Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz, 13 de enero de 2017.-1 La mayoría de los secretarios del gabinete legal de la Yunicidad están denunciando tropelías del duartazgo.
Lo mínimo de que hablan es de “los aviadores”, sin que al momento, y por desgracia, ninguno los haya documentado, con todo y que en unos casos han desatado “una cacería de brujas”, sembrando el terror y el miedo en la burocracia, pues, y de entrada, todos son sospechosos.
Lo máximo que cacarean son los trastupijes con el dinero público, sin que a la fecha ninguno, que haya trascendido, tenga una denuncia penal en contra de su antecesor en la Fiscalía.
Más, mucho más, habría actuado la delegada federal de la secretaría de Desarrollo Social, cuando asegura que interpuso denuncias penales en contra de Marcelo Montiel Montiel, sin que por ahora exista una respuesta oficial, quizá porque el ex alcalde de Coatzacoalcos es amigo de los hijos del góber azul.
En la locura de la Yunicidad también se anota la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, UPAV, considerada la máxima creación política del prófugo de la justicia desde hace 89 días.
Por ejemplo, ellos están documentando la insólita venta de títulos académicos y cédulas profesionales.
Una simple revisadita les permitió detectar que los títulos fueron expedidos sin que el estudiante cursara un solo semestre, ni siquiera, vaya, los sábados y domingo en que las clases eran impartidas de manera presencial, pues el resto era el trabajo en línea.
Ninguna ficha sobre los alumnos. Ningún antecedente académico. Ninguna bitácora sobre sus trabajos, digamos, lo más común, los ensayos.
Lo peor del asunto es que los títulos y las cédulas tenían precio, y por añadidura, la vaca suiza fue bien ordeñada, mejor dicho, exprimida al máximo.
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En la UPAV duartista siempre alardearon de tener una cantidad impresionante de alumnos.
En una parte del sexenio cacarearon que tenían 70 mil, por ejemplo, incluso, hasta en el Polo Norte.
Un número insólito de carreras profesionales, más de 50, con maestrías y doctorados en un crecimiento exponencial que mucho envidiaban los colegios particulares.
Pero…, pero resulta que en muchos casos eran “simples llamaradas de petate”.
Por ejemplo, como los planteles UPAV fueron creados al vapor, sin ton ni son, con sentido político, sin una vigilancia académica rigurosa y drástica, la Yunicidad está descubriendo que ene número de planteles sólo tenían un alumno en el salón de clases.
Y oh sorpresa, un solo alumno con siete, ocho, nueve maestros, a quienes, claro, pagaban sus honorarios.
En contraparte, el reporte era que tenían un número insólito de estudiantes.
Un montaje, pues, que únicamente ellos se creyeron y que significó una faramalla en igualdad de circunstancias que muchas acciones del duartazgo anunciadas con desparpajo.
Lo peor del asunto fue que como los directores de los planteles fueron nombrados como favores políticos, sin que los titulares tuvieran el perfil básico señalado en la ley, incurrieron en un fraude total, llevando a denuncias penales en contra de la UPAV y lo más grave, hasta de las secretarías de Educación de Puebla y Tabasco.
Ahora, la secretaría de Educación Pública, SEP, anunció que ni modo de dejar a los estudiantes a la deriva y por tanto instrumentan un plan emergente para cumplir con ellos.
Ya se verá si la UPAV interpone denuncias en contra de sus antecesores pues según la ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos si las omiten y soslayan en automático se vuelven cómplices.
3
La UPAV de Javier Duarte llegó a un populismo ramplón y barato, y sin cuidar las formas.
Por ejemplo, varios planteles funcionaban en las oficinas de los comités municipales del PRI.
El caso más visible fue en el puerto jarocho con el ideólogo tricolor, Raúl Díaz Diez, que así, digamos, contribuía al desarrollo educativo de Veracruz.
Y de paso, el negociazo, pues los directores solían pedir cuotas extraordinarias a los alumnos para todo.
Desde para el pago de la conserje hasta para viajecitos a Xalapa para entregar documentos, cuando los trámites eran gratuitos.
Además, los directores de los planteles a la caza de estudiantes, en que también involucraban a los profesores… a cambio de un porcentaje por cada inscripción.
Lo peor del asunto es que la rectoría de la UPAV lo permitía y autorizaba, y por eso mismo, la feroz competencia para ofertar las carreras y que luego ampliaran hasta el bachillerato.
Así como iban en el último tramo del duartazgo hasta pensaban abrir guarderías, argumentando que las mujeres priistas necesitaban un espacio para sus bebés mientras ellas trabajaban.
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Hay en la UPAV como en el resto de las secretarías y subsecretarías del gabinete legal una voluntad política para oxigenar y transparentar la rendición del sexenio anterior y que dadas las circunstancias se espera tanto la cárcel para los jefes máximos como la devolución “del dinero robado”.
Y más allá del ajuste de cuentas y/o “cacería de brujas”, nadie desearía que los primeros cien días llegaran sin un resultado concreto y específico, pues todo se reduciría a simples cacayacas.