Por: Roberto POLO |La raya | @Robertohdz
En un partido de fútbol, en la gasolinera, en un parque, vaya, en cualquier rincón de Tuxtepec hay pólvora, pero también sangre y miedo. Y lo que no hay, lo que no existe, pero que debiera haber, son policías y una estrategia que, por lo menos, pueda observarse, sentirse.
La inaudita violencia que se mira, todos los días y a cualquier hora, también se huele a desinterés gubernamental, porque existen prioridades que hoy están totalmente alejadas de la paz social, del ciudadano que clama auxilio ante la barbarie.
Por ejemplo ¿cómo puede haber estrategia y voluntad para enfrentar el gran reto de la inseguridad, cuando el propósito está sujetado a un fin político-electoral?
Para nadie es un secreto que el presidente municipal, Fernando Bautista Dávila, se encuentra en plena campaña porque su misión, para el 2021, es convertirse otra vez en candidato, pero ahora por la diputación federal del distrito de Tuxtepec.
Por ello, su mente y energías están puestas en otras aristas, menos en la de seguridad pública, instancia que ha sido moldeada como pasarela de compromisos, en donde se ha dado cabida a mandos sin perfiles ni capacidad para establecer mecanismos que contrarresten los tiempos convulsos.
Desde que asumió el poder, en el 2017, Dávila ha rodado las cabezas de cinco comandantes: Benigno Villalobos, Efraín Aquino Espinoza, Víctor Valentín Morales (después pasó a ser su jefe de escoltas), Meinardo Cruz Ramírez y Florentino Juárez Pérez. Todos, sin resultados favorables.
Esto, precisan los propios policías municipales, ha desorientado tanto sus labores que les ha permitido disponer de su tiempo a su libre decisión. No obstante, aunque existen elementos con probada calidad y compromiso, pasan desapercibidos ante el ojo de sus mandos, acentuando la división en su corporación.
Con tantos enroques, dicen, no hay planes definidos. Y aunque ya tienen el respaldo de la Guardia Nacional para brindar seguridad al territorio tuxtepecano, lo cierto es que no existe coordinación, por lo tanto, de mantenerse así, tampoco habrá protección.
55 asesinatos, 61 ataques armados y un sinnúmero de robos y asaltos enmarcan un 2019 siniestro para un presidente que ha decidido posar, reír y aspirar a ser diputado federal que jalar las riendas de su policía, dejando a su pueblo al peor estrago social.