Redacción El Piñero
Cuenca del Papaloapan, México.– En las apacibles calles empedradas de Tlacotalpan, la furia bulle como el caudaloso río Papaloapan que acaricia sus orillas. Los pobladores de esta joya cultural y arquitectónica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, han alzado sus voces en una protesta enérgica contra la turbidez que emana de sus grifos, contaminando el vital líquido que llega a sus hogares.
“No hay explicación para esto”, declara con indignación María Rodríguez, residente de Tlacotalpan, mientras sostiene una jarra de agua que más se asemeja a un caldo fangoso que al líquido vital. “Llevamos varios días con esta porquería de agua. No podemos lavar la ropa, y cuando cocinamos, es como si estuviéramos usando agua de un charco sucio. ¿Cómo podemos esperar una buena salud si ni siquiera podemos confiar en el agua que bebemos?”
Las quejas de los pobladores no son solo sobre la incomodidad de no poder realizar tareas cotidianas básicas, sino también sobre las posibles repercusiones en la salud. “Es un problema para el estómago y la piel. La suciedad en el agua se traduce en enfermedades que podríamos evitar”, comenta José Gutiérrez, otro habitante afectado.
La comunidad de Tlacotalpan, conocida por su rica herencia cultural y sus festivales vibrantes, ahora se ve envuelta en una lucha más terrenal: la lucha por un suministro de agua limpio y seguro. La unidad en la voz de los pobladores resuena como un eco entre las fachadas de colores y las iglesias históricas.
“Levantemos la voz de nuevo”, insta Rodríguez. “Esto sí es un problema que afecta a todos. Debemos ser unidos en estos casos, no solo cuando se trata de asuntos que no nos afectan directamente. ¿Qué están haciendo las autoridades? No es suficiente presumir que Tlacotalpan es un patrimonio y atraer turistas. Necesitamos un servicio adecuado, especialmente para aquellos que vivimos aquí.”
Las autoridades locales están bajo escrutinio, y los pobladores exigen respuestas. “¿Hasta cuándo prevalecerá este problema?”, se pregunta Gutiérrez con frustración. “Que dé la cara el encargado de las oficinas del agua. Si no hay soluciones inmediatas, hagamos público este problema en todos los medios. No descansaremos hasta que se resuelva esta crisis que afecta a toda la comunidad”.
Mientras las aguas turbias fluyen en los hogares de Tlacotalpan, la resistencia y la determinación de sus habitantes fluyen aún más fuerte, listos para presionar hasta que la transparencia en sus grifos coincida con la transparencia de su rica cultura.