Luis Velázquez /Escenarios
16 de septiembre de 2019
UNO. Un cadáver colgando del puente
El primer hombre (dicen que era malandro) colgado de un puente en Veracruz en la era Cuitláhuac, era Hugo Gutiérrez Maldonado, fue en Tuxpan.
El 9 de septiembre, un video caminó en las redes sociales. Identificaban al hombre con el apodo de “El jarocho”. El cadáver estaba colgado del barandal con una cuerda de plástico color amarillo.
El rostro, “cubierto con una sábana color blanco con estampados en azul y que le caía hasta las rodillas”.
Ninguna narcocartulina. El cadáver, en vivo y a todo color. El oleaje de la inseguridad, la incertidumbre y la zozobra, multiplicado con el terrorismo.
En la guerra de Independencia, los realistas colgaban los cadáveres de árboles sembrados a la orilla del camino para llenar los corazones y las neuronas de los campesinos y los indígenas de terror, miedo, pavor, pánico.
Los realistas pensaban, por ejemplo, que era una buena estrategia para evitar que los hombres del campo se unieran a Miguel Hidalgo y José María Morelos.
Ahora, en Tuxpan, el terror para asustar a la población en la guerra del gobierno de Veracruz y el federal en contra de los carteles y cartelitos.
En 9 meses y 9 días de la era Cuitláhuac, el primer hombre colgado de un puente.
DOS. Terrorismo puro
Ninguna señal de humo existe que el índice de violencia disminuya en Veracruz por más y más que aquel diga que va a la baja y por eso “estamos contentos, muy contentos”.
El colmo: en Córdoba, robaron la camioneta a “Las Patronas”, de Amatlán de los Reyes, las señoras que en nombre de la fraternidad y la solidaridad obsequian despensas a los migrantes de América Central en su paso por el pueblo.
El mismo terrorismo, por ejemplo, con el asesinato del bebé de un año en la masacre de Minatitlán en el mes de abril.
El mismo terrorismo de la niña de 12 años asesinada en Santa Ana Atzacan.
El mismo terrorismo de las mujeres secuestradas, desaparecidas, ultrajadas y decapitadas.
El mismo terrorismo del asalto a los feligreses en una iglesia de Córdoba cuando rezaban el rosario de la tarde.
En el caso del hombre colgando del puente de Tuxpan es, por lo pronto, una cara desconocida. Pero de cualquier manera, el terrorismo aumenta. Peor sería el rostro de una persona conocida. Un vecino. Un paisano tuxpeño.
TRES. Ocurrencias de un político morenista
Nadie con su bolita de cristal adivinaría el resultado de la ola, mejor dicho, tsunami de violencia.
Iniciada con Javier Duarte y seguida con Miguel Ángel Yunes Linares, lo único racional es sentir, creer, vislumbrar que con esta guerra se multiplicarán el número de asesinatos, secuestrados, desaparecidos, ultrajados, cercenados, decapitados y tirados en los ríos para flotar aguas abajo.
El número de huérfanos y viudas y viudos seguirán creciendo como la humedad y los ácaros.
Y si los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto dejaron miles de muertos (calculan unos 400 mil en 12 años), igual sucederá en Veracruz en la era de MORENA.
Miles de hogares enlutados. Cientos, miles quizá de padres de familia buscando a los hijos o parientes desaparecidos. Los panteones con más cruces. Quizá más fosas clandestinas.
Es el diario vivir. ¡Y qué felicidad que un alcalde, de Xalapa, anuncie que se pondrá al frente del operativo para garantizar la seguridad en la vida y los bienes!
Pero está probado y comprobado (doce años y 9 meses y medio) que de nada sirve. Pura faramalla. Fuego pirotécnico. Ocurrencias de un académico metido a político.