➡️ Hace algún tiempo lo entrevistaron, le prometieron un triciclo pero nunca llegó, dice
Redacción El Piñero
Tuxtepec, Oaxaca.– A las siete de la mañana, cuando el sol despereza su luz entre las calles del centro, aparece Don Julio. Con su canasta de plátanos fritos, con su paso de hombre acostumbrado al asfalto y al tiempo.
Cuarenta años —casi— lleva caminando. Proveniente de Papaloapan hasta el corazón de Tuxtepec. Quince kilómetros en la memoria de sus pies, aunque no los camina todos, claro, porque el camión también forma parte de su ruta, pero lo esencial, la venta, el trato, la vida misma, ocurre a pie.
—Siempre ha sido así. No tengo vicios, nunca he necesitado más que esto —dice, con una sonrisa apretada, como si la paciencia le hubiese dado forma a su rostro.
En su canasta, la tradición. Plátanos dorados, crujientes. Cada bocado es el sabor de Papaloapan, el trabajo de su esposa, el cariño de su hija, la esperanza de sus nietas.
Y, sin embargo, la promesa rota.
—Hace tiempo me entrevistaron, dijeron que me iban a dar un triciclo… Pero nunca llegó —comenta sin rabia, sin rencor. Como quien ha aprendido que en esta vida hay palabras que pesan menos que el aire.
Así, Don Julio sigue caminando. Un paso, una venta. Otro paso, otra historia. Cada día, el mismo recorrido, pero nunca el mismo camino.