➡️ Por años, fue un monumento al descuido, una especie de isla urbana donde el concreto vencido y la maleza alzada parecían sus únicos habitantes
Redacción El Piñero
Tuxtepec, Oax.— El sol del trópico cae a plomo sobre la Rotonda de las Mariposas, iluminando el ir y venir de los trabajadores municipales que, brocha en mano, palas al hombro, le devuelven la vida a esta glorieta olvidada.
Por años, fue un monumento al descuido, una especie de isla urbana donde el concreto vencido y la maleza alzada parecían sus únicos habitantes. Pero algo está cambiando.
La glorieta, que une a los bulevares Benito Juárez, Bicentenario y Ávila Camacho, está recuperando su dignidad. Ya no es más el rincón de los olvidos, la postal del abandono, sino el epicentro de una transformación que, dicen, en pocos días sorprenderá a propios y extraños.
Sin embargo, los últimos tres años pesan sobre su historia como una cicatriz visible. ¿Quién dejó que se hundiera en el desaliño? ¿Por qué la burocracia se mantuvo impasible mientras el concreto se resquebrajaba? No hay respuestas claras, solo la certeza de que la ciudad, al fin, decidió mirarla de nuevo.
Mientras los tuxtepecanos pasan de largo en sus vehículos, algunos aminoran la marcha. Observan. Preguntan. La Rotonda de las Mariposas vuelve a reclamar su lugar en la memoria urbana. En unos días, cuando el último brochazo haya secado y las últimas flores sean sembradas, quizás la pregunta ya no sea “¿por qué la abandonaron?”, sino ¡Qué bonito quedó!