstante, con su capacidad camaleónica ha caído “para arriba”.
Cayó en 1998, cuando fans de Ignacio Morales Lechuga como candidato opositor a Miguel Alemán Velasco a la gubernatura, de pronto, zas, con Freddy Ayala (presidente municipal electo de Sayula) “se tiraron del barco” y treparon al barco del alemanista Fidel Herrera como presidente del CDE del PRI.
Cayó para arriba cuando en la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana reprobó los últimos tres semestres (¿o años que eran?) y la dirigente estudiantil, Éricka Blanco, cabildeó arriba para llenar su boleta de calificaciones y poder recibir la carta de pasante… antes de que sus padres se enteraran del fiasco y el fraude.
Cayó para arriba cuando con su compañero de pensión estudiantil, Rogelio Franco Castán y Freddy Ayala, sobrevivieron a la pobreza y la miseria gracias a Anahí, el gay más famoso de la UV.
Cayó para arriba cuando en el Fidelato y el Duartazgo, Franco Castán le llamaba “jefe Lagos” y según las malas entrañas y los quisquillosos… al mejor estilo porfiriano lo maiceaba.
Y cayó más, mucho más arriba cuando Franco Castán asumió la secretaría General de Gobierno en el bienio azul y fue su litigante y secretario de Relaciones Exteriores ante el jefe de la revolución panista en el poder local, y todo indica, fue perdonado, incluso, hasta un rastreo de pistas de sus bienes.
Por eso, y dando carpetazo a la amistad con el góber fogoso y el góber tuitero, se declara un fans de Yunes Linares, quien tiene en el penal de Pacho Viejo a cinco duartistas, más los que están en capilla.
Y lo peor, las elites, tan campantes.
Los políticos, decía José López Portillo, se han vuelto unos cínicos…
CASCAJO: Fatuo, insulso, famoso porque nunca ha leído un libro en su vida (ni los tres que alardeó Enrique Peña Nieto), superfluo, ególatra, conseguidor, burlón, desmadroso, el discípulo más destacado del fidelato predicando la enseñanza de que “en política lo que se compra con billete… sale barato” (fraseología de Carlos Hank González), etcétera, Érick Lagos es un sobreviviente.
En la llamada “Década Perdida” que iniciara en el año 2004 y terminara en el 2016, fue secretario particular de dos gobernadores (uno de ellos, preso), diputado local y federal, subsecretario y secretario General de Gobierno, presidente del CDE del PRI, operador y cabildero para asuntos especiales, turbulentos y revolcados, incluso, como el caso de la desaparición de su amigo, el arquitecto Cristian Morales Carreto.
Así, la vida le ha funcionado, con todo y que la diputada Marijose Gamboa ha denunciado que él y sus homólogos Alberto Silva, Adolfo Mota, Jorge Carvallo y Édgar Spinoso parecen, o son, intocables e intocados por la yunicidad.
Y de ser tal cual, alguna razón (o razones) de peso existirá(n) de por medio, entre ellos, por ejemplo, el llamado “vómito negro” y la devolución de dinerito oficial robado y entregado con la más absoluta discrecionalidad.
En todo caso, Gregorio Marañón cuenta en el libro “Tiberio, historia de un resentimiento” que los políticos también necesitan bufones, y el porte (y el alma y el corazón y las neuronas) de Érick Lagos parecen ser histriónicas cien por ciento.
Por eso, quizá, la convocatoria de Érick Lagos a las elites priistas de que es hoy, ya, ya, ya, la hora de ayudar a Yunes Linares.