- La pareja política ideal
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Ninguna pareja política ha alcanzado la plenitud en Veracruz como los perredistas Yazmín Copete y Arturo Hérviz.
Hérviz es su maestro y ella sigue sus pasos, segura de lograr la enseñanza bíblica de que un estudiante ha de rebasar por completo al profesor.
El maestro fue presidente municipal de su pueblo, Ángel R. Cabada (y otra vez), y ella alcaldesa del suyo, Santiago Tuxtla, encarnada ahora con su hijo a quien obsequió la silla.
El profe fue diputado local y ella también, ahora.
El profe fue dirigente estatal del PRD y ella desempeñó un cargo partidista y sueña, claro, con la presidencia del CDE.
El profe fue senador de la república y ahora la discípula, lista para la candidatura al Congreso de la Unión por el llamado “Frente por Veracruz, integrado por el PRD, su partido, en alianza con el PAN, la extrema derecha, y háganos el favor, y el Movimiento Ciudadano.
Ahora sí, juntos hasta que la política los separe, de igual manera, digamos, como cuando la política separó a Arturo Herviz de su alumno bien amado, Rogelio Franco Castán, y con quien y dada la secretaría General de Gobierno se habrían reconciliado.
PASAMANOS: Durante los últimos trece meses, Veracruz ha sido, igual o peor que en el duartazgo, un río de sangre y un valle de la muerte.
Han asesinado, por ejemplo, a 4 niños en una colonia popular de Coatzacoalcos y a un niño y su maestra en Tantoyuca y a dos niños en Córdoba.
Coatzacoalcos y Córdoba se han vuelto el eje del mal.
En Acayucan, la violencia convirtió al pueblo en el símbolo de la incertidumbre y la zozobra nacional con un aumento del tres mil cien por ciento de muertos en el año anterior.
El feminicidio está fuera de control.
De cuatro carteles operando con Javier Duarte ahora existen 6 diputando la jugosa plaza jarocha.
Y nunca, jamás, la diputada local del PRD, Yazmín Copete Zapot, lo registró en sus neuronas. Tampoco en su corazón. Tampoco en el hígado.
Ella se creó y recreó, igual que Duarte, “un mundo color de rosa”… hasta que la muerte llamó a su puerta partidista.
Fue en los primeros días de enero cuando el ex diputado local y ex presidente municipal y ex dirigente perredista y abogado laborista, Víctor Molina Dorantes, fue asesinado.
Entonces, solo entonces, advirtió que “la delincuencia tiene de rodillas a la población de Veracruz”, en ningún momento, vaya, arrodillada a la yunicidad.
Para entonces, el presidente municipal electo de Hidalgotitlán, había sido asesinado.
Y el alcalde Ixhuatlán de Madero, con su esposa y tres colaboradores, ejecutados en Banderilla.
Y un ex síndico de Ixtaczoquitlán, asesinado de veinte puñaladas.
Y el ex alcalde Tenampa, asesinado.
Pero Yazmín Copete vivía en estadios superiores de desarrollo humano.
CASCAJO: En el Congreso, la diputada pidió, claro, un minutito de silencio por el crimen del perredista.
También clamó, hosanna, hosanna, que el asesinato de Víctor Molina Dorantes “no sea una cifra más” en la estadística de la muerte, en tanto, las huestes ex burocráticas del SAS, Sistema de Agua y Saneamiento, se habían lanzado a una resistencia pacífica en el puerto jarocho con una marcha reclamando seguridad.
Y aprovechó el viaje (el viaje a la candidatura senatorial que le disputaba Rogelio Franco Castán) para decir, vaya descubrimiento, que la secretaría de Seguridad Pública ha de replantear su estrategia.
La estrategia fallida desde hace trece meses.
En 1998, luego de perder la gubernatura ante el priista Miguel Alemán Velasco, Arturo Hérviz, candidato que era, digamos, de la izquierda de entonces abanderado por el PRD, fue el primero en levantar la mano al “Cachorrito de la Revolución” y de seguro le habrá ido muy bien en el viaje sexenal.
En el Fidelato y el Duartazgo, con Rogelio Franco Castán, el PRD se pintó de rojo, igual que el PAN de Enrique Cambranis.
En la yunicidad, el PRD consideró que la fórmula infalible de la sobrevivencia política era aliarse, primero con el PAN, y luego, con el MC, soñando con los doscientos mil votos que usufructúan.
Ahora, y luego del crimen del ex alcalde perredista, la Copete descubre “el agua tibia”.
La política, ya se sabe, es negociación, acuerdos y pactos.
Y si evidencia la (in)seguridad en Veracruz, entre otras cositas, será para ganar votos en la militancia amarilla.
RODAPIE: Nemesio Domínguez Domínguez, dos veces alcalde de Santiago Tuxtla, diputado local y federal, director del DIF, ideólogo de la educación duartista como subsecretario al lado del Enrique Rébsamen del siglo XX, Adolfo Mota, endilgó un sobrenombre a Yazmín Copete. “La usurpadora” le llamaba.
Usurpadora, quizá, porque Nemesio era el cacique del pueblo y Copete lo desbarrancó, a tal grado que si Nemesio por segunda ocasión quiso imponer a su esposa de presidenta municipal, ella le ganó la partida con su hijo, el heredero edilicio, y de postre, también dejó atrás a los caciquitos panistas que se soñaban conocidos como “Ladies Guccis”.
El asesinato del ex alcalde de Colipa, dijo Yazmín en la tribuna parlamentaria repitiendo el mismo estribillo de siempre, “no debe ser en vano”.
Claro, en ningún momento “será en vano”.
“Todos los días hay ejecuciones en Veracruz” ha repetido el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes, y como decía Agustín Acosta Lagunes, “la violencia es inevitable, y ni modo”.
Pero al mismo tiempo, Yazmín clamando justicia por el crimen de su compañero de partido habría amarrado la candidatura al Senado, se ignora si la victoria en las urnas ante Rocío Nahle y Mónica Robles Barajas que, todo indica, será la candidata suplente de AMLO.